Nobleza obliga: esta columna de opinión no está dedicada a nadie en particular. O, en todo caso, los que deben sentirse aludidos son aquellos entrenadores que caen en la falacia discursiva de asegurar que lo "único que sirve es ganar como sea". Ayer el que pisó el palito de la polémica fue Diego Osella, actual entrenador de Newell's. Alguna vez fue el turno de Julio César Falcioni, hoy DT de Banfield, pero se podría escribir un libro con todas las firmas que estamparon en su momento los militantes de este engaño. Obviamente que Carlos Salvador Bilardo fue el gran promotor de esta corriente que aglutinó seguidores que lo único que miran en los diarios son las síntesis de los partidos.
Pensar de esa manera es de una pereza intelectual pavorosa. De una mente resignada, de esas que nunca registran el crecimiento. De neuronas dominadas por la desdicha.
Y no vengan con que Osella lo dijo en un contexto de un equipo que no está para mirarse en un espejo iluminado por el buen juego. Porque los equipos, a la larga, siempre juegan como quieren sus entrenadores. Por eso Ariel Holan, por citar un ejemplo clarificador, nunca hubiera declarado que lo único que sirve es ganar como sea.
No necesita decirlo porque nadie se lo hubiera creído. Si realmente da placer ver como los jugadores de Defensa y Justicia creen en la prédica de su entrenador.
Están convencidos de cuál es el camino a seguir para encontrar la recompensa numérica. También se podría hablar de San Martín de San Juan, otro equipo que cree con la fe de un devoto en el mensaje que le brota de los poros a su técnico.
Entonces no es tan complicado dejarse tentar por la osadía. A veces también es conveniente no autoflagelarse tanto y salir del placard para darse algún gusto futbolístico. Se mencionan a los sanjuaninos y Defensa porque, en teoría, se trata de dos formaciones con piezas menos calificadas de las que tiene Newell's. No hay punto de comparación con equipos de la estatura de convencimiento que muestran Lanús, River y hasta Central, con su volcánica identidad pero estilo definido al fin.
Esto es como criar a un hijo. Si el padre vive diciéndole que las malas palabras forman parte de la vida cotidiana, el chico las repite como un loro sabiendo que lo que hace no está mal. Lo mismo les cabe a los técnicos que les comen la cabeza a sus jugadores adoctrinándolos con un discurso deformado de la ealidad.
Y por si alguien se siente tocado, todo este berenjenal de líneas no tiene nada que ver con las ganas de ganar. Que son tantas como las que tienen aquellos a los que Osella pondera con las declaraciones que realizó ayer para explicar por qué Newell's, por el momento, sólo se refugia en el auxilio de la tabla de posiciones. Sería saludable para la ciudad que esa perorata hegemónica no penetre en la piel del hincha. Que la gente también se dé cuenta de una vez por todas que ganar y hacerlo a cualquier precio son incompatibles.