Rosario es una ciudad curtida por la muerte que llega de manera violenta. Por la sucesión de homicidios. Por los asesinatos a balazos con tintes mafiosos. Y eso se repitió poco después de las 18 del viernes cuando un hombre de 30 años fue acribillado a tiros en Buenos Aires al 6400, a metros del cruce con calle Alzugaray, en el corazón de los monoblocks del barrio De la Carne. Los sicarios primero hirieron a la víctima en el interior de un Volkswagen Voyage color gris. Luego lo remataron. Los vecinos estiman que agonizó alrededor de cinco minutos hasta su última exhalación, que lo dejó con la cabeza apoyada sobre la ventanilla del asiento del conductor. Nadie se acercó para auxiliarlo. Nadie lo asistió.
Los vecinos aseguran que el hombre asesinado no estaba solo. Sostienen que junto a él había un adolescente. “El pibe salió corriendo y los sicarios le dispararon con una metra. Al menos le pegaron un balazo en el pecho, mucho no pudo haber corrido”, relató un muchacho del barrio. El adolescente que aseguraron estaba herido, hasta anoche no había aparecido.
En tanto, poco después de las 20 de ayer desde la Fiscalía Regional se identificó a la víctima fatal como Juan Emanuel Cortéz, de 30 años y afincado en la zona noroeste de la ciudad. Sin embargo, sus documentos tienen registrado un domicilio de la ciudad de Roldán hasta donde llegaron ayer los pesquisas de la Agencia de Investigación Criminal (AIC). Sin embargo allí nadie lo conocía y hasta el cierre de esta edición ningún familiar se había acercado a la morgue para reconocer el cuerpo.
Los vecinos son uno de los nervios motores de las crónicas policiales. Lo son cuando conocen y también cuando desconocen. Sobre el hombre asesinado en el interior del VW Voyage gris se tejieron dos o tres hipótesis comunes a la inmensa mayoría de los asesinatos de tinte mafioso que hay en la ciudad. En tanto, en el Instituto Médico Legal (IML) el cadáver recién fue identificado al finalizar la tarde de ayer por sus huellas dactiloscópicas.
Alrededor de la escena del crimen de Buenos Aires y Alzugaray surgieron una serie de verdades callejeras que alimentaron el relato de la crónica sobre un homicidio descarnado, a plena luz del día, a la vista de buena parte de un vecindario compuesto por 600 familias distribuidas en las 74 torres de monoblocks de la barriada.
Un hombre que no es del barrio y en el interior de un auto es acribillado a balazos. Diez vainas calibre 9 milímetros a su alrededor. Y una agonía a cielo a abierto sin que nadie asistiera al agonizante por miedo a transformarse en otra víctima de los disparos. Un sitio en el que al menos a simple vista no abundan las cámaras de videovigilancia.
Alrededor de las 18 del viernes el Volkswagen Voyage gris patente KBX 676 conducido por Cortéz se estacionó sobre calle Buenos Aires al 6400, a escasos 20 metros de Alzugaray al 700, sobre el costado de los monoblocks del barrio De la Carne. Un lugar que a la hora señalada estaba colmado de vecinos que aprovechaban el atardecer para deambular haciendo las compras para la cena.
Según se pudo reconstruir del relato de los residentes, segundos después de que el auto se estacionó a 20 metros de la plaza Corrientes, entre dos o tres muchachos que llegaron a la esquina de Alzugaray se acercaron al vehículo. “Llegaron a la esquina en una moto. Cuando vieron el auto se acercaron por el lado del acompañante, del lado de la vereda, y cuando llegaron a la altura de la puerta comenzaron a disparar. Fijate que el auto tiene varios impactos sobre el lado de la puerta del acompañante. El muerto estaba con un pibe, adolescente, que cuando vio la jugada abrió la puerta y salió a correr. Y no lo vimos más. Dicen que le pegaron un corchazo en el pecho. ¿Pero cómo podés correr con un corchazo en el pecho?”, se preguntó un vecino.
Cortéz recibió al menos cuatro impactos en la región dorsal, uno de ellos en el cuello. Alrededor del auto fueron recolectadas una decena de vainas calibre 9 milímetros y el auto quedó marcado por al menos siete impactos de bala. El conductor agonizó cerca de cinco minutos. Fuentes judiciales indicaron que en el interior del rodado quedó su teléfono celular pero que el joven no tenía ningún tipo de documentación. Y a pocos metros se halló otro celular, que también fue secuestrado para ser peritado.
Sobre el vehículo, los peritos dijeron que toda su documentación y la cédula de identificación están a nombre de una vecina de Coronel Domínguez, una localidad ubicada a 35 kilómetros al sur de la escena del hecho, que fue contactada por los policías para saber sus vínculos con Cortéz.
“Estos han venido a traer falopa como delivery. Y los guachos que andan vigilando la zona les comieron el lomo. No se puede venir a vender de afuera en una zona tan pesada como esta”, relató un vecino que orientó la disputa entre la banda de Los Monos, que en ese barrio juegan como locales, y a la víctima como alguien ligado al condenado Luis “Pollo” Bassi, que allí es visitante.
Rápidamente la muerte convocó al morbo y antes de la llegada de la policía muchos vecinos aprovecharon para retratar a la víctima en su lecho de muerte. Una vez que la policía llegó, trazó el perímetro de la escena del crimen y todos los vecinos y periodistas fueron a parar detrás de la cinta de peligro.
El VW Voyage quedó con las luces delanteras encendidas. “Esto es lo que te da bronca. Le roban a una vieja, llamas al 911 y no viene un cana. Pasa esto y tenés una docena de patrulleros de acá para allá. Todos mirándote como si fueran Rambo. Y al pobre cristiano éste lo ajustaron igual adelante de todo el barrio”, reflexionó un comerciante.
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“Hacía rato que no pasaba esto (un asesinato con tinte mafioso). Choreos y arrebatos hay como en todo Rosario, pero hacía un par de años que no había este tipo de ajuste. Como cuando mataron a la pibita de Conscripto Bernardi al 6300”, en alusión a Lourdes Canteros, una adolescente de 14 años asesinada el 15 mayo de 2013 a cinco cuadras del crimen del viernes. Por ese hecho la Justicia apuntó a Ramón “Monchi Cantero” Machuca, parte del núcleo jerárquico de Los Monos, y terminó con la condena a 6 años y 6 meses de prisión de Juan Angel Delmastro, un agente de Inteligencia de la ex Drogas Peligrosas de Santa Fe que “trabajaba” para la banda surgida en el barrio 17 de Agosto.
“Se escucharon cuatro balazos y después una ráfaga de metra. Hay vecinos que dicen que se escucharon a tres o cuatro cuadras los disparos de la metra. Al pobre tipo primero lo hirieron y después volvieron y lo remataron en el auto. Nadie se asomó. Si cuando los sicarios se fueron iban tirando con la metra. Que te vas a asomar, a ver si te ponen de culo por curioso”, agregó un vecino de la zona aún asombrado.
La investigación del asesinato quedó en manos del fiscal Adrián Spelta, en reemplazo de Ademar Bianchini que está en uso de licencia. Spelta comisionó a efectivos de la Agencia de Investigación Criminal (AIC) para que trabajaran en la escena del crimen buscando la palabra de potenciales testigos y recabando la existencia de cámaras de videovigilancia públicas o privadas. También ordenó que a la víctima se le practicara la autopsia de rigor y se lo identificara dactiloscópicamente. Oficialmente se indicó que no hay una hipótesis de investigación que se imponga sobre otra. Todas están abiertas. Aunque la del robo corre desde muy atrás.