A este Central no le sobra nada. Pero exhibe un andar que superó toda expectativa antes de salir al ruedo. El paso por la Liga Profesional viene siendo destacado desde lo numérico. El lugar que ocupa con el pecho inflado en el tercer escalón del podio alimenta la ilusión de todo su pasional y leal pueblo. Este domingo tendrá una nueva cita con el destino. Una nueva prueba de carácter. Será anfitrión de un Boca diezmado en el torneo local y con muchas bajas de real peso por diferentes circunstancias. El canalla es, al menos en la previa, el claro favorito para ganar esta partida, que será en un Gigante hasta ahora invencible para los visitantes. A eso hay que agregarle que el xeneize pondrá una formación de menor rango. Es que por la cabeza y mente del conjunto de la Ribera ronda la máxima obsesión: la Copa Libertadores. Esa misma que ganó por última vez con un entrenador que en esta 13ª fecha estará sentado del otro lado de la vereda, pese a que los colores también son auriazules. Uno de los equipos más potentes del mercado nacional no pondrá toda la carne en el asador a la vera del Paraná porque además se le viene una seguidilla clave, sea por el plano internacional como local, donde sobresalen los dos clásicos al hilo que deberá sostener ante Racing y River, respectivamente.
El canalla viene dulce actuando en su casa. La gran campaña que viene haciendo tiene sus fuertes raíces en el Gigante. Hasta el momento viene invicto. Consiguió dejar a casi todos sus oponentes de rodillas. De hecho, de los seis partidos que jugó frente a su masa ganó cinco y solo empardó uno: con Unión.
Miguel Russo tiene en claro cómo salir a jugar este encuentro, que acelera el pulso de las dos hinchadas por igual. Sabe cómo lastimar a esta versión devaluada boquense. Enfrentará a un club que conoce desde las fibras íntimas. Si bien tiene casi todo definido (ver aparte), lo concreto es que para el entrenador también será un desafío especial. Particular desde donde se lo mire. No solo porque ganó varios títulos comandando a Boca. También porque hace poco terminó siendo prácticamente invitado a dejar el cargo por Juan Román Riquelme luego de las alegrías que brindó.
Otro punto saliente es que el rival no volvió a ganar la Libertadores tras la conquista bajo el mando del actual entrenador de Central. Allá lejos, en 2007 fue la última gran alegría que tuvieron los xeneizes. Esos mismos que ahora están muy obsesionados con llegar a la final del torneo internacional, pese a la irregularidad que muestran en cada presentación.
Central tiene las mismas necesidades que su rival. La diferencia es que brindará la función en su estadio. Con lo mejor que tiene a mano y entonado porque hace seis presentaciones que no queda en la lona. Por más que el elenco de Arroyito no muestre un funcionamiento acorde al paladar del hincha, también es verdad que no esperaba derrochar glamour en cancha cuando armó este plantel. Porque la premisa, y con sólidos y válidos argumentos, era sacar la mayor cantidad de puntos posibles debido a que antes de largarse el campeonato miraba de reojo el bajo promedio.
Y como la temporada viene siendo por demás de positiva, el canalla ahora espera cada partido con cuchillo entre los dientes, mientras Miguel Russo monitorea todo desde afuera de la línea de cal. El DT se amolda a lo que tiene a mano y trata de sacar el mayor rédito posible. Por el momento lo viene consiguiendo y eso lo potencia ante las miradas resultadistas.
El canalla muestra un presente encantador. Está tercero en la tabla detrás del cómodo líder River y del primer escolta San Lorenzo. Mañana será local ante un Boca que ocupa como pocas veces en su historia la parte baja de las posiciones. Cae de maduro que el canalla es banca. Y no solo porque el xeneize tiene la cabeza y mente en la Libertadores. También porque piensa en la seguidilla de partidos que se le viene, sabiendo además que es un año político.
Central deberá ser cauto, estar concentrado y esperar para lastimar de verdad a su rival de turno en pos de seguir bien prendido en el campeonato y alimentar más la esperanza de su comunidad. Esa misma que copará una vez más el Gigante y esperar cerrar este domingo con una gran sonrisa como el mismísimo Miguel.
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Cambia. Almirón aún no ganó como entrenador de Boca en la liga pero reserva.
Prepara un equipo con varios suplentes
Nadie puede poner en tela de juicio que Boca está cumpliendo una campaña magra en la Liga Profesional. Y como tiene varios soldados en la enfermería, el entrenador Jorge Almirón tiene planificado presentar ante Central un equipo con varios jugadores que habitualmente son suplentes. El técnico nuevo le dará prioridad a los dos clásicos que tiene a la vista y a la Copa Libertadores.
Boca viene de lograr el primer éxito en el ciclo de Almirón, el martes último ante Deportivo Pereira. Ahora deberá presentarse en el Gigante. Y lo haría con al menos cinco cambios en relación a su última formación copera. El técnico xeneize, por más que aún no ganó ningún partido en el torneo local, buscará al menos rescatar un punto ante el canalla.
Hoy será momento de hacer el último repaso. La intención del DT es darle descanso a Nicolás Figal, Barco, Pol Fernández y el colombiano Villa. Eso no quita que viajarán a nuestra ciudad. Por lo tanto, todo marca que formaría con: Sergio Romero; Luis Advíncula, Facundo Roncaglia, Nicolás Valentini y Agustín Sandez; Cristian Medina, Alan Varela y Ezequiel Fernández; Oscar Romero; Nicolás Orsini y Miguel Merentiel.