Habla y mira con marcada emoción a su alrededor. Luciano Vera es productor agropecuario. También un apasionado de la restauración y de los autos de colección. Pero no de cualquier vehículo. “Me gustan las microcupé, es así”, arrancó comentando en diálogo con Motores el protagonista de esta historia. “Estos autitos son simpáticos y muy atractivos”, acotó con una amplia sonrisa para luego confesar sin ponerse colorado que “cada vez que entro al taller, siento que ingreso a una juguetería porque vuelvo a ser chico, a jugar con los autos”. Lucho es un hombre alto y rubusto de casi 50 años que parece un gigante al lado de estos ratoncitos. “Cuando estoy adentro de estas máquinas parece que vine de fábrica porque muchos deben preguntarse cómo hice para entrar. Aunque la verdad es que por dentro son muy amplios, pese a que no parezca”, resaltó.
—¿De dónde nació esta pasión?
—La verdad, no lo sé. Sinceramente, es así. Lo que sé, es que un día estaba sentado buscando en un cyber ratoncitos alemanes porque habré visto alguno y me gustó. Me llamó la atención y, quizá, ahí me picó el bichito. Ni hablar que una vez que los conocés, los querés a todos.
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El BMW Isetta 300 es una de las mayores debilidades de Vera,
—¿Qué es lo que ves de diferente?, porque a simple hablamos de un auto diminuto que solo es para dos personas.
—Lo simpáticos que son estos autitos. Eso es lo que más gusta de todo. Son muy atractivos. De hecho, hemos ido a exposiciones y siempre llaman la atención. Incluso un día fuimos a un evento había un ratoncito al lado de un corvette. La gente se apoyaba en el moderno auto para sacarle fotos al ratoncito. Son hermosos. Lo que causa en la gente, además, es nostalgia y recuerdo porque no hay que olvidarse que estos autos anduvieron en su momento por las calles y llamaban la atención cuando eran 0 kilómetros. Ni hablar hoy en día, que no hay muchos, por lo que cuando se ve uno es como que todos quieren verlo de cerca.
—¿Cómo hacés para restaurarlos?, ya que tenés varios en el taller.
—En realidad, le meto mano hasta cierto punto. Tengo conocimientos en chapería, pintura y mecánica, pero cuando veo que se me queman los papeles o necesito de un profesional para que se ocupe, no dudo y recurro urgente. Por suerte hay personas muy valiosas que atienden estos tipos de autos y siempre están dispuestos a ayudar.
—¿Y qué dice tu familia cuando ve que tenés una colección de autos y no pueden subirse a muchos de ellos porque son solo para dos personas?
—Y...el apoyo es fundamental en estos casos. Si no tenés ese respaldo, es muy difícil poder dedicarte a esto. No hablo solamente de la colección sino de la restauración o participar de alguna actividad, sea benéfica o de exposición como venimos haciendo. Si esa ayuda costaría alimentar esta pasión. Es que lleva tiempo estar y atender a estos autos. Y ese tiempo es el que le sacás a tu familia. Por suerte, me acompañan mucho. Tal es así que incluso mi esposa se compró un ratoncito con sus ahorros.
—¿Le llenaste la cabeza o salió de ella sola comprarlo?
—De ella solita. Me acompaña en todo y cuando surgió la posibilidad de comprar un BMW Izeta 300, sacó sus ahorros y lo adquirió. Ahora tenemos dos de estos autos.
—¿Coincidís que son autos muy particulares y tiene su público especial?
—Sí, pero también es verdad que son bellísimos y muy atractivos. Cuando vas por la calle notás que llama la atención porque muchos se quedan parados mirándolo pasar o bien otros autos van despacio atrás como viendo qué onda.
—¿Hay muchos que tienen microcupé en la ciudad?
—Sí, y nos conocemos todos. Incluso tenemos contacto a nivel nacional gracias a las diferentes redes sociales. Somos como una secta en este aspecto.
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El Zuzuki SC100 es otra de las joyas de lección que tiene Vera en el taller.
—¿Qué significa venir al taller y ponerte a restaurarlos?
—Cada vez que entro al taller siento que ingreso a una juguetería porque vuelvo a ser chico, a jugar con los autos.
—¿Le pusiste nombres a los autos?
—No, pero sé que muchos lo hacen. En ese sentido no me gusta ponerle nombre. Aunque a la vez tengo un Suzuki al cual todos llaman el Suzukito o el bugazio (buggy).
—¿Pensás sumar más autos o más ratoncitos a la colección?
—Si pudiera me gustaría tener un auto de cada marca y modelo. Si el auto está original, me gustan todos, más allá de que soy hincha de Ford. En este sentido, si hay una buena Chevy, me gustaría tener. Todos los lindos, aunque las que más me gustan son las microcupé.
—¿Hay algún objetivo a cumplir en el corto plazo?
—Sí, poder terminar de restaurar todos lo que están desarmados o en proceso de restauración. Quiero terminarlos a todos de una vez porque así estoy en una delgada línea que separa a un coleccionista de un acumulador. No quiero ni tengo intenciones de llenar el taller con cosas paradas o que no funcionen.
—¿Te quisieron o quieren comprar estos autos?
—Muchas, y todo el tiempo. Pero no se vende ninguno. Ni siquiera escucho números.
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La coleccón y restauración de autos antiguos es una de las pasiones de Vera.
—¿Sumarías más a tu colección?
—Sí. Me gustaría ampliar la colección de las microcupé porque tengo cinco o seis nomás. Me encantaría tener un henkel, un mesermik (parece una cabina de avión).
—¿Te resulta extraño ver estos autos en relación a los actuales modelos, que tienen Inteligencia Artificial y electrónica?
—Y, un poco sí, ja. Estos autos no tienen apoyacabezas, ni cinturones de seguridad ni balizas. Pero son hermosos, únicos y no los cambio por nada. Tengo un Izetta 300 que estuvo parado 10 años, y cuando le dí marcha, le puse un chorrito de nafta y arrancó de primera sin tener un testigo ni nada. Dame estas máquinas, ja.
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Los ratoncitos son muy atractivos y también muy especiales.
—¿Y qué te genera saber que andás en autos que llaman la atención desde lo estético?
—Es una linda sensación porque a muchos, tal vez, les genera gratos recuerdos. Cuando el auto está parado o en un semáforo, la gente le saca fotos. Es algo gratificante porque ponés a la vez muy contenta a muchas personas, y eso está buenísimo.
—¿Tan bueno como las acciones benéficas que vienen haciendo?
—Esa es otra linda movida que hacemos con los chicos del Rosario Auto Sport (RAS). Venimos participando de manera frecuente de muchos eventos solidarios y eso es muy importante desde lo social. Ponemos nuestro granito de arena y está copado porque ayudamos desde nuestro lugar. Por ejemplo, la vez pasada estuvimos dando una mano con la Fundación del Hospital Víctor Vilela, y ahora estamos por hacer otra movida. El auto, más allá de ser antiguo, muchas veces es disparador de historias. Por ejemplo, un padre puede comentarle a su hijo cuando ve un auto de colección que su abuelo o bisabuelo tenía uno similar y eso está bueno porque se mantiene viva las raíces.
—¿Después de restaurar lo que te queda, el objetivo es estar más tiempo con la familia también?
—Por supuesto. Tengo hijas y sé que le resto tiempo cuando vengo al taller. Pero es temporario porque una vez que termine esto, podremos disfrutarlos todos juntos. No podemos salir todos juntos en los ratoncitos porque no entramos todos, pero sí vamos a estar unidos en muchas otras cosas.