A Central no le sale nada. No le alcanza ni con estar dos goles arriba y a punto de tumbar a su rival. El sueño se convirtió en pesadilla. De ser vertical y efectivo en el primer tiempo, a quedar de rodillas en el complemento y servirle el partido en bandeja a Racing, que se lo terminó llevando por 4 a 3.
Siete minutos bastaron para que Racing se pusiera en ventaja. Y el planteo inicial de Tevez se cayó como un castillo de naipes soplado por el empuje racinguista. Juan Gabriel Rodríguez rechazó de manera defectuosa en el epicentro del área, la pelota rebotó en la humanidad de Alcaraz y se metió pidiendo permiso al arco defendido por Broun: 1-0 y a correr de atrás, como tantas otras veces en el torneo.
Pospartido con Platense quedó la sensación (o más bien la certeza) de que Facundo Buonanotte había recuperado el brillo que se había atenuado después de la novela por su pase frustrado al fútbol inglés. La joyita canalla repitió performance y sacó al equipo de la guarida para buscar rápido el empate. De una falta en su perjuicio salió la igualdad. Blanco capturó la pelota, tiró un enorme centro a la carrera que encontró a Almada, quien todavía seguía en el área local.
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Central tuvo un muy buen primer tiempo, pero en el complemento le salió todo para la mona.
Marcelo Bustamante / La Capital
Y a partir de allí fue otro partido. Racing atacaba a los tumbos empujado por su público y Central planteó como ideología recuperar rápido en la zona media, mordiendo a los rivales, para salir de contra y lastimar de esa forma. Y pasó factura. Recuperación de Veliz, apertura para Blanco, otra asistencia y bocha cruzada para Buonanotte y definición magistral para estampar el 2-1.
Sorpresa absoluta en el Cilindro, para propios y extraños. Central fue rápido, práctico y expeditivo. Apuró cuando tuvo que apurar y no se complicó de más. De aquel equipo que le quemaba la pelota en los pies ante el calamar, mutó a otro completamente diferente que estuvo constantemente en movimiento, con y sin pelota. En pleno clima de murmullos entre los hinchas académicos, llegó el tercer golpe auriazul para descolocar todavía más el ambiente. Otra vez participación de Veliz en esta ocasión para peinarla y picar rápido, Blanco nuevamente como protagonista para jugarla al área, entra en acción Infantino y cesión para el 24 canalla que clavó el 3-1 y desató la locura, sobre todo en el banco de Central, que salió eyectado traspasando la línea de cal y se metió en la cancha para festejar la momentánea sorpresa en el Presidente Perón.
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Innecesariamente Central se refugió en su propio campo e incentivó a Racing a adelantarse en la cancha. Pero el once de Gago no sabía qué hacer con la pelota. Parecía atontado por el trío de mazazos que había recibido y que no tenía en los planes. Central jugó con esa desesperación y durmió las acciones hasta el pitazo final del primer tiempo.
Segundo tiempo en marcha, Gago mandó a la cancha a Vecchio para intentar algunos de sus típicos pases entre líneas y ordenó anclar todos los ataques por el sector derecho custodiado por el chico Leonel Vergara, llamado a escena de emergencia por la lesión de Juan Rodríguez. La inexperiencia en primera del juvenil de 21 años le generaron un lastre a la hora de la marca y para cerrar pelotas a su espalda que generaron cierto riesgo para el arco canalla.
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Cuando Veliz marcó el tercero, de cabeza, parecía que Central aseguraba el triunfo, pero nada de eso sucedió.
Marcelo Bustamante / La Capital
Esta situación fue solo el anticipo de lo que se iba a venir. Porque Racing se calzó el overol de protagonista del torneo y Central volvió a mostrar la cara de las penurias. Un equipo que insólitamente se metió en la cueva cuando tenía todas las de cerrar el partido antes de tiempo.
Ni siquiera el desastroso rendimiento defensivo de Racing tentó al canalla para seguir apretando los dientes para dar el golpe final. Volvió a ser el de siempre. Con la diferencia de que esta vez tenía el banquete servido y se levantó de la mesa sin comer.
Fue monólogo de Racing. Vecchio le cambió la cara al equipo, se convirtió en amo y señor del partido, y coordinó cada ataque, moviendo la redonda a gusto y placer. Central se limitaba a verla pasar. Cualquiera que conocía el currículum de Central, sabía que la cosa podía terminar muy mal si no salía de tan atrás.
Esto es hoy Central: del mejor tiempo de la era Tevez (el primero), al peor tiempo de la era Tevez (el segundo). Sin escala. ¿Los goles? Vecchio, Romero y Moreno sobre el final. Sólo para la anécdota. Como la campaña de Central. “No me voy a bajar del barco”, dijo Tevez el viernes. Un barco que en Avellaneda pasó de ser un crucero a terminar derruido en el fondo del mar.