Un policía de 38 años fue imputado ayer de cometer reiterados abusos sexuales contra dos sobrinas de 5 y 8 años y una hija no biológica de 14, gravísima situación que estalló en el seno familiar hace 20 días cuando las madres de las niñas más pequeñas presentaron una denuncia en la Fiscalía Regional. Esa advertencia generó que la adolescente también tomara coraje para contar las atrocidades a las que fue sometida por su padre cuando tenía entre 6 y 10 años.
En una audiencia pública realizada ayer en los Tribunales provinciales se ventiló un hecho aberrante, por su esencia, por el vínculo entre el acusado y las víctimas, y porque antes y después del trámite se respiró un clima de angustia y tensión entre los integrantes de una familia desmembrada por el drama.
Se trata de una seguidilla de abusos sexuales cometidos por un policía de 38 años identificado como Fabricio Alberto P., oriundo de la ciudad de Santa Fe que reviste en la comisaría 15ª de Rosario (Sarmiento 4310) contra dos sobrinas de 5 y 8 años a las que manoseaba en la vagina y apoyaba su pene en esa zona aprovechando que se quedaban a dormir en su casa.
"A mí también". En presencia del acusado y su defensor, la fiscal de Delitos Sexuales Carla Cerliani describió de manera concisa ante la jueza Roxana Bernardelli los tres hechos que la atribuyó al empleado policial.
Indicó que el hombre manoseó, tocó y que incluso le apoyó el pene a sus sobrinas un "número indeterminado" de veces y que para ello les bajaba la bombacha. Los sometimientos ocurrían cuando el hombre llegaba por la noche tarde de su trabajo e ingresaba directamente a la habitación donde descansaban las víctimas.
La fiscal hilvanó esos hechos con el más grave en términos delictivos. Acusó al policía de abuso sexual con acceso carnal vaginal contra su hija reconocida, no biológica, durante un lapso de tiempo que se extendió entre los 6 y los 10 años de la niña, que hoy ya tiene 14.
Una charla íntima entre una de las niñas con su madre sobre los cuidados íntimos de la mujer fue el momento adecuado que encontró la víctima para develar la oscura pesadilla que vivía cada vez que se quedaba a dormir en la casa de su tío.
De inmediato la mujer alertó a su prima acerca de esa situación, y eso dio pie para que la otra niña también se desahogara y contara lo sucedido. De inmediato ambas madres corrieron aturdidas al domicilio de Fabricio P.
Pero el hombre no estaba y las que debieron escuchar semejante acusación fueron la esposa y la hija del policía. Tras una discusión, la mujer del acusado ingresó shockeada a la casa y observó que su hija lloraba. Preocupada le preguntó qué le pasaba y la adolescente respondió con una frase lacerante: "Es verdad, a mí también me hizo lo mismo".
Denuncia. La mamá de la niña de ocho años se presentó el 5 de diciembre pasado en Ministerio Público de la Acusación (MPA) donde hizo la denuncia del caso. En la presentación narró que lo que escuchó de su hija: "Que el tío Fabricio le