El féretro en el que había sido inhumado el niño cuyo cuerpo mutilado y sin sus órganos fue hallado el 21 de marzo a la vera de una ruta cerca de la localidad bonaerense de Miramar, fue encontrado vacío ayer a la tarde en un cementerio de las afueras de esa ciudad, tras lo cual la Justicia ordenó la aprehensión del encargado del lugar y del dueño de la empresa funeraria que había intervenido en el entierro de ese cadáver, informaron fuentes policiales.
La exhumación se efectuó ayer por orden de la fiscal Ana María Caro, quien investiga el hallazgo del cuerpo del niño identificado recién ayer como Matías Valentino Fernández, de dos años, fallecido el 10 de marzo último en un accidente doméstico en su casa del barrio El Boquerón, cercana a la localidad de Batán. Pasadas las 16 de ayer, efectivos de la Subdepartamental de Investigaciones de Miramar acordonaron la sepultura 29 del sector 4 del cementerio, situado en la localidad de Nicanor Otamendi, a 38 kilómetros de esa ciudad, mientras los empleados extrajeron el féretro en presencia de la fiscal, de los padres del niño y de los abogados de la familia, Marcela González y Carolina Ramasco.
Enseguida, advirtieron que el cajón se encontraba roto, por lo que fue tapado y llevado para ser examinado en forma exhaustiva por peritos de la Policía Científica.
"Nosotros nunca vimos señales de que hubiera movimientos extraños, pero el horario (de trabajo) es muy partido", dijo en el lugar Carlos López, uno de los empleados del cementerio del partido de General Alvarado, quien explicó que trabajan allí de 6 a 12 y el resto del día no hay nadie.
Además, el lugar no es cerrado, por lo que fácilmente se puede ingresar luego de atravesar la ruta vieja a Miramar o la ruta provincial 88.
Las fuentes consultadas indicaron que en forma paralela a que se realizó la exhumación, se efectuaron varios allanamientos: en uno de ellos se aprehendió a Juan Carlos Della Santina, de 66 años, dueño de la Funeraria Batán, que efectuó el servicio de traslado del cuerpo del niño desde el velatorio, que se hizo en la quinta de sus padres, hasta el cementerio. Además, se aprehendió en su casa al encargado del cementerio, cuya identidad no trascendió. Mientras tanto, la fiscal Caro, que recibió la autorización del juez de Garantías Gabriel Bombini para efectuar todas las medidas, evalúa recaratular la causa -que actualmente figura como "averiguación de causales de muerte"- para poder incluir el robo del cuerpo y la posterior profanación.
Hallazgo
El cuerpo mutilado, sin órganos ni dientes, fue encontrado en la madrugada del 21 de marzo, a unos 20 metros del arroyo La Totora, entre Miramar y Mar del Sur, por un hombre de 45 años que circulaba en bicicleta por la ruta 11 y denunció lo ocurrido en el destacamento policial más cercano.
Por el estado de descomposición y por las mutilaciones sufridas, en un primer momento no pudo establecerse la identidad, el sexo de la víctima ni la causa de la muerte.
Desde el hallazgo de los restos, la fiscal Caro manejó distintas hipótesis y una de ellas apuntaba a una profanación de una tumba o nicho, o a un ritual satánico, una venganza mafiosa o un caso de tráfico de órganos, algo desestimado por especialistas en ablación.
En ese marco, una de las pistas que se investigaron fue determinar mediante una reconstrucción fotográfica de rostro si el cuerpo pertenecía a un bebé de un año y ocho meses que desapareció el 28 de octubre último junto a su madre, Milagro de los Angeles Avellaneda, de 26 años, en Tucumán. La Fiscalía puso en marcha junto a Red Solidaria una campaña pública para identificar el cuerpo encontrado, al tiempo que personal de la Sub DDI de Miramar realizó un relevamiento en hospitales y clínicas de la zona. También se realizaron inspecciones en Mar del Plata y Necochea y se solicitó colaboración al Sistema Federal de Búsqueda de Personas Extraviadas. En tanto, los peritos policiales que trabajaron en el lugar del hallazgo del cuerpo y posteriormente realizaron la autopsia estimaron que el cadáver estuvo refrigerado durante un período largo, ya que observaron rasgos en la piel y en la descomposición distintos a los que se pueden ver habitualmente cuando los restos son abandonados a la intemperie después de producida la muerte. Finalmente, el martes se pudo establecer que el cuerpo pertenecía a un niño hijo de una familia boliviana que murió días antes del hallazgo tras haberse atragantado con una bombita de agua en su casa de Mar del Plata, ya que se cotejó su ADN con el de los chicos muertos en los días previos al hallazgo del cadáver.