Naciones Unidas.— El presidente de EEUU, George W. Bush, y otros líderes
mundiales trataron ayer de contener en las Naciones Unidas el impacto de la crisis financiera que
está envolviendo a Wall Street y estremeciendo al resto del mundo. Los pedidos de acciones
mancomunadas para contener la crisis financiera global dominaron la jornada inaugural de la
Asamblea General de la ONU, y relegaron a un segundo plano las propuestas de asistencia para las
naciones más pobres.
Bush utilizó su último discurso ante la ONU para reafirmar su compromiso con la
estabilización de los mercados mundiales. Sin embargo, en la reunión anual del organismo algunos
líderes criticaron los excesos del sistema global de libre emprendimiento, el cual Washington
defiende desde hace mucho como receta para el crecimiento económico.
La sesión arrancó en medio de los intensos esfuerzos de la administración Bush y
legisladores estadounidenses por preparar un paquete de rescate sin precedentes de 700.000 millones
de dólares, con el fin de atajar la peor turbulencia en el sistema financiero de Estados Unidos
desde la Gran Depresión.
Promesa. "Puedo asegurarles que mi administración y nuestro Congreso están
trabajando juntos para pasar rápidamente una legislación que apruebe esta estrategia, y tengo
confianza en que actuaremos en el marco de tiempo de urgencia requerido", dijo Bush.
Con los inversores aún preocupados y la crisis extendiéndose internacionalmente,
otras potencias económicas están también sintiendo el impacto. Los países pobres, por su parte,
temen que esto pueda derivar en un recorte de los presupuestos de ayuda de sus principales
donantes.
Hablando a sólo unos kilómetros de Wall Street, el secretario general de la ONU,
Ban Ki Moon, dijo que la crisis financiera compromete los esfuerzos por reducir la pobreza en el
mundo. "Necesitamos restaurar el orden de los mercados internacionales", pidió.
Por su parte, el presidente brasileño, Luiz Inacio Lula da Silva, también hizo
sonar en su discurso ante la Asamblea General la alarma sobre la amenaza para la economía mundial.
Lula culpó a los especuladores "irresponsables", y dijo que "el costo de la codicia desenfrenada de
algunos no puede recaer impunemente sobre los hombros de todos".
El presidente francés, Nicolas Sarkozy, propuso una reunión cumbre de las
grandes potencias económicas para fin de año, en la que se analizarían las enseñanzas dejadas por
esta coyuntura.
Cambio de discurso. Temas como la guerra y la paz, normalmente el pan de cada
día para la ONU, también tuvieron su espacio en la agenda de la Asamblea. Bush, quien alguna vez
despreció a las Naciones Unidas, cambió su discurso y afirmó ayer que los organismos
internacionales son "más necesarios que nunca" en la lucha contra el terrorismo.
El mandatario dijo que había que plantarse firme ante las ambiciones nucleares
de Corea del Norte e Irán, y criticó a Rusia por invadir Georgia, asegurando que había violado la
carta de la ONU.
Provocación. Por su lado, el presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad, aprovechó
su intervención en la Asamblea para criticar muy duramente a sus dos enemigos declarados, EEUU e
Israel. Del primero dijo que "el imperio americano está llegando al final de su carrera", en
referencia a la crisis que azota las estructuras del capitalismo estadounidense. Sobre Israel
aseguró que está "en la pendiente definitiva hacia su desplome".