Los alimentos, el agua, la calefacción y los medicamentos escasean cada vez más en Ucrania, en lo que el país condenó como un sitio al estilo medieval por parte de Rusia para someter a los ucranianos.
Los alimentos, el agua, la calefacción y los medicamentos escasean cada vez más en Ucrania, en lo que el país condenó como un sitio al estilo medieval por parte de Rusia para someter a los ucranianos.
En La Haya, Holanda, Ucrania pidió a la Corte Penal Internacional que ordene el fin de la invasión rusa, asegurando que Moscú está cometiendo una gran cantidad de crímenes de guerra.
Rusia "está recurriendo a tácticas que hacen recordar los asedios medievales, rodeando ciudades, obstaculizando las rutas de escape y castigando a la población civil con artillería pesada", dijo Jonathan Gimblett, un miembro del equipo jurídico de Ucrania.
Rusia dejó vacíos sus asientos en el Gran Salón de Justicia, mientras las tropas del presidente Vladimir Putin continúan sus ofensivas con cohetes sobre zonas urbanas, y en diversos puntos se registran intensos combates.
En una de las ciudades más desesperadas, el sitiado puerto de Mariúpol, cerca de 200.000 personas —casi la mitad de sus 430.000 habitantes— esperaban escapar de la ciudad en el sur del país, y funcionarios de la Cruz Roja se mantenían a la espera de noticias sobre el establecimiento de un corredor humanitario.
La urbe padece escasez de agua, alimentos y electricidad, y las redes de telefonía celular no funcionan. Las tiendas fueron saqueadas en un intento desesperado de los residentes por obtener productos esenciales.
La Policía recorría la ciudad, aconsejándole a la población que permanezca en albergues hasta que escuchen mensajes oficiales en el sistema público para dar inicio a una evacuación.
Los hospitales de Mariúpol enfrentan una grave escasez de antibióticos y analgésicos, y los médicos realizaron algunos procedimientos de emergencia sin el suministro básico.
La falta de servicio de telefonía obligó a los ansiosos ciudadanos a acercarse a desconocidos para saber si conocen a sus familiares en otros puntos de la ciudad, en un intento por averiguar si se encuentran bien.
En la capital, Kiev, soldados y voluntarios instalaron cientos de puntos de revisión con bolsas de arena, neumáticos apilados y alambre de púas para proteger a la ciudad de casi 4 millones de habitantes. Algunas de las barricadas estaban mejor hechas, con pesadas losas de concreto y costales de arena que se elevaban a una altura de más de dos pisos, mientras que otras eran más escuetas, con cientos de libros apilados como contrapeso a las hileras de neumáticos.
"En cada casa, en cada calle y en cada punto de revisión seguiremos luchando hasta la muerte de ser necesario", sostuvo el alcalde Vitali Klitschko.
En Járkov, la segunda ciudad más grande del país, con 1,4 millones de habitantes, se registraron impactos de artillería contra edificios residenciales.
"Creo que alcanzó el cuarto piso debajo de nosotros", dijo Dmitry Sedorenko desde su cama de hospital. "De inmediato, todo comenzó a quemarse y derrumbarse". Cuando el piso se desplomó bajo sus pies, salió agachado por el tercer piso, junto a los cadáveres de algunos de sus vecinos.
En el área de Irpín, que lleva tres días sin servicios de electricidad, agua y calefacción, los vecinos vieron al menos tres tanques y dijeron que los soldados rusos estaban incautando residencias y vehículos.
A pocos kilómetros de distancia, en el pequeño poblado de Horenka, donde los proyectiles de artillería redujeron toda una zona a cenizas y vidrios rotos, los rescatistas y residentes revisaban los daños mientras las gallinas picoteaban a su alrededor.
En el sur, las fuerzas rusas continuaron su ofensiva sobre Mykolaiv, abriendo fuego contra la ciudad de medio millón de habitantes en el Mar Negro, según el ejército ucraniano. Los rescatistas indicaron que estaban apagando incendios causados por los ataques con cohetes sobre zonas residenciales.