Dos bandas de adolescentes volvieron a enfrentarse anteayer con palos y piedras
frente al shopping Alto Rosario. "No es la primera vez, los vecinos ya están cansados de estos
incidentes", señalaron fuentes policiales de prensa. De hecho, las llamadas a la seccional 8ª para
alertar de la pelea partieron del propio vecindario y así fue como la gresca terminó con ocho
chicos demorados, luego retirados por sus consternados padres. Desde el Centro de la Juventud
municipal interpretan estas situaciones como "mecanismos de afirmación de la identidad que se
fundan en la exclusión del considerado diferente, ya sea a través de la indiferencia o del
castigo".
En este caso, las bandas enfrentadas fueron la Gran Sensación Popular (en los
fotologs de la web aparece por su sigla, GSP) y otra de barrio Ludueña. En ocasiones anteriores, y
en el mismo lugar, ya se habían peleado otros grupos, entre ellos uno llamado La Favela.
Todo empezó el domingo a las 19, sobre Junín a la altura del shopping. Según la
titular de la seccional 8ª, Cristina Machado, allí se produjo "un desorden de proporciones", al que
tildó de "batalla campal".
A esa calificación, con la que coincidió el inspector de la Zona II, Daniel
Díaz, contribuyeron distintas cosas: que de la gresca participaron entre 60 y 80 chicos que se
agredieron con piedras y palos. Incluso hubo vecinos que dijeron haber oído detonaciones de armas
de fuego, algo que la policía no logró comprobar.
Tras los incidentes, ocho chicos de entre 13 y 17 años (ninguno con
antecedentes) terminaron demorados en la comisaría, de donde una hora más tarde fueron a retirarlos
sus "preocupados" padres.
Según la experiencia de Díaz, la mayoría de esos padres "no puede creer o no
acepta que sus hijos formen parte de estas banditas que parecen imitar, por su comportamiento, por
su forma de vestir y peinarse, a las clásicas pandillas de Estados Unidos".
El inspector afirmó que el enfrentamiento los tomó "un poco por sorpresa" porque
hacía dos meses que no se registraba en el barrio ningún incidente entre grupos de chicos que
disputan el "control de la zona". Por esa razón, adelantó, dispondrán un "servicio" para prevenir
nuevos hechos.
Aun así, Díaz recordó que "se trata de un problema de todos, y no exclusivamente
policial", por lo que también pidió a los padres "un poco más de control" sobre sus hijos.
Pertenecer. No es una novedad que las "tribus urbanas" funcionan básicamente por
identificación. Los ejes de lo que se siente en común pueden ser de lo más variados: una
delimitación territorial, una adscripción musical o deportiva, una forma de vestir, o varios de
ellos a la vez. Quizás sea lo de menos. Lo cierto es que pertenecer a una banda parece obligar a
lealtades que suelen funcionar por exclusión: los que no forman parte de ella, y en cambio integran
otra, son potenciales adversarios.
La coordinadora del programa Construyendo Derechos, que depende del Centro de la
Juventud, Mónica Sparisci, dio algunas claves para entender esos comportamientos. "El tema es cómo
me comporto frente al diferente: si la única alternativa que encuentro es la exclusión, entonces lo
castigo o no lo veo, y allí es donde el enfrentamiento aparece como respuesta", explicó.
Aun así, la psicóloga sostuvo que esos mecanismos que reafirman la identidad y a
la vez discriminan al que se concibe como distinto no son exclusivos, ni mucho menos, de
adolescentes y jóvenes. "Son sólo una expresión más de cosas no resueltas en el marco de la
convivencia social", dijo. Los enfrentamientos entre hinchadas de fútbol son otro ejemplo.
Para Sparisci, en esos casos el "cuerpo a cuerpo" se vuelve una forma de regular
las oposiciones y de dirimir cuestiones de poder.