Andy Fabián Benítez, un joven de 26 años que está preso en la cárcel de Piñero, fue acusado este viernes como líder de una asociación ilícita dedicada a la comisión de amenazas, extorsiones y usurpaciones entre otros delitos que tuvieron como escenario los barrios Ludueña y Empalme Graneros. Junto a él fueron imputados como integrantes de la banda y con diferentes roles en la misma, Xiomara Caterina “Rubia” Ravasotti, Enzo Damián “Gordo” Blanco, Brian Manuel “Charly” Casas, Maximiliano Ezequiel “Negu” Verón y Luciano Jorge Tega, quien permanece en rebeldía y prófugo por lo que la Justicia dictó una orden de captura contra él.
La acusación, desarrollada en una extensa audiencia en el Centro de Justicia Penal que concluyó poco antes de la medianoche del viernes, estuvo a cargo del fiscal Gastón Ávila. Y el juez de primera instancia Florentino Malaponte les dictó la prisión preventiva a todos los imputados, salvo a Maximiliano Verón, para quien sólo dictó 90 días de arresto.
De acuerdo a lo manifestado por el fiscal, el grupo junto a un chico de 16 años que fue arrestado y puesto a disposición de la Justicia de Menores “formaban parte de una asociación ilícita que se dedicó a cometer delitos contra el orden público, las personas, la vida, la propiedad y la seguridad pública”, cuando Andy empezó a tomar poder tras ser expulsado de la gavilla a la que supo pertenecer y que lideraba Mauro Gerez, considerada una franquicia de la banda de Los Monos en Empalme Graneros y Ludueña, y que fuera desarticulada parcialmente. Así, el muchacho de sólo 26 años aprovechó su influencia en las calles para convertirse en líder de su propia banda.
El caso de Andy Fabián Benítez sirve de ejemplo para analizar el crecimiento sostenido de la violencia ligada a la narcocriminalidad en Rosario a partir de la atomización que se produjo luego de la detención de los grandes líderes de las bandas más reconocidas. Un fenómeno que, ni la Justicia ni la política pensó cuando descargaron sus cañones contra los delincuentes de “alto perfil”.
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Así, este muchacho fue detenido en 2019 por una tentativa de robo pero quedó libre; luego lo aprehendieron en 2020 con droga encima y fue condenado por la Justicia Federal a 4 años y 8 meses por narcomenudeo; y ahora se lo considera jefe de dos asociaciones ilícitas, por una de las cuales ya fue condenado. La primera la consolidó junto a su ex compañero de pabellón ligado a Los Monos, Julián Aguirre, alianza con la que construyó una subestructura en el barrio Ludueña al mando de Mauro Gerez. La siguiente, por la cual fue acusado este viernes, la armó con nuevos aliados al ser apartado de la anterior.
De acuerdo a lo que coinciden los investigadores, el crecimiento de Andy y su influencia en las calles no podría ser posible si no fuera por la facilidad, a veces inexplicable, con la que personas como él acceden a celulares y comunicaciones para continuar ejerciendo su poder a pesar de estar presos.
En ese marco la investigación del fiscal Ávila condujo a la detención el martes de la semana pasada de tres personas en distintos domicilios de los barrios Ludueña y Empalme Graneros. Brian Manuel Casas, de 33 años, cayó en una casa de Tupac Amaru al 6300 que funcionaba como punto de venta de drogas y en la cual se halló cocaína. A Maximiliano Ezequiel Verón, de 25, lo detuvieron en Gorriti al 6100. Mientras que un chico de 16 años quedó a disposición de la Justicia de Menores al ser investigado por un intento de homicidio. Anteriormente habían sido apresados Xiomara Ravasotti, de 27 años, y Enzo Blanco, de 25.
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Benítez ya contaba con una imputación que lo señala como jefe de una organización delictiva que cometió delitos en Ludueña y Empalme, una alianza que se tejió en la cárcel de Piñero cuando compartió pabellón con Matías “Pino” César y Julián Aguirre, sus entonces aliados. Según los investigadores, con el padrinazgo de César (un hombre ligado a Los Monos), Benítez y Aguirre se propusieron “copar” esos barrios, barrer a los competidores y hegemonizar el mercado de drogas y extorsiones. En esa causa también están acusados personajes de la crónica policial como Mauro Gerez y Jonatan “Peco” Almada, detenidos el año pasado.
A partir de incidentes intramuros entre Benítez y sus antiguos socios, su traslado a la cárcel de Coronda y hechos de sangre en la calle, la sociedad se consideró rota, confiaron los investigadores. Benítez, sin embargo, parece haber rearmado su tropa y ahora le imputaron una serie de delitos cometidos los últimos meses. Con ese trasfondo de reconfiguración de un grupo que llegó a “copar Ludueña” y luego se fragmentó, ocurrieron desde fines de 2022 una serie de hechos violentos entre los que se incluyeron homicidios y balaceras. En varios de esos ataques hubo mensajes con Andy Benítez como destinatario.
