Por Mauricio Maronna
Santa Fe está a cinco semana de la elecciones más cruciales de la historia reciente. ¿Mantendrá el socialismo la provincia tras haber perdido su bastión histórico? "Vamos a volver", cantan las muchachas y muchachos peronistas. ¿Volverán?
Miguel Lifschitz tomó la mejor decisión: mandar al fondo de la historia la consulta popular por la reforma constitucional, un tema que sólo sirve para meter ruido y parecía atentar, al menos, contra la claridad de lo que importa: las elecciones a gobernador.
El gobierno, si quiere retener el poder el Frente Progresista, tiene que ir a las cosas, como decía Ortega y Gasset. Como se planteó en esta columna, lo que le importa a la gente no es la reforma constitucional. Le importa la seguridad y la economía.
Al fin, en Rosario, la importancia asignada a las dos cuestiones, hizo que el socialismo perdiera la posibilidad de tener candidato propio por la inseguridad y otras demandas no cumplidas hacia la clase media del centro, y que Cambiemos dejara atrás su cosecha de 2017 por los malísimos números de la economía nacional. Los votos fueron a Pablo Javkin y Roberto Sukerman. Aunque pueden decir algunos que "ganó el Frente Progresista por suma de votos". Todos tienen una parte de verdad relativa.
El desafío
En la provincia, Antonio Bonfatti tiene que ser un fighter, un peleador nato que vaya contra Perotti, pero deberá plantearles a los santafesinos un plan diferente en materia de seguridad. Perotti ha dicho que cambiará el esquema actual, que volverán los jefes de policía a la vieja usanza y que se determinará visibilidad en 19 unidades departamentales.
Camino al 16 de junio se redireccionarán tácticas y estrategias. Javkin y su rival en la interna, Verónica Irizar, se sacaron la foto de ocasión. A la vez, los equipos técnicos del candidato a intendente y del socialismo se reunieron para acordar tipografía, colores y consignas. En las primarias, Javkin casi no hizo uso de los estandartes de la coalición. Su tigre de campaña fue una grulla de papel. Debería mantenerla.
En Cambiemos, Roy López Molina endurecerá el discurso contra el oficialismo y vinculará a Javkin con los 30 años de socialismo. El candidato macrista perdió buena parte de sus votos a manos del ganador de la interna progresista.
Roberto Sukerman está convencido de que sus 113.084 votos son inamovibles hacia abajo, y que lo único que le queda es sumar. Para eso, el concejal peronista está tratando de seducir a una parte del voto que fue a Irizar, y llevando garantías verbales a directores y cuadros técnicos de la actual gestión. Claramente, quiere meter una cuña entre Javkin y los socialistas.
Pero, a nivel gobernador está depositada toda la expectativa provincial. Los periodistas locales son convocados desde empresas privadas para trazar diagnósticos, y los empresarios empiezan a intentar tomar una definición. La caída de Cambiemos al tercer lugar dejó afuera el escenario de tres tercios rabiosos. Perotti-Bonfatti, Bonfatti-Perotti galvanizan el aquí y ahora.
Corral hizo una buena campaña. Nada tiene que reprocharse, pero pagó un costo previsible al haber invitado a funcionarios que eran collares de sandías. Para que se entienda de manera empírica: el día que Macri vino a la provincia para bendecir su candidatura, el Riesgo País pegó una estampida que golpeó todos los techos.
"En Rosario vamos a volver más dura la campaña a nivel discursivo. Vamos por el voto que, por descontento con lo nacional, se fue con Javkin. Pero hay que hacerles entender a esos votantes nuestros que, ahora, votar por Pablo es votar por el socialismo. Salgo pato o gallareta, estos comicios serán las semillas de un nuevo horizonte para nosotros", dice López Molina en la intimidad.
Los votos que fueron a Corral en el centro rosarino no fueron pocos. Esa posibilita una lectura que no debe acelerar definiciones respecto a los comicios nacionales. En política, los muertos se cuentan fríos. Aunque, hoy, el presidente esté en el peor de los mundos.
Bonfatti tiene que salir a buscar la pelea desde el minuto uno. En cercanías del presidente de la Cámara de Diputados y del gobernador desmienten que se haya producido "un fuerte cruce" entre ambos. Haya existido o no esa pelea, para Bonfatti es una buena noticia que se despeje el terreno y todo quede concentrado en las elecciones a gobernador. "No estamos como para dividir responsabilidades, oficios y objetivos. Lo único que nos faltaba", dijeron a LaCapital cerca del ex ministro de Gobierno.
La receta es simple, aunque vaya uno a saber el resultado de las elecciones. Bonfatti, Lifschitz, y Javkin tienen que salir en conjunto a unificar estrategias. El candidato a gobernador necesita que el candidato a intendente se convierta en un puente para traccionar votos que, en las primarias, fueron a él y no a Bonfatti. Lo que debe hacer Bonfatti es lo que hizo Lifschitz en la campaña final de 2015: pedir el voto rosarino y el voto de la ciudad de Santa Fe, donde quedó tercero.
A Perotti le queda la táctica de mantener la diferencia y buscar ampliarla con votos que fueron a Bielsa o de electores que prefirieron no votar a nadie. Perotti fue objeto de una cena de felicitación por sus pares peronistas nacionales. Entre puchero y fiambres españoles, en el restaurante Oviedo.
Las elecciones se definirán en el mismo plano temporal que el cierre de listas nacionales. Hoy, el gobierno nacional perderá su séptima elección consecutiva. El que cantará victoria será Juan Schiaretti.
El cordobés tal vez sea el ordenador de una vía alternativa que evite el regreso de un museo de grandes novedades, encarnado por Macri y Cristina. Se verá.