En Rosario hay hoteles que bajaron la persiana en pandemia y no reabrieron.
Los edificios que se construyeron como hoteles en el siglo XX ocupan enormes superficies y tienen considerables infraestructuras. ¿Qué pasa cuando sus dueños no pueden o no quieren gestionarlos más? Desde hace años, algunos hoteles de Rosario quedaron “en pausa”: no funcionan, tampoco cambian de rubro. Eso no implica que necesariamente la ciudad haya perdido plazas, porque al mismo tiempo que se producen estos cierres aparecen nuevas propuestas, generalmente con otros servicios e incluso a distancia del centro. Esta nota explora la reconfiguración del sector, que tiende a concentrarse y hacer eje en un pasajero de mayor poder adquisitivo, y qué huellas deja en la ciudad un hotel cuando cambia de destino.
Entre los casos de establecimientos que bajaron la persiana en la pandemia y cinco años después siguen cerrados y vacíos, figuran dos con importantes instalaciones: el Viena de Ovidio Lagos al 500, con 1.420 metros cuadrados de superficie cubierta en el macrocentro, y el Rosario, un clásico de tres estrellas en la cortada Ricardone 1365. A pocos pasos, en San Luis al 1300, funcionó hasta 2017 el Nuevo Hotel Europeo, que en la década del 50 fue simplemente Europeo. Hoy la planta baja está ocupada por locales de venta de bijouterie y las antiguas habitaciones no albergan pasajeros, sino mercadería de estos negocios, cuenta un comerciante de la cuadra, que en la vereda de enfrente tiene a la plaza Sarmiento.
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Este año salió a la venta, con la propuesta de ser reciclado, el Normandie de Mitre 1030, en actividad entre 1948 y 2014. La corredora inmobiliaria Carina Alalí revela que la propiedad fue reservada en un caso de alquiler con opción a compra. En este momento lo están refaccionando y su próximo destino será el de geriátrico. De todos modos, quienes deseen comprar un exhotel tienen la posibilidad de adquirir, además de los que se mencionaron más arriba, el que se llamó Puerto Bandera. La propiedad de Buenos Aires 1020 se ofrece “desarrollada en dos cuerpos que combinan un predio en altura con múltiples niveles y una casona patrimonial, con ingresos independientes”, según el aviso.
Chicos con problemas grandes
El presidente de la asociación empresaria hotelero-gastronómica, Damián Auzunbud, recuerda que una gran reconversión del sector se produjo para el campeonato mundial de fútbol de 1978, que tuvo a Rosario como una de sus sedes. En cambio en los últimos años los más golpeados fueron los establecimientos de una y dos estrellas, que venían con baja rentabilidad. En esa franja eran comunes las administraciones familiares, cuyas nuevas generaciones no pudieron o no quisieron mantener la inversión intensiva que requiere el rubro o la exigente atención, cada vez más compleja en el actual entorno digital.
La estrategia sanitaria frente a la pandemia de Covid 19 y luego el posicionamiento de la ciudad como una de las más peligrosas del país significaron para muchos negocios un tiro de gracia en un contexto de actividades laborales, educativas y empresariales que pasaron a realizarse a distancia. De todos modos, “la oferta hotelera en cantidad de plazas aumentó, lo que pasa es que se concentró en el sector de población que más viaja: cuatro y cinco estrellas y apart hotel. Hoy en día es un sector más competitivo”, dice Auzunbud, al frente del Howard Johnson.
Los inmuebles correspondientes a emprendimientos de menor escala (y que habían sido pensados para un uso más intensivo de lunes a viernes, cuando lo que prima ahora es el turismo de fin de semana) cambiaron de rubro por alquiler o por venta. Pero no siempre es fácil ubicar estos “elefantes blancos”, un fenómeno que excede lo local.
Nuevos y usados
Edificios diseñados teniendo en cuenta los hábitos, las necesidades y los servicios disponibles en una determinada época son aprovechados más adelante para distintos usos. En Rosario hay varios ejemplos. Quizás muchos no lo sepan o no lo recuerden, pero la sede de la UNR de Maipú 1067 fue antes el Gran Hotel Italia, que llegó a tener 200 habitaciones y 25 departamentos amoblados, además de comedor a la carta con orquesta. Había sido inaugurado en 1897 y fue salvado de la demolición luego de su remate en 1987. En tanto el Liceo Avellaneda, de Córdoba al 600, funciona en un inmueble construido hacia 1896 para albergar al lujoso hotel “France et d'Angleterre”. A partir de entonces tuvo distintos nombres y usos, desde tienda mayorista y depósito de mercaderías, a sede de instituciones educativas y hasta ollas populares, de acuerdo al sitio web de esta tradicional escuela secundaria.
hotel italia
Sobre el caso de grandes hoteles actualmente vacíos, el presidente del Colegio de Arquitectos de la segunda circunscripción, Rubén Palumbo, cree que “siempre resulta más económico poner en valor una infraestructura que hacer un hotel de cero. El alojamiento temporario para turistas podría ir a los viejos establecimientos que no están funcionando”. Otra opción para estos inmuebles es que sean ocupados por oficinas e incluso por residencias permanentes en una ciudad donde faltan viviendas.
De hecho, en otros lugares del mundo están probando cómo resulta vivir en edificios con espacios comunes más grandes y espacios personales más reducidos, sin perder confort, explica el arquitecto a La Capital. Se trata de grupos que buscan innovar, se asocian en torno a un proyecto y muchas veces tienen gestión cooperativa, por ejemplo en Barcelona. “Son experiencias que se podrían intentar desde el Estado, quizás a la provincia le saldría más barato comprar (los viejos hoteles vacíos) y convertirlos en residencias. Hay una estructura de soporte ya disponible”, plantea Palumbo.
En rigor, compartir infraestructura para quienes vienen de otros lugares a cursar estudios superiores a Rosario es una postal que se repite año tras año. En ese sentido, la universidad pública gestiona desde 2022, entre otros albergues, la residencia universitaria Ismael Casiano Bordabehere de Santa Fe al 1400. Allí funcionaba el Pringles Apart Hotel, de tres estrellas. Tiene capacidad para albergar a 150 estudiantes.
Mientras algunos hoteles esperan durante años sus nuevos destinos, a otros les toca aguardar incluso para ser construidos. Tal es el caso de La Cite, en peatonal San Martín entre San Juan y Mendoza, abierto en 2013 en el predio de un desarrollo urbano que había quedado trunco desde la década del ?70, y el de Dorrego y San juan, que tardó 12 años en inaugurarse. Lo hizo en febrero de este año bajo la denominación Innovo y con servicios que corresponden a un establecimiento cuatro estrellas.
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