“Ahora agarré teléfono”
Los hechos que le achacan a esta nueva estructura delictiva se remontan a mayo pasado cuando Enzo Blanco, Xiomara Ravasotti y Brian Casas llegaron en un auto a un comercio de Gorriti al 6200. Allí Enzo le entregó al dueño del local un celular y lo puso en contacto con Andy. “Yo estaba incomunicado, ahora agarré teléfono y los estoy volviendo locos a todos, así que fíjate, amigo, que vas a tener que pagar o vas a tener problemas. Fijate si vas a pagar o te vamos a matar uno en la puerta”, fue la amenaza de Andy a su víctima, un mecánico a quien bajo amenazas le hicieron entregar un Renault Logan, 100 mil pesos y más tarde lo obligaron a reparar un auto robado.
Otro de los episodios lo cometieron Blanco y la Rubia en Arévalo al 6300, en la zona oeste de la ciudad, cuando fueron hasta un taller mecánico con el fin de apoderarse de un Volkswagen Gol y un Fiat 147 bajo amenazas y con la excusa de que el dueño de los vehículos tenía una deuda con ellos. Poco después los acusados citaron al mecánico al que ya habían extorsionado a la zona de Arévalo y Cullen y le exigieron que repare el Volkswagen Gol que se habían llevado del taller bajo amenazas con armas de fuego.
Ademas, el Gordo Blanco y la Rubia Ravasotti fueron acusados de haberse apoderado ilegítimamente de un Fiat 147 que se encontraba en el patio trasero de una casa de Arévalo al 6300. Y también, siguiendo las órdenes de Andy Benítez desde la cárcel, invadir el 11 de junio una casa de calle Solís al 300 con la intención de despojar a los dueños de su posesión, lo que lograron con la colaboración bajo amenazas del mecánico al que le habían sustraído un auto y que tuvo que romper el candado de la casa que usurparon.
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Por otra parte, el fiscal Ávila le achacó a la Rubia Xiomara haber vendido el 12 de junio como si fuera propio y por sólo 40 mil pesos un Renault 19 y otros elementos de chatarra que se encontraban dentro de la casa de Solís al 300 de la que se habían apropiado, todas pertenencias de la familia que debió abandonar esa finca. Lo llamativo del caso fue que, cuando el comprador de esas cosas se retiraba del lugar, fue arrestado por la policía como autor de un robo.
Finalmente, el 11 de junio Blanco y Ravasotti junto a una tercera persona fueron hasta una casa de Gorriti al 6300, sacaron fotos del frente de la propiedad y de los autos que allí había y se las enviaron a Andy Benítez. Al día siguiente fueron a una casa de Gorriti al 6200 y mediante intimidación y la exhibición de un arma de fuego le entregaron el número de teléfono de su jefe con la condición de que obligue a su vecino a llamar a Andy. Así las cosas, la víctima se comunció con el hombre detenido en Piñero, quien le exigió la entrega de una suma importante de dinero y la entrega de un Peugeot o una camioneta Chevrolet que habían sido fotografiados por sus cómplices. Apabullada por los llamados amenazantes, la víctima accedió a reunirse con los acusados en Arévalo y Campbell donde les entregó la documentación y los vehículos exigidos.
El Peugeot fue secuestrado por la policía en la casa de Arévalo al 6300 el 18 de junio, la camioneta Chevrolet fue ocultada por Brian Casas hasta que el 19 de junio se la entregó al Gordo Blanco y fue secuestrada dos días después en inmediaciones de Rouillón y bulevar Seguí, cuando era conducida por el joven que terminó detenido.
Los roles
Así las cosas, Andy Benítez fue acusado de liderar una asociación ilícita agravada por la participación de un menor de edad, amenazas coactivas y extorsión, todo en carácter de autor,en grado consumado y en concurso real; además de usurpación, amenazas coactivas y estelionato en carácter de instigador.
A Xiomara Ravasotti, el fiscal le achacó ser organizadora de la asociación ilícita y los delitos de amenazas coactivas, usurpación, robo y hurto en grado de autora; amenazas coactivas, extorsión y estelionato en calidad de coautora; y extorsión en carácter de partícipe. Por su parte, Enzo Blanco fue acusado como organizador de la asociación ilícita, amenazas coactivas en caracter de partícipe necesario; extorsión, amenazas coactivas, usurpación, robo y hurto en carácter de autor; amenazas y extorsión en calidad de coautor.
A Brian Casas y Maximiliano Verón, finalmente, los acusaron como miembros de la asociación ilícita. Pero al primero de ellos el fiscal también le endilgó los delitos de amenazas coactivas en carácter de autos y encubrimiento.