El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, admitió ayer su parte de responsabilidad en la severa derrota del Partido Demócrata en las elecciones legislativas del martes y se mostró dispuesto a pactar con sus oponentes. "Está claro que los republicanos tuvieron una buena noche", dijo Obama sobre sus rivales, que arrebataron a los demócratas el Senado y ampliaron su mayoría en la Cámara de Representantes, lo que hace que el Capitolio y la Casa Blanca deban ponerse de acuerdo para legislar. "La gente espera que en Washington todos nosotros, los dos partidos, pensemos en sus ambiciones, no en las nuestras, pero yo tengo la responsabilidad única de poner a trabajar esta ciudad. Que sepan los que votaron que los escucho, que sepan los dos tercios que no participaron que también los escucho", dijo el presidente.
"Hay un mensaje abrumador de que esta ciudad no trabaja bien y no atiende sus necesidades. Yo soy el responsable de que trabaje mejor. He sido elegido por todos y quieren que empuje para que las cosas se hagan", aseguró tras unas elecciones en las que los demócratas perdieron hasta en feudos tradicionales.
Los republicanos sacaron resultado de presentar las legislativas como un referéndum de la acción de gobierno de Obama, que registra sus peores índices de popularidad debido a la gestión de crisis como la de la amenaza terrorista del Estado Islámico y el ébola.
Obama aseguró que desea conocer la agenda republicana y está dispuesto a trabajar en áreas donde se pueda llegar a un consenso. "Habrá desacuerdos, leyes que no puedo aprobar, habrá iniciativas nuestras que a ellos no les gustarán. Es natural, así funciona la democracia, pero hay áreas en las que podemos trabajar juntos", dijo y citó como ejemplo los planes de infraestructura, la búsqueda de nuevos mercados para la producción o el incremento del salario mínimo. "Estoy ansioso por conocer las ideas de los republicanos los dos próximos años", dijo.
Sin embargo, no va esperar a que se compongan las nuevas cámaras en enero para reclamar al Congreso más recursos —unos 6.200 millones de dólares— para combatir el ébola y autorización para nuevas acciones militares contra el EI. Tampoco está dispuesto a esperar por la prometida y siempre aplazada reforma migratoria, para la que ayer anunció ya acciones ejecutivas. "Antes de fin de año voy a hacer lo que tenga que hacer para hacer que funcione nuestro sistema. Quiero ver si los republicanos quieren una ley, estoy ansioso por ver qué hacen, pero no voy a esperar más, ya he mostrado mucha paciencia buscando una solución bipartidista", dijo Obama, dispuesto a que sus medidas queden superadas por una amplia ley del Congreso.
Los republicanos reclamaron en varias ocasiones a Obama que no actúe en solitario. "Aún creo en lo que dije hace seis años cuando fui elegido: somos más que una colección de Estados de uno u otro color, somos Estados Unidos, quedan grandes cosas por hacer, podemos progresar si lo hacemos juntos", señaló. "Espero que las ideas que he llevado adelante se superpongan con las de los republicanos, aunque no haya una superposición perfecta. Hay cosas en las que no estaremos 100 por ciento de acuerdo, empecemos por las que estemos al 70, al 80 o al 90. Que la gente vea que su gobierno los tiene en cuenta", agregó. Sin embargo, hay ciertas líneas que el presidente no está dispuesto a traspasar, como por ejemplo en lo referente a su reforma sanitaria. "Debemos mirar qué debemos hacer de forma diferente, pero los principios, las cosas que me motivan, eso no va cambiar", avisó.
El que será futuro líder de la mayoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, consideró ayer un "gran error" la reforma sanitaria conocida como "Obamacare" y dijo que si puede, quiere tumbar algunos aspectos. McConnell se mostró seguro de que Obama, que tiene derecho a veto, no aprobará todas las iniciativas republicanas, pero afirmó que hay cosas en las que avanzar juntos. "Espero poder trabajar con el presidente, veremos", dijo.
Oleada de victorias. Los republicanos tomaron el control del Senado y afianzaron su mayoría en la Cámara de Representantes con una oleada de victorias electorales el martes que sirvió como crítica a las políticas de la segunda legislatura de Obama, y puso a una serie de Estados de tendencia Demócrata EM_DASHincluyendo la Illinois natal de ObamaEM_DASH bajo control de nuevos gobernadores republicanos.
La oposición acumuló victorias en el Senado en siete Estados, incluyendo algunos de tradición republicana —Arkansas, Montana, Dakota del Sur y Virginia Occidental— y tres Estados donde Obama obtuvo grandes victorias en sus dos campañas presidenciales: Iowa, Colorado y Carolina del Norte. Los republicanos necesitaban una ganancia neta de seis escaños para conseguir la mayoría por primera vez desde 2006.
En la Cámara de Representantes, los republicanos iban camino de igualar o superar los 246 escaños que tuvieron durante la presidencia de Harry S. Truman, hace más de 60 años. Hasta el momento obtenían 243 escaños frente a 179 de los demócratas. El mapa de las gobernaciones norteamericanas también quedó teñido de rojo luego que el Partido Republicano arrebatara en las urnas dos Estados a los demócratas y pasara a controlar 31 de los 50 del país. Los demócratas se quedaron con 17.
Además de consagrar a los republicanos en el Congreso y en la mayoría de las gobernaciones, los estadounidenses aprobaron el aumento del salario mínimo en varios Estados, ratificaron polémicos métodos de caza de osos y legalizaron el consumo de marihuana en la ciudad de Washington, Oregón y Alaska.