Todd Reichert, un ingeniero aeroespacial de 33 años metido a diseñador de bicicletas, y su equipo de AeroVelo, la empresa canadiense que fabrica los prototipos, logró romper el récord mundial de velocidad de vehículos a tracción humana alcanzando 142,04 kilómetros por hora. De estar conduciendo un coche o una moto, el ingeniero habría cometido una infracción de tráfico: el límite de velocidad en la carretera de Nevada donde se realizó la prueba es de 129 kilómetros por hora.
El récord se batió el miércoles a las siete de la tarde (hora local), pero la organización no lo confirmó hasta el jueves. El equipo, vinculado a la Universidad de Toronto, superó así los tres récords anteriores, que también había alcanzado Reichert.
El World Human Powered Speed Challenge (Reto Mundial de Velocidad por Tracción Humana) es un encuentro anual de una semana celebrado desde hace 17 años. Sobre ocho kilómetros del asfalto polvoriento de la ruta 305 de Nevada (centro este de Estados Unidos) pululan ingenieros e inventores y unos artilugios aerodinámicos relacionados lejanamente con las bicicletas clásicas, que algunos llaman speedbikes (bicicletas veloces) por motivos obvios y otros recumbents (reclinadas) por la posición que adoptan quienes las montan para reducir la resistencia del viento y las turbulencias.
Las estrellas de estos aparatos son metales y compuestos raros muy livianos y resistentes, como aleaciones de aluminio, titanio y fibra de carbono. Pesan 25 kilogramos.
Antes de iniciar la carrera triunfal, el otro ingeniero detrás de AeroVelo, Cameron Robertson, reconoció algunos retoques sobre el diseño del año pasado para arañarle kilómetros al reloj. "Hemos mejorado el número de marchas y cambiado el ratio de cada una de ellas para mejorar el pedaleo". También reformaron las ruedas, que necesitaban ajustes de aerodinámica. Para reducir la resistencia de rodada trabajaron en la presión de los neumáticos y cambiaron la ventilación para darle más confort a Reichert dentro del vehículo.
Y, como otros constructores, hicieron desaparecer el parabrisas del carenado para reducir la resistencia al aire. Los ciclistas ven la carretera a través de unos lentes conectados a diminutas cámaras ubicadas en la parte delantera del rodado.
AeroVelo no piensa en una salida comercial directa. "Esperamos que los diseñadores del transporte empiecen a darse cuenta de nuestras ideas para reducir el consumo de energía y, de hecho, aparte de AeroVelo estamos trabajando en un producto para el mercado basado en las técnicas que hemos venido desarrollando", dijo Robertson desde Battle Mountain, la ciudad más cercana a la competición.
"Con estos diseños queremos cambiar la percepción de la gente sobre todo lo que se puede conseguir al rebasar los límites de la tecnología del transporte sostenible", aseguró. "Estas bicis son mucho más eficientes que los coches", precisó.