Por Mauricio Maronna
A seis domingos de las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (Paso), el escenario vuelve a dar indicios de inestabilidad en la contemplación de escenarios. ¿Puede ganar la fórmula Alberto Fernández-Cristina Kirchner? Puede. ¿Tiene chances el binomio Mauricio Macri-Miguel Pichetto? Tiene.
Cada reunión del G20 es una especie de 17 de Octubre macrista. Desde allí recobra energías como para ponerse en carrera y modificar ese escenario sombrío de imagen negativa que suele posarse sobre él. "Imagen negativa también tenía antes del 2003, después empecé a trabajar con él. Lo resistía el 80 por ciento", suele decirles a algunos de sus interlocutores Jaime Durán Barba, golpeándose el pecho por haber cambiado bastante esa realidad.
Hasta la reunión del 30 de noviembre de 2018 en Caba, Macri venía de mal en peor. Cada encuentro internacional con los líderes del mundo le permite a Macri dejar de lado la recurrente falta de empatía que tiene en otros eventos, recorridas por el país o discursos por las redes. El presidente se siente bien en esas instancias coloquiales con jefes de Estado del Primer Mundo, tanto como con Christine Lagarde. Gustos, son gustos, decía una abuelita del campo.
El mundo y las urnas
El problema del gobierno es que esos baños de Primer Mundo le duraron poco. Por falta de experticia, la realidad interna pudo más que el acolchonamiento externo a un mandatario que acerca la bocha a la pretendida "inserción internacional" del país. Pero el mundo no vota. Al menos con sobres adentro de una urna. Eso sí, acompaña o no. Y a Macri lo acompaña.
Lo cierto es que, con bombos y platillos, Macri vuelve de la reunión de Osaka con el acuerdo de libre comercio con la Unión Europea firmado en el papel. Para instrumentar ese trascendente contrato con el Mercosur deberá pasar mucha agua por debajo del puente. Recién en un lapso de casi tres años podría ponerse en práctica, si es que resulta aprobado por los parlamentos de los países del Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) y del Parlamento Europeo.
"No hay nada para festejar", mensuró el candidato Alberto Fernández, posicionándose antes de racionalizar los pros y contras. Tampoco pareció haber sido recibido con cohetes y cañitas voladores por el empresariado vinculado al mercado interno. En todo caso, asomará un nuevo relato de campaña, a favor y en contra. Un entretenimiento que no le quitará el sueño a los millones de argentinos que tienen necesidades urgentes. Del aquí y ahora.
A poco más de un mes de las Paso, y con una oferta electoral bastante penosa, las encuestas pasan a convertirse en una especie de única variable de discusión. Las hay para todos los gustos. A ninguna hay que creerle. De todas hay que desconfiar. Pero, a todas, hay que escudriñarlas.
Economía y política
Macri jamás será reelecto por la economía, que ha sido un problema desde el mismo momento de su asunción. Sí puede perder por la economía. Y, si gana, será por la política. Curiosamente, si el macrismo gana las elecciones se pondrá en vigencia una frase de Perón: "No es que nosotros seamos tan buenos, es que los otros son peores".
Cerrada la infumable etapa del cierre de listas (un documental perfecto sobre el pésimo estado de la política nativa), Alberto Fernández intentará mostrar que no es un apéndice de Cristina, que su horizonte tiene más que ver con un peronista aggiornado que con un kirchnerista atado al populismo más cerril. Aunque, más que ir contra el populismo, deberá sacar de raíz la argumentación que el antikirchnerismo refiere respecto del autoritarismo.
Y ahí está en problemas el lábil Fernández. La constante aparición en escena de personajes que parecen extraídos de un cómic, blandiendo ideas inconcebibles, mandan automáticamente a fojas cero los movimientos de ciudadanos que, habiendo votado por Macri o el macrismo, pensaron en ir hacia el redil de los Fernández.
Podrá decir Alberto: ¿qué tengo que ver yo con Dady Brieva, Mempo Giardinelli y Eugenio Zaffaroni? Ante esto, no faltará quien le diga que tal vez él no tenga que ver, pero sí la candidata a vice que lo ungió postulante a presidente.
Son las contradicciones que tiene el candidato del peronismo a la hora de hacer lo que tiene que hacer si es que desea ser presiente de la Nación: llevar certidumbre y moderación al votante blando, ese que no sufragó nunca, o casi nunca, por el kirchnerismo, pero que está sufriendo la gestión de Cambiemos.
Cristina dijo en Rosario —en un tramo de su coloquio que pasó desapercibido para los medios— que no participará de debate alguno con sus adversarios. Parece ser también el objetivo logrado con su candidatura a vice. "Quédense tranquilos, que un vice no utiliza la Cadena Nacional", chicaneó en el Metropolitano.
El futuro de Fernández-Fernández estará directamente vinculado al apoyo que le den los gobernadores peronistas. Ahí está el secreto de la fórmula opositora. Hoy, en una entrevista con LaCapital, el sociólogo Luis Costa refiere que la chance de Macri tendrá que ver con cómo esté el ánimo de los argentinos al momento de votar. Según Costa, y otros encuestadores, el ánimo va mejorando lentamente.
Finalmente, a los argentinos no les quedan opciones ganadoras. El próximo presidente seguirá siendo Macri o será Fernández. La tercera vía se puso el helado en la frente demasiadas veces como para convertirse en opción de poder. Sí podría ser clave para que gane, o no gane, uno u otro.
A esta historia, sin embargo, le faltan varios episodios.
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