A poco menos de dos años de su creación, la Policía Comunitaria que se encuentra en la ciudad muestra algunas falencias en su desarrollo cotidiano. Desde poco personal hasta oficinas con falta de equipamiento, pasando por agentes que llegan a trabajar más de 12 horas, forman el común denominador de los problemas que se suscitaron en estos días.
De una punta a la otra de Rosario pudieron divisarse algunas falencias a casi dos años de la creación de la primera casa de la Policía Comunitaria, en el sector de Moreno y Arrieta (barrio Las Flores), allá por mayo de 2014. La Capital dialogó con vecinos y policías por igual y cada zona presentó sus características. Si bien se anunció que el modelo se replicará de manera progresiva en 20 barrios de la ciudad, todo indica que hay algunas cuestiones que habrá que modificar antes de comenzar a expandir el servicio.
En el destacamento de Pichincha (avenida Rivadavia y Pueyrredón), los agentes admitieron que recién hace dos semanas se normalizó el servicio. "Hasta hace poco éramos sólo dos personas por día para cubrir el horario de 8 a 21, todos los días de la semana. Los compañeros que faltaban estaban haciendo trabajos en las comisarías del centro", narraron.
Esta situación, según contaron, les imposibilitaba realizar los patrullajes de manera correcta. La idea original era que cuatro agentes recorrieran, a pie, la avenida Rivadavia en sentido hacia bulevar Oroño.
Vecinos de la zona dieron cuenta de ello, manifestando que los servicios de la Policía Comunitaria comenzaron "con todo, después decayeron un poco y recién en estos días se está viendo de nuevo a los policías en la calle".
Barrio Belgrano. En el destacamento de las cuatro plazas, ubicado en Mendoza y Provincias Unidas (y que se hizo tristemente conocido por el episodio de los cuatro asaltos en seis días al quiosco de diarios de Mendoza y Fraga), un agente comentó: "Faltaría más gente. Mandamos binomios de personas a la calle, unos recorren Mendoza, y otros Provincias Unidas. Aparte ahora extendieron nuestro perímetro".
En el momento en que La Capital visitó este destacamento, los agentes indicaron que el móvil estaba en un procedimiento en barrio Ludueña. "Ahí perdemos al chofer y a un refuerzo", admitieron y agregaron: "Nos dieron dos motos con dos choferes, pero nos sacaron dos caminantes. O sea, estamos igual".
A estas bajas se les suma que hay algunas personas con carpeta médica. "Una chica está embarazada y otra tuvo familia hace poco. Son dos menos. Somos personas, no robots", remarcaron.
Su trabajo no termina ahí, por lo menos el de este destacamento. Según contaron, antes hacían patrullajes durante la madrugada. Pero tuvieron que dejar de hacerlo y, ahora, sólo se conforman con hacer "controles a taxis por la noche. A veces también nosotros disponemos de hacer controles a vehículos. Pero sale de nosotros, no de alguna orden", admitieron.
Por su parte, vecinos aclararon que se los suele ver pasar por Mendoza. Pero que los peores hechos, como los robos al "famoso" quiosco de diarios, fueron todos de madrugada.
Amueblado. El caso más peculiar de la recorrida se dio en el barrio Tiro Suizo.
Los agentes, apostados en el club homónimo y que no pudieron dialogar con este medio, sólo detallaron que tendrían reuniones para arreglar nuevos horarios para el desempeño de sus tareas diarias.
Quienes sí hablaron fueron los vecinos, que comentaron que "ni bien arrancaron, desde la Asociación de Comerciantes de calle San Martín les dimos una heladera, un hornito y cuatro celulares para que se comunicaran con los vecinos porque no tenían nada".
Otro lugareño se sumó a la charla y aclaró: "Hay días en que se los ve, y otros que no. Son bastante irregulares. El lunes, por ejemplo, se vieron seis en una cuadra. Pero estaban tres en una vereda y tres en la de en frente. Así no creo que funcione", indicó el vecino.
Así las cosas, a poco menos de dos años de su creación, la Policía Comunitaria muestra algunas falencias en los barrios que merecen ser revisadas.