El filósofo Gianni Vattimo falleció este martes por la noche en Turín. Tenía 87 años. La noticia de su muerte la dio Simone Caminada, de 38 años, su asistente y compañero durante 14 años. Vattimo pasó a la posteridad bajo el rótulo de "filosofo del pensamiento débil", pero era más que eso: era un pensador enemigo de dogmas y absolutos metafísicos.
Se consideraba a la vez comunista y cristiano. Era el pensador antidogmático por excelencia, el opositor convencido de la ambición de describir la realidad mediante la filosofía o la ciencia. Vattimo se le debe reconocer su coherencia en la crítica a toda construcción metafísica, expresada en el "pensamiento débil", título de una colección de ensayos de 1983. El rótulo tuvo éxito, perduró y a la vez fue la fortuna y el encasillamiento para Vattimo.
Al filósofo turinés también hay que reconocerle haber intentado siempre hacer accesible su elaboración teórica al público culto medio. Su escritura era límpida, aunque sugerente. Siempre estuvo abierto al diálogo y a la participación en las iniciativas más diversas. Incluso en el terreno político no dudó en dar la cara: durante mucho tiempo fue diputado en el Parlamento Europeo, siempre a la izquierda, pero cambiando gradualmente de posición.
Nacido el 4 de enero de 1936, Vattimo era hijo de un carabinero que había muerto de neumonía cuando el pequeño Gianni tenía sólo dieciséis meses. Criado en condiciones precarias, siempre reivindicó sus orígenes proletarios: además de la escuela, a la que siempre asistió con excelentes resultados. Cumplidos los dieciocho años, se había convertido en delegado de los estudiantes de Acción Católica, de la que pronto fue expulsado por su postura crítica hacia la autoridad eclesiástica.
En 1955, el futuro filósofo había ingresado en la RAI con sus amigos Furio Colombo y Umberto Eco, pero la abandonó al cabo de un par de años. Su verdadero camino fue el de la universidad, bajo la dirección de un importante maestro, el filósofo Luigi Pareyson. Vattimo se había licenciado en 1959 con una tesis sobre Aristóteles y en 1964, con sólo veintiocho años, se había incorporado a la docencia como profesor de Estética. El año anterior, 1963, se había publicado su libro "Ser, historia y lenguaje en Heidegger", que ya indicaba una línea de investigación con rasgos originales.
Martin Heidegger y Friedrich Nietzsche, a quien dedicaría el ensayo "El sujeto y su máscara" (1974), eran los puntos de referencia para el pensamiento de Vattimo. Una auténtica iluminación había sido para él una imagen acuñada por Nietzche: "el hombre moderno vaga por el jardín de la historia como por un almacén de máscaras teatrales, tomando esto y aquello". De Heidegger había tomado prestada la polémica contra la tradición teórica "que cree poder captar un fundamento último de la realidad en forma de una estructura objetiva situada fuera del tiempo y de la historia".
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Vattimo, en sus últimos años de vida.
Aquí se pueden identificar los fundamentos del enfoque que convertiría a Vattimo en un referente internacional. La introducción a la colección de ensayos "El pensamiento débil" es una aguda crítica a la búsqueda del "Ser originario, verdadero", en la que, a juicio de los varios autores (no sólo Vattimo), aún permanecía gran parte de la academia italiana, como alternativa a la que proponían en cambio "un modo de reencontrarse con el Ser como huella, recuerdo, ser consumido y debilitado, por ello sólo digno de atención".
Un planteamiento no exento de fuertes repercusiones en el terreno de la vida pública, apuntalado por la "idea", escribiría Vattimo muchos años después, "de utilizar el aligeramiento de las relaciones sociales, producido por la tecnología, para alcanzar una forma de liberación". Un planteo que en tiempos de Inteligencia Artificial omnisciente y Chat GPT resulta difícil de sostener.
Pero entonces era la proclamación de la era posmoderna, algo muy en boga en los años 80. Una visión iconoclasta que sustituía la intención de fundamentar el conocimiento, propia de la filosofía occidental, por la de despojarlo de su poder, en la convicción de que el Ser sólo puede ser pensado de forma plural y contingente. Vattimo no negaba la realidad, como algunos lo acusaban, sino que creía que sólo podía ser aprehendida dentro de ciertos parámetros o paradigmas, sin ambición alguna de racionalidad plena y absoluta.
Decano de la Facultad de Filosofía de Turín en los años setenta, colaborador del gran diario de Turín, "La Stampa", figura pública destacada, Vattimo no ocultó su homosexualidad. Su vida privada le reservaba experiencias muy dolorosas, sobre las que hablaba y escribía abiertamente. El sida le había arrebatado en 1992 a su compañero Gianpiero Cavaglià, al que cuidó hasta el final. Otro, Sergio Mamino, enfermo de cáncer, murió en un vuelo en 2003, cuando ya había optado por la eutanasia. Por último, había surgido una causa judicial sobre su relación con su compañero y asistente Simone Caminada, que había sido condenado a dos años de cárcel por "evasión de incapaz" en relación con el filósofo. O sea, por escapar a sus responsabilidades de sostenimiento del anciano Vattimo.
En la década de 1990 Vattimo fue elegido diputado al Parlamento Europeo en dos oportunidades, primero con los Demócratas de Izquierda (herederos socialdemócratas del extinto PCI) en 1999 y después con la "Italia de los Valores" del ex fiscal Antonio Di Pietro.