Sin dudas que la butaca de entrenador de la selección argentina fue más una silla eléctrica que un sitio placentero de disfrute a lo largo de la historia del equipo nacional, en especial en época de mundiales. Por eso desde la piedra basal de Uruguay 1930 hay apenas tres entrenadores que tuvieron el privilegio de estar al frente del equipo nacional en dos copas del mundo.
El primero fue Juan Carlos Lorenzo, en los mundiales de Chile 1962 e Inglaterra 1966. Y más acá en el tiempo haber alcanzado la gloria les permitió una segunda oportunidad a César Luis Menotti (1978 y 1982) y a Carlos Salvador Bilardo (1986 y 1990).
Está claro que en una patria futbolera exitista como pocas, los proyectos no tienen margen, urgen los resultados, las obligaciones mandan y los vaivenes dirigenciales y políticos están a la orden del día.
Por ello sería más que saludable que Lionel Scaloni pueda seguir en el cargo luego de la cita de Qatar 2022, tal como adelantó y desea el propio presidente de la AFA Claudio Tapia.
Pero aquí habría que detenerse y no comerse la curva. Porque tras la conquista de la última Copa América en Brasil y la Finalíssima lograda ante Italia parece que la selección tocó el cielo con las manos y todo es elogio y color esperanza. Encima Lionel Messi brilla a pleno y convierte todo en oro y diamante.
Entonces, que la ratificación de Scaloni no sea para la tribuna y cuando el viento está soplando a favor. Habrá que ver si el proyecto se sostiene si en el Mundial, a diferencia del presente, la pelota pega en el palo y se va afuera.
Es sencillo respaldar en las buenas, pero hay mayor convicción si se lo hace cuando llega la mala.
A Scaloni nadie le regaló nada y es el autor intelectual de una selección que ilusiona a todos en base al buen juego, el compromiso y el hambre de gloria. Además, el DT pujatense logró lo que ninguno de sus antecesores, que Messi juegue con una amplia sonrisa luciendo la diez albiceleste.
Entonces habrá que ver si tras la cita de Qatar y más allá de lo que se diga o se firme antes, Scaloni logra sumarse al selecto club de los DT que dirigieron a Argentina en dos mundiales.
Luego del Toto Lorenzo en la década del 60, los más cercanos fueron Menotti y Bilardo, ambos logrando esa extensión del vínculo tras levantar la Copa del Mundo. El resto de los técnicos contemporáneos no tuvo una segunda oportunidad, ya sea por decisión dirigencial o por ellos mismos, como resolvió Marcelo Bielsa, tras la decepción de Corea-Japón 2002.
Y el que mejor conoce este escenario es el propio Scaloni, que por el tremendo exitismo argentino se jugará el pellejo en serio durante los días de acción que se vienen en Qatar. Lo demás es pura cháchara.