Para acrecentar sus chances de éxito en la visita del sábado a Central, el equipo rojinegro necesita provocar en cancha un acercamiento real a las mejores versiones de algunos de sus hombres más destacados. Precisa volver a confiar en el potencial de sus armas más peligrosas. Dentro de ese arsenal que debe poner en condiciones y rehabilitar, la figura del centrodelantero Juan Ignacio Ramírez surge como uno de los principales retos que encerrará el próximo clásico en Arroyito. Al Colo le urge un gol decisivo, un gran partido ante el rival de siempre, para afianzar sus esbozos de levantada y para empezar a enamorar al hincha de Newell’s con argumentos serios en medio de una temporada muy irregular, que mezcla todo entre buenas y malas.
Este duelo con Central se presenta como una extraordinaria oportunidad, envuelta en grandes dificultades y necesidades, para el artillero uruguayo, que viene acarreando pasos en falso, desaprovechando instancias y busca una buena presentación (si es con conquistas mucho mejor) para meterse en la historia de nuestros clásicos.
Sabe que si forja un grito que pueda derivar en celebración rojinegra, ese tipo de aportes no son olvidados por los simpatizantes. Son desafíos que sirven para comprender la efervescencia y la pasión por el fútbol que cruzan esta ciudad, y para sumarle caudal emotivo a un choque que ya de por sí contiene todos los condimentos que se mezclan en el fútbol.
Es «el partido» y Newell’s necesita de sus goles para poder imaginar un festejo en terreno adverso. Hasta ahora, más allá de los acentuados altibajos de Ramírez, el conjunto leproso no encontró muchas alternativas para llegar a marcar en el arco contrario, y en este clásico seguramente crecerán sus responsabilidades en ese rubro, en esa incidencia.
Este sábado, sus compañeros y los hinchas, lo necesitan encendido y eficaz, más que nunca.
Por dentro
Ramírez tiene 27 años y fue el refuerzo más caro que vino este año. Más allá de que no hubo una confirmación oficial de la cifra, Newell’s compró el 80 por ciento de su pase, que pertenecía a Nacional y Liverpool de Uruguay, en una suma aproximada a los 4 millones de dólares, y le hizo un contrato hasta diciembre de 2027.
Esos números revelan las expectativas que tiene depositadas la dirigencia rojinegra en este centrodelantero, que vino como goleador de la liga charrúa, y al que le falta todavía una performance determinante para subir de nivel en la consideración del hincha de Newell’s.
Para tratar de apurar este proceso, la cúpula leprosa trae a Juan Manuel García, quien arriba al parque Independencia para darle mayor competencia a un puesto en que el plantel no ofrece muchas opciones. Con Juanchón, buscan una respuesta del Colo en el campo de juego, para creer que puede ser el artillero que requiere este momento de Newell’s. Y si no aparece, apelarán a las variantes.
Ramírez ya jugó el clásico del primer semestre. Sabe lo que significa y todo lo que se pone en juego. Y debe demostrar lo que vale, lo que se apostó por sus servicios.
La mayoría de las veces sin goles, su aporte en el funcionamiento colectivo se achica a expresiones mínimas. Por eso no puede errar las pocas que le queden cerca de los tres palos canallas.
El Colo arrancó con todo la temporada, con 5 goles en 4 partidos. Esos tantos frente a Lanús en la Fortaleza (1), a Belgrano en el Coloso (1) y a Unión en Santa Fe (3), le jugaron en contra, ya que nunca más pudo repetir actuaciones con cosechas tan significativas.
Esa irrupción llamó la atención de todo el escenario futbolístico argentino, pero después bajó su nivel y está tratando de reencontrarse con el fue hasta hace no tanto tiempo. Si está prendido, por sus cualidades, no necesita de un gran funcionamiento para llegar al gol. Y así puede transformarse en uno de los grandes protagonistas del clásico.