El cuerpo de Jorge Daniel Chavero, de 46 años, fue hallado en el comedor de su casa de Boedo al 2000, en barrio La Esperanza, en la zona noroeste de Rosario. Presentaba heridas en el cráneo que un primer informe médico señaló como posibles puñaladas, aunque la autopsia arrojó que habrían sido resultado de disparos y golpes. El hombre, que se dedicaba al cirujeo, estaba tumbado al lado de una silla y en medio de manchas de sangre seca. Lo encontró Silvia, su pareja, al llegar el domingo por la tarde a la casa de la víctima, en un pasillo compartido con otras viviendas. La mujer encontró la puerta abierta, algo no habitual, y al entrar vio la escena.
Lo primero que hizo la mujer fue avisar a la familia de Chavero, ya que uno de sus hermanos vive en el mismo pasillo. Los familiares llamaron al sistema 911. Al llegar los efectivos encontraron al hombre tendido en el suelo con dos heridas en la cabeza. Según el médico que auscultó el cuerpo eran de arma blanca y estaban en la frente, aunque luego la autopsia puso en duda ese primer informe.
Personal del Sies constató el fallecimiento y remitió el cuerpo al Instituto Médico Legal. El médico forense que realizó la autopsia consideró que las lesiones se deben a disparos y a golpes fuertes. La vivienda estaba en total desorden y al revisar el pasillo los policías hallaron dos motocicletas que contaban con pedido de secuestro activo.
”No escuchamos nada. Él hacía su vida y entre el sábado y el domingo entró y salió de la casa, como siempre. No escuchamos ningún ruido. Tenía problemas de adicción pero no vendía drogas ni nada. Era ciruja nomás”, contaron a este diario familiares que vivían en el mismo pasillo.
Mientras velaban a Chavero, su hermana Estela dijo que “era un buen muchacho pero tenía problemas de adicción”.
“Al morir mi mamá él quedo solo en la casa paterna y se dejó estar, se abandonó mucho y cirujeaba. Él era el menor de los cuatro hermano y siempre lo cuidamos, pero su ambiente era muy malo”, indicó.
Según la familia la casa era visitada por “chicos con malas formas, gente medio marginal del barrio. Él tenía un carácter muy fuerte, era de pocas pulgas. Es posible que se haya peleado con alguien. No le podían robar nada, no había cobrado plata de ningún lado ni pensiones de nada. Solo cirujeaba, no tenía un peso”.
Los vecinos de la cuadra de Boedo al 2000 dijeron que no vieron ni escucharon nada, pero algunos coincidieron en que quienes visitaban a Chavero no eran de esa parte del barrio. También coincidieron en que la víctima tenía un carácter fuerte.
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El Fiscal Patricio Saldutti, quien interviene en el caso, ordenó al gabinete criminalístico el relevamiento en la cuadra, la planimetría, el levantamiento de rastros y toma de testimonios entre personas del entorno que puedan aportar datos a la investigación, además del secuestro de las motos robadas
El pasillo donde vivía Chavero cuenta con tres viviendas y un galpón en la parte de atrás. En una humilde vivienda vivía el hombre asesinado, en otra su hermano y en la tercera su sobrino. Las otras dos casas están limpias y cuidadas; la de la víctima se ve abandonada. “Adentro es una mugre, un basural”, dijo su hermana. El pasillo y el galpón están atestados de desperdicios: sillas, maderas viejas, bolsas de basura, carros de ciruja, alambres, cables y todo clase de objetos que el hombre levantaba de la calle y los contenedores.
Jorge Chavero vivió gran parte de sus 46 años en La Esperanza, siempre con sus padres. Estuvo en pareja y tuvo un hijo. Compartió la vivienda con sus padres. Hace unos ocho años los padres fallecieron y él se quedó en la vecindad familiar.
“No sabemos que pasó, nunca fue amenazado ni tenía problemas con nadie, según nos dijeron el cuerpo tenía indicios de drogas y alcohol. Lo encontró su pareja y ella tampoco tiene idea de lo que pudo haber pasado”, contó en el velatorio su hermana. ”Era un muchacho que se juntaba mucho con chicos marginales. Pudo haber pasado cualquier cosa. Lo que nos llama la atención es que la Policía nos dijo que lo habían apuñalado en la frente pero en el certificado de defunción dice que le dieron dos tiros”, dijo, y contó que los familiares no pudieron ver el cuerpo luego de la autopsia.
Los pesquisas apuntan a una discusión entre Chavero y algún conocido, y destacan que de la casa no faltó nada: ni ropas, ni dinero ni el celular de la víctima. En cuanto a la causa precisa de la muerte indicaron que aún faltan exámenes complementarios para determinar si se trató de puñaladas en la cabeza o bien de tiros y golpes que pudieron confundirse con cuchilladas.