En medio del estilo de juego que pretende Diego Cocca para su equipo es imprescindible que Central cuente con la agresividad necesaria para lastimar, pero también con la inteligencia suficiente para que cuando logra ponerse en ventaja pueda mantenerla. Sólo de esa forma se acercará a la meta del triunfo, hoy lo más buscado. Tomando como parámetro el partido de San Lorenzo, que fue en el que comenzó la seguidilla de siete empates consecutivos, el canalla sólo pudo estar arriba en el marcador durante unos pocos minutos (59 en total), en los tres encuentros en los que pudo marcar primero. Es la mitad del vaso vacío. La otra mitad, la que más le gusta mirar al técnico canalla, habla de que el equipo mostró una rápida reacción cuando estuvo en desventaja desde el resultado, pero está claro que para sumar de a tres el punto que debe mejorar es el primero.
Los dos primeros encuentros (Atlético Tucumán y Talleres) a esta altura resultan una excepción. Fueron los únicos en los que Central sumó de a tres. De ahí en más, jamás pudo mantener la ventaja hasta el final.
El ejemplo más notorio es el de San Lorenzo, básicamente porque en esa ocasión el equipo logró ponerse dos goles por encima de su rival. Pero lo dicho, la poca consistencia en el juego lo llevó a verse superado en el trámite y a defender cada vez más cerca del arco de Jeremías Ledesma. Tras los goles de Riaño (11') y Rius (22'), Central gozó de esa situación durante un puñado de minutos. Apenas 20. El Ciclón no sólo achicó rápidamente la distancia, sino que en un abrir y cerrar de ojos le borró al canalla la sonrisa plena con los tantos de Belluschi primero y de Bruno Pittón después. Encima el equipo de Pizzi se dio el gusto de errar un penal.
Fue emblemático también lo de Patronato. El hecho de haberse puesto en ventaja (a los 32' por intermedio de Lovera) en medio de un trámite totalmente favorable para el canalla fue una primera señal positiva. Pero lo que vino después lo dejó claramente expuesto. Porque el rival ya se había quedado con un jugador menos y pese a ello el equipo de Cocca no pudo cerrar el partido. Fueron tan sólo 32' de alegría los que vivió Central ese día, ante un equipo inferior futbolísticamente, lo que hizo más alarmante la falta de capacidad propia.
Ni hablar de lo que sucedió contra Racing. Porque el gol tempranero de Gamba (13') fue en medio de un trámite ya claramente a su favor. Antes y después de eso el canalla tuvo todo para hacer que la diferencia no fuera tan exigua, pero no lo logró. Otra vez el aire triunfal le duró lo que un suspiro. Por intermedio de Lisandro López, el equipo del Chacho Coudet se lo empató 7 minutos después de aquel bombazo de Gamba. Después, ni siquiera la enorme superioridad futbolística que marcó el canalla le alcanzó para contrarrestar ese cimbronazo que sintió con el centro-gol del capitán racinguista.
Si de inteligencia se trata, a Central le está costando más de la cuenta leer ciertos momentos de los partidos, en especial cuando lo tiene con un pie encima sobre su rival. Eso también forma parte de la sabiduría de un equipo a partir de la cual fortalecerse, pero al canalla indudablemente le está costando.
Puede entenderse como una razón atendible el hecho de que una vez que se pone en ventaja el equipo siga yendo al frente casi por inercia (en el partido contra San Lorenzo no pareció que ello sucediera). Y como ese se podría hablar de otros tantos factores. Cualquiera sean las explicaciones, para ganar la clave es una sola: llegar al pitazo final encima en el marcador. Central eso no lo está logrando porque le cuesta mandar e imponer condiciones, sin aprovechar cuando está en ventaja.