La Asociación de Empresas Fúnebres de la Provincia, que aglutina a las cocherías, expresó su preocupación por la inseguridad y los hechos de violencia que ocurrieron en velorios y sepelios, y exigen que la provincia y la Municipalidad garanticen la seguridad en su trabajo.
El lunes 20 de febrero, un hombre murió y otros seis resultaron heridos en medio de una balacera que se produjo en la puerta de una cochería donde velaban a una persona que había sido asesinada.
Éste y otros hechos de violencia que se están sucediendo no solo en las puertas de las casas velatorias sino también en los recorridos hasta los cementerios e incluso en las mismas necrópolis disparó la preocupación de las empresas funerarias por sus empleados.
“Tenemos miedo de que les pase algo, de que pierdan la vida”, se lamentó el titular de la Asociación de Empresas Fúnebres de la Provincia, Luis Pinilla.
Ante esto, exigen seguridad para poder seguir trabajando y conteniendo a los familiares de los difuntos.
“Estamos pidiendo algunas medidas de seguridad sobre todo para los velorios de las personas que murieron en hechos violentos”, aclaró Pinilla.
“Ya no hablamos de preocupación por robos, estamos hablando de que podemos perder la vida en el medio del trabajo”, reforzó.
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Ante esto, están intentando que la Municipalidad los reciba o la provincia, a través del Ministerio de Seguridad, para garantizar algún operativo que les permita “trabajar tranquilos”.
Pinilla contó que ante el miedo que tienen por los hechos violentos, esta semana un patrullero y una moto con un policía se apostaron en las dos esquinas de la sala velatoria donde despedían al difunto y “estuvo todo tranquilo”, comentó Pinilla quien piensa que tal vez sea la solución: contar con personal policial cuando se sucedan este tipo de velorios.
“Estamos analizando cómo se podrían reducir los riesgos ante estos hechos violentos como las balaceras. Tal vez hay que armar un protocolo para que se puedan hacer estos velorios con tranquilidad”, comentó Pinilla.
Sin código
“Antes había un código de respeto ante la muerte de una persona, pero ahora ni eso”, se lamentó.
Los trabajadores de los cementerios comparten la misma preocupación y también quieren que se los proteja. “Los empleados nuestros trabajan atemorizados y no queremos lamentar ningún incidente”, subrayó.
Pinilla explicó que, entre otras posibilidades baraja la posibilida de realizar los velorios en un horario fijo, entre las 8 a las 20, y solo en salas velatorias o lugares públicos, donde se puedan hacer controles.
Ahora esperan mantener una reunión con empresas de Rosario para coordinar la logística de los velatorio y el traslado a los cementerios de las personas fallecidas en hechos violentos o que puedan tener relación en casos de extrema violencia ligadas al narcotráfico.
Una sucesión de ataques violentos durante el último adiós
En Rosario hay sicarios que persiguen al rival hasta el límite de lo concebible. Matar en un velatorio o en un funeral a los familiares de la persona que se está despidiendo forma parte de las estrategias.
Pablo Sebastián Latorre fue asesinado el lunes 20 de febrero a la tarde cuando se acercó a la sala donde velaban a Gustavo Jorge Maturano y seis personas resultaron heridas, entre ellas una mujer embarazada de 37 semanas.
El 28 de octubre de 2022 cuando la familia de Soraya Rubiolo se preparaba para velar a la adolescente de 16 años asesinada, dos tiratiros en moto balearon la casa de Colombres al 2100 del barrio Santa Lucía donde la muchacha había sido muerta un día antes. Soraya era madre de una nena de cinco meses y su velatorio iba a comenzar a las 19, dos horas después del ataque a balazos contra la casa.
El jueves 21 de abril de 2021 dos hombres en moto pasaron frente a la casa velatoria de Matienzo al 3300 y efectuaron varios disparos que impactaron en un auto estacionado a escasos metros del local y en el frente de una casa vecina.
En ese momento, se realizaba el velatorio de Brian Sebastián Calegari, un hombre de 28 años ultimado en una balacera ocurrida dos días antes en Biedma y Espinillo.
El ataque a la casa velatoria no causó heridos, pero sembró más angustia y terror entre los pocos familiares del difunto. El cortejo que trasladó los restos de Calegari debió ser fuertemente custodiado por la policía.