De Tablada pueden dar cuenta tanto el empeño de las “hormigas”, como la violencia en las noticias. Las dos cosas son ciertas. Pero no tienen la misma densidad. Y ganan las hormigas. Así de tenaz, solidario y creativo es el trabajo del barrio en organizaciones sociales, culturales y deportivas para conjurar el contraluz que genera la exclusión en sus zonas más complejas. Es el barrio con más escuelas públicas, que gestó La Vigil, capaz de encender pasiones, aunque Central Córdoba no esté en primera, que sigue con casas bajas, talleres y donde su única radio comunitaria, La Hormiga 104.3, es una voz potente que forja identidad y conciencia.
El barrio tiene orquesta, músicos, escritores, docentes de alto perfil, actores, actrices, murga, clubes, centros de salud y comunitarios, y el gran pintor Orlando Belloni. El periódico Ecos de Tablada, de la Asociación Vecinal Rosario Sudeste (Avrose), refleja la vida cotidiana y, según los vecinos, la Asociación Civil Biblioteca Popular Pocho Lepratti, con su jardín de infantes Las Hormiguitas y su radio, logra “la inmensa capacidad de armar realidades”.
Eso es Tablada. Un reservorio, un semillero de acciones originales, inclusivas, que capilarizan una realidad con márgenes aún insatisfechos, de vínculos ásperos y violencia, estigmas de un barrio que, oficialmente, se llama General José de San Martín. Surgió en las primeras décadas del siglo XX, en torno a un matadero y basural, una génesis que, en 1937, Rosa Wernicke describió hasta la hondura de la condición humana, en “Las colinas del hambre”, primera novela latinoamericana en hablar de asentamientos.
Trabajo de hormigas
“Son espacios que si no estuviesen, la realidad sería mucho más compleja”, dice Carlos Nuñez, psicólogo, docente y director de la biblioteca Lepratti, que lleva 23 años, en Chacabuco 3085, sobre ese potente accionar de cultura popular y comunitaria que forman el entramado social, solidario y colectivo, marca registrada de Tablada. Desde esa convicción, la biblioteca, además de tener 20 mil libros, oficia de gestar espacios de aprendizaje, de reflexión, lúdicos y de capacitación, desde la primera infancia hasta los adultos mayores.
Además del jardín de infantes y la radio, sólo a modo de ejemplo, la biblioteca Lepratti tiene cursos de oficios, el estudio multimedia Trincheras del Sur, para producciones musicales y artes visuales, tres talleres de periodismo para personas mayores, otros tantos con jóvenes a través del programa Nueva Oportunidad y entrega de bolsones de alimentos. Trabajos que articulan con otras organizaciones del barrio y que se pueden ayudar a sostener a través de suscripciones en www.pocholepratti.org.
Maestros
Evocando la canción de Patxi Andión, las escuelas de Tablada son espacios imprescindibles. Entre sus referentes está Gabriel San Sebastián, innovador y comprometido, profesor, precursor en aplicar la Educación Sexual Integral (ESI), en la escuela N551, de Grandoli y Ayolas, bajando los embarazos adolescentes. La dura realidad de Villa Manuelita, tiene el Bachi, como lo llaman por pertenencia y afecto, un bachillerato creado ad hoc que logró reconocimiento oficial, un lugar abierto a la comunidad para alojar demandas complejas y acompañarlas con dispositivos creativos, que exceden en mucho las currículas, explica la docente Laura Scopetta portavoz de un equipo de alto compromiso social.
El chino de Tablada
El barrio plasma su realidad en el arte, cauces profundos y creativos. Así nació El Chino de Tablada, de Marcelo Scalona, novela que transcurre en Alem y Ayolas, residencia real de autor y personajes, inspirada en el supemercado rchino del barrio “en una historia donde acecha la violencia social, el tema narco, los conflictos personales de ambos y el drama social”, explica el escritor. En los pentagramas, el cantautor Juan Iriarte dedicó Local y Popular al Trinche Carlovich, tema de su flamante disco, y antes, con Milonga de la Tablada (YouTube), ironizó el estigma barrial y motivó a los internos de la cárcel a participar en talleres de poesía. Desde un taller literario para niños, Any Reyna recoge con asombro los mundos que los pequeños plasman en relatos y poesías que reflejan la realidad social de sus familias.
Un imprescindible
Germán Gago preside la vecinal 22 de Julio, Grandoli 4065, pintor de brocha y de murales, y de una capacidad de trabajo y compromiso que lo destacan. “Somos un barrio periférico a quince minutos del centro”, dice y detalla las carencias del lugar desde lo urbanístico, desde Ayacucho hacia el río. Trabajan en red en educación y salud, tiene talleres y ofrecen trámites en asesoría jurídica, Registro Civil y el Imusa (Instituto Municipal de Salud Animal).