Las pintadas de Newell’s y Central han sido históricamente parte del folclore del fútbol rosarino, hasta que se salieron de control. Tanto que ya no se respeta el mobiliario urbano y tampoco inmuebles privados. Y si bien se buscó morigerar los efectos de la acción desenfrenada de los hinchas, el problema recrudeció en los últimos meses.
La búsqueda por dejar el sello de ambos clubes se inició en las zonas aledañas a los estadios y luego pasó a los barrios emblemáticos de una y otra institución, hasta que poco a poco las pintadas se empezaron a impregnar también en los accesos a la ciudad. Es una práctica que contiene pero excede a las barras de los clubes, y que forma parte del acervo identitario del hincha, de los jóvenes tanto del centro como de los barrios que buscan construirse una imagen de pertenencia a un grupo, buscando al otro como oposición para forjar esa autoafirmación.
Pero hace una década, la situación se descontroló y se convirtió en un flagelo propagado en todos los rincones de la ciudad. Cada elemento del mobiliario urbano, desde cordones, muros, columnas de alumbrado, y hasta árboles comenzaron a teñirse de rojo y negro, o de azul y amarillo según quién domine la zona. Barrios enteros entraron en disputa, amaneciendo cada día manchados con los colores de uno u otro club.
El diálogo con las comisiones directivas no sirvió de mucho: aunque en 2012, la por entonces intendenta Mónica Fein se reunió con los presidentes Norberto Speciale y Guillermo Lorente para buscar una forma de lograr la convivencia en las calles, la fiebre no se detuvo. Testimonios de diversos orígenes indican complicidades dirigenciales en la provisión de materiales y policiales en la ejecución de los operativos de pintura, en los que a veces participarían barras. Para colmo, se produjeron episodios de violencia, con quema de cubiertas y bombas molotov en la fachada de diferentes domicilios.
Organizaciones de vecinos que trabajan la problemática con dedicación apuntan que en los últimos años el municipio finalmente encaró el tema con seriedad y la escalada pareció encontrar algo de calma. Pero desde hace pocos meses se puede observar un recrudecimiento de las pintadas: San Martín y Arijón (NOB); el Cruce Alberdi (RC); vViaducto Avellaneda (RC); Paseo Ribereño, de Génova a bajada Puccio (RC); los alrededores de la Iglesia de San Cayetano de Buenos Aires y Riobamba (NOB), avenida Perón del 6000 al 6700 (NOB) son algunas de las zonas que se vieron perjudicadas por la nueva serie vandálica.
Trabajo conjunto
Desde una de esas ONG, la Asociación Amigos del Parque Independencia, destacan que fue durante la última gestión de la Secretaría de Ambiente y Espacio Público cuando encontraron la voluntad de trabajar conjuntamente llevando a cabo tareas de repintado y limpieza de todas las áreas públicas afectadas.
“Durante el año pasado, se trabajó mucho con la Dirección de Señalización. De manera voluntaria, hicimos un relevamiento en los seis distritos para que las cuadrillas municipales trabajaran sobre el mobiliario público afectado, fundamentalmente restituyendo los colores reglamentarios sobre columnas de iluminación, tableros, semáforos y cordones”, dice el titular de la asociación, Adrián D’Alessandro.
Dificultad
El referente afirma que en algunos casos la tarea no es posible de llevar a cabo porque las pintadas están hechas sobre árboles o palmeras, y en el intento de removerlas pueden intoxicarse las plantas. Así, menciona como ejemplos los palos borrachos centenarios de la esquina de Lagos y Perón, las palmeras del Paseo Ribereño y árboles de Colombres dentro de lo que es el camino a La Florida.
Por otra parte, las pintadas sobre propiedad privada es un tópico más delicado. Según cuentan los vecinos, en algunos casos las fachadas de las casas son intervenidas con autorización de los propietarios. Otras, los dueños no aceptan que sean reparadas, porque temen que vuelvan a pintarlas. “Preferimos vivir con un mural en el frente, antes que ser amedrentados”, dijo un habitante de la zona del Coloso que pidió reserva de identidad.
Ante la nueva gestión, advierte D’Alessandro, la idea es continuar del mismo modo, por lo que ya se han puesto en contacto con las nuevas autoridades para hacerles llegar el mapeo con las zonas calientes donde más se detecta el inconveniente. “A lo largo de estos años, desde el municipio se han hecho reuniones con los presidentes de los clubes, coordinado acciones con la policía, con la Guardia Urbana, y todo ayudó. Pero esto es lo que mejor resultado nos dio”, dice el titular de Amigos del Parque.
Para el activista, se trata de “cortar el diálogo de la pintura, en el que se van conquistando permanentemente los territorios, y el único que puede cortar ese ida y vuelta es el municipio”. En ese sentido, apunta que lo importante es ”tener una intervención rápida para generar un desánimo”, ya que las zonas en las que se repara de forma veloz e insistente, no suelen presentar reincidencias.
Otro aspecto fundamental, según D’Alessandro, es que los clubes no colaboren con el suministro de pintura. “Ambos clubes han tenido como sponsors reconocidas marcas que pagaban una parte con mercadería que se volcaba a esta práctica. Si bien esto se cortó el año pasado, tengo muchas dudas de que no haya regresado, porque hay muchos puntos de la ciudad con pintadas de largas cuadras de recorrido”, dijo, y mencionó entre ellas avenida San Martín, entre Arijón y Circunvalación, el cruce Alberdi, o el viaducto Avellaneda.
En ese marco, destacó el triste caso de Circunvalación, que luego de ser totalmente restaurada a comienzos del año pasado, volvió a ser vandalizada. “Había quedado impecable, pero ya hay pintadas sobre los puentes de bulevar Oroño, Mendoza, Ovidio Lagos, y las empalizadas frente a barrio Rucci”, indicó. Y destacó que “son intervenciones que llevan cientos de litros de pintura y no pueden hacerse en un rato”, por lo que reclamó “un mayor compromiso de la policía” porque “no puede ser que nadie vea nada”. De hecho, hay testimonios de vecinos que denuncian que vieron patrulleros custodiando a los pintores.
“Se lo toma como algo menor, pero producto de esto se han detectado enfrentamientos entre grupos. Vamos a ver si las nuevas autoridades del Ministerio de Seguridad como de la Municipalidad toman cartas en el asunto. No hay derecho para que los rosarinos tengamos el espacio público embanderado con los colores de un club u otro”, cerró el presidente de la asociación.