"Rosario no es lo que fue Medellín, esa comparación le hace muy mal a la ciudad argentina". La aseveración viene de boca de Sergio Fajardo (68), un matemático que fue además alcalde de la ciudad colombiana de Medellín, capital de Antioquia, departamento del que fue también gobernador, y sumó a esto su candidatura a presidente en las últimas elecciones.
Fajardo Estuvo en Rosario invitado por la "Fundación Rosario" y durante una semana completa recorrió la ciudad. Ni la ciudad ni el país le son extraños: vino varias veces como matemático especialista en Lógica y también ya como político. Aquí volcó su experiencia como intendente y gobernador de la que fue una de las ciudades más violentas del mundo y famosa por el cartel de Medellín, catalogada como la organización criminal y terrorista más peligrosa que haya existido en Colombia y comandada por Pablo Escobar Gaviria. Fajardo contó la experiencia de cómo afrontar la violencia y la desiguadad en una Medellín con muchos matices. A su juicio, Rosario está aún lejos de vivir la realidad que le tocó a la urbe colombiana, y compararlas contribuye al estigma.
Se podría definir el sistema de conducción política del grupo conformado por Fajardo y otras personas del entorno cultural, académico y empresario, denominado "Compromiso Ciudadno", como el "Teorema de Fajardo". Y él lo explica así: “Soy lógico matemático y mi postura ante los problemas es principios-problemas-solución", donde los principios son un decálogo que sustenta la gestión y los demás ítem son el desarrollo del teorema.
¿Cómo llegó "Compromiso" a conducir la Alcaldía?
Éramos un grupo de gente fuera de la política que nos dimos cuenta de que los políticos, nos guste o no, son los que definen lo social, y la política es la que modifica las situaciones y promueve el cambio. En 1999 arrancamos con la campaña y en el 2003 formamos parte del grupo que accedió a la Alcaldía. Somos personas individuales que nos juntamos y decidimos presentarnos ante la socieda. Nuestro propósito fue que íbamos a entrar a la política. Estamos en contra de la política tradicional y la corrupción. Durante años sentíamos frustración y cansancio de la políica tradicional e iniciamos un cambio. Teníamos ideas y generamos nuestros principios, una especie de decálogo sobre de qué manera manejarnos, fuera de toda ideología. No veníamos de ningún partido, pero cada uno tenía su visión.
¿Cuáles eran los problemas y como los resolvieron?
Nos planteamos ingresar la política y en 2003 fuimos elegidos para la Alcaldía, todos formamos parte de eso. Sabíamos cómo no hacer la política de forma tradicional y sabíamos que llegábamos a esa instancia para construir, para hacer algo distinto. Los ejes de transformación y los problemas que decidimos tomar fueron la desigualdad, la violencia y la corrupción, y trabajamos para resolver estos temas con un eje: Principio-Problemas-Solución. No sabíamos cómo se consigue un voto y logramos que nos votaran en todos los barrios caminando Medellín. El mercadeo era sencillo: la gente salía de su casa y nosotros nos encontraríamos con ella. En el 2002 Medellín ya no era lo que en la década del 90. La violencia estaba en baja. Pero los problemas seguían. Nos pusimos la ciudad en la piel. Igualmente, Medellín es una ciudad en la que el compromiso de los empresarios, los dirigentes sociales, las cámaras de comercio y los actores públicos como la Universidad y otras instituciones es fundamental: tienen un alto grado de pertenencia. Esto evitó inclusive que la ciudad colapsara en sus peores momentos. No negociamos nunca con la gente que no compartía nuestros principios.
¿Hubo situaciones complicadas en la gestión del día a día?
Al llegar al poder jugamos en otra cancha y pudimos conformar un gobierno. Veníamos de un problema grave en el país que se estaba resolviendo. Los grupos paramilitares eran brazos armados del narco. La administración central, con Álvaro Uribe a la cabeza, promulgó en 2002 la ley de justicia y paz, reglamentando la desmovilización de los "paras". A partir de eso se pacificó un poco todo en el país. La negociación con los "paras" implicaba que obtendrían una pena máxima de ocho años en prisión, a menos que hubieran cometido delitos de lesa humanidad y otras cosas. Nosotros hicimos así varias acciones con otro margen, pero nunca me reuní ni con narcos ni con paras”.
¿Cómo se logró abordar los ejes a los cuales apuntaron”?
Sabíamos lo que queríamos y eso era construir espacios de encuentro para reconstruir el tejido social. Íbamos a reconstrurir Medellín interviniendo la ciudad en forma física y socialmente. Apuntamos a un urbanismo social y con base en la ciencia, los emprendedores, la cultura, la educación. Ese era nuestro equipaje para abordar la violencia y la corrupción, y ante la corrupción, transparencia. No obstante la violencia pasaba por otra etapa. Hicimos un plan de desarrollo a cuatro años.
¿En lo concreto cómo lo llevaron a cabo?
Fuimos armando un plan de desarrollo. Construimos parques como el "Explora" y los parques "Biblioteca"; estos consisten en un sitio que tiene libros; estructura digital; ludoteca y cultura del barrio. Con esta forma primero se consigue el terreno y se va construyendo con la misma comunidad, suelen estar enclavados en los núcleos más humildes de Medellín. Nos reunimos con emprendedores privados y con los funcionarios universitarios. Seguimos trabajando en el territorio y pudimos trabajar en una política de prevención de la violencia y una gestión cultural y de emprendimientos, un programa de enseñanza a los colegios primarios y secundarios. Para cada tema convocamos a los que saben. El presupuesto de Cultura nuestro era más importante que el de todo el país. Generamos fiestas de cultura, las fiestas del libro, el proyecto "Altavoz", de música. Hoy tenemos 13 homicidios cada 100 mil habitantes, veníamos de 300. Rosario no es lo que fue Medellín, esa comparación le hace daño a Rosario. En mi recorrida vi una Rosario con un trauma (por los cuatro homicidios ocurridos en marzo pasado) y la ciudad tiene un sentimiento de sentirse estigmatizada. Hay una frase que se dice mucho y es que los buenos somos más, pero el problema es de toda la sociedad y veo en los rosarinos una necesidad de encontrarse, hay un espíritu y las ganas de encontrarse están.
El otro enemigo político era la corrupción...
Por supuesto, y eso lo combatimos con transparencia. En mi gestión como alcalde tenía un programa de televisión de una hora semanal, "Con el alcalde " se llamaba. En ese horario me instalaba en las obras y le mostraba a la población a los responsables de las construcciones, con las demoras, lo bueno y lo malo. Mostramos todo. Y si alguien intentaba corrompernos o aprovechar un tráfico de influencias, se llamaba a la prensa y se denunciaba públicamente el hecho. La transparencia es que la sociedad sepa todo y el por qué de las acciones. Es fundamental.
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Fajardo se preparaba esa mañana para recorrer Villa Banana, allí se encontraría con funcionarios y vecinos. Esta semana pasada se reunió con el intendente Pablo Javkin; con el gobernaor Maximiliano Pullaro; con organizaciones de todo tipo, con la comisión directiva de la Bolsa de Comercio, y con los rosarinos en una charla magistral en el teatro La Comedia. En la segunda semana de agosto volverá a sus días como docente en México. Lo convocó a todas estas reuniones la "Fundación Rosario", integrada por unas 100 empresas fundadoras, emprendedores y profesionales independientes; la Municipalidad de Rosario y Concejo Municipal; la Bolsa de Comercio de Rosario y la Universidad Nacional de Rosario. Fue una semana ajetreada y en el último minuto de la charla Fajardo admitió que tal vez pelee en la próxima campaña por la presidencia de Colombia.