Una agrupación de vecinos autoconvocados de Gálvez reclama el cumplimiento de la ordenanza que regula la aspersión de agroquímicos, debido a las constantes infracciones que observan por parte de los productores agrarios que cultivan campos cercanos al ejido urbano. Se movilizaron, además, para visibilizar la necesidad de modificar esa normativa a fin de extender la distancia de protección, debido a que casi a diario experimentan el impacto que tienen los agroquímicos sobre la salud de las personas y, en especial, de los más pequeños.
Desde 1999 rige en Gálvez una ordenanza que establece una zona de seguridad de 400 metros en los que se prohíben las aspersiones terrestres y tres mil para las aéreas. “Hace dos años y medio que vinimos a vivir a un barrio de la periferia, frente a un campo en el que cultivan trigo y soja y fumigan constantemente. En distintas ocasiones nos vimos afectados por esas aspersiones. Hace muy poco tiempo pasó que un vecino y yo sufrimos dolor de garganta y mi hijo dermatitis”, contó Vanesa a La Capital y añadió que “avisamos a las autoridades, a Medio Ambiente de la Municipalidad, al intendente y los concejales, pero no obtuvimos ninguna respuesta”.
Por su parte, Sergio, otro vecino, manifestó que “en julio del año pasado entregamos por mesa de entrada una nota dirigida al intendente solicitando que se revea la ordenanza municipal para que realmente se pueda regular y controlar este tipo de prácticas que se realizan a menudo. Luego de insistir verbalmente nos recibieron los concejales, pero no pasó más allá de una reunión en la que escucharon y minimizaron nuestro planteo”.
“Desde ese momento -continuó- ya pasaron una cosecha de trigo, una de soja y ahora, en pocos días más, van a cosechar nuevamente el trigo. Debemos así soportar las distintas fumigaciones que realizan y la gran cantidad de polvillo contaminado que vuela cuando cosechan e ingresa y daña las vías respiratorias, la piel y queda en el ambiente por varios días”.
afección dérmica 1.jpg
Un niño con erupciones en la piel luego de que el campo cercano a su vivienda fuera asperjado con agroquímicos en Gálvez.
“Desde el municipio no obtuvimos respuestas, salvo algunas previas a las elecciones, pero todavía estamos esperando que nos reciban. Todo esto queda en palabrerío y por esa razón queremos dar a conocer la situación que se está dando en la ciudad de Gálvez y, sobre todo, en este barrio”.
“La gente que fumiga muestra documentación y asegura que tienen todo legal pero la falencia es directamente de las autoridades municipales. Porque los habitantes debemos soportar que no respetan lo que establece en materia ambiental la Constitución Nacional, la legislación provincial y la ordenanza local”, señaló Sergio.
“Esto es lo que queremos dar a conocer, una situación que nos angustia muchísimo porque somos vecinos afectados que no logramos que esto cambie y las situaciones a exposición de agroquímicos se dan muy a menudo”, explicó y se quejó porque “nadie controla ni regula cómo, a qué distancia y con qué están fumigando”.
Un inspector
“Mínimamente tendría que haber un veedor, eso es lo que planteamos, pero a su vez todos sabemos que 400 metros es muy poco para realizar estas prácticas. Sabemos que están matando plagas o malezas, pero los productos que están utilizando son sumamente contaminantes y dañinos para la salud”, observó y agregó que “en ocasiones tuvimos que llamar a la policía porque el viento venía hacia las viviendas y fumigaban igual. Tampoco sabemos qué preparado utilizan, lo hacen a cualquier hora, incluso durante la noche y eso es algo que tendría que controlar el municipio”.
“A veces nos levantamos a la mañana y no se aguanta el olor. Luego empiezan a aparecer los síntomas de afecciones en la piel y cuadros respiratorios, principalmente en los niños”, se ofuscó.
Otros de los vecinos que participó de la reunión para reclamar y visibilizar la problemática tiene su vivienda en barrio, Santa Margarita, al noreste de la ciudad. “Por estar próximos al campo nos empezamos a juntar para charlar de estos temas que nos preocupan. Pero después comenzaron a sumarse de otros barrios porque padecen el mismo problema en otros puntos de la ciudad.
Leandro, de barrio San José, fue parte de los vecinos que participaron en la redacción de la ordenanza que está en vigencia en 1999. “En ese momento se conformó un grupo de vecinos autoconvocados y se hicieron asambleas en los barrios y en la biblioteca popular. Con esa participación se llegó a la ordenanza que, dentro de todo, creemos que hay que defender porque, si bien consideramos que no es suficiente, por lo menos fija un límite”, dijo.
Además, señaló que “permanentemente venimos resistiendo las intenciones de modificar esa distancia por parte de los productores agrarios, quienes aseguran que con buenas prácticas agrícolas se pude fumigar más cerca de las personas, incluso hasta la línea cero”.
Los 400 no alcanzan
“Acá hay una situación muy grave. Quienes debemos pasar por esta experiencia sabemos que los 400 metros no alcanzan y por esa razón apoyamos las diversas iniciativas que se presentaron en su momento en la Legislatura para extender esa distancia”, explicó el vecino y mencionó a la presentada por el diputado provincial Carlos Del Frade, que proponía una distancia de mil metros de los centros urbanos.
“Pero el lobby sojero y los sectores con gran poder económico impidieron la votación al igual que otras iniciativas que perdieron estado parlamentario y no se trataron en el recinto”, dijo Leandro y recordó que “acá en Gálvez, también ingresamos a través de la banca ciudadana un proyecto para rediscutir la ordenanza y ampliar el área de protección a mil metros. Incluso se presentaron alternativas para que se desarrollen en el área de protección establecimientos que produzcan alimentos orgánicos, sin usar agroquímicos, que es lo que está dañando la salud de la población”.
“Hay toda una discusión. Nosotros somos conscientes del daño, y es una lucha muy grande porque del otro lado hay grupos empresarios que tienen mucho poder de fuego. Por ejemplo, acá se formalizó un compromiso entre la Secretaría de Medio Ambiente de la Municipalidad y del productor para que cuando se disponga a fumigar avise a los vecinos para que puedan tomar algunos recaudos”, dijo y contó que “ni siquiera eso se cumplió”.
“No se ponen en el lugar del otro, porque no puede ser que la gente del barrio tenga que encerrarse o dejar sus casas los días que realizan las fumigaciones. Y lo que es peor aún, actualmente no nos enteramos hasta que nos damos cuenta cuando ya estamos fumigados”, se quejó.
“No estamos en contra de la producción, estamos en contra de que la Municipalidad no se haga cargo del pedido de la gente. Miran para otro lado y no modifican la ordenanza, no regulan y no controlan este tipo de prácticas”, concluyó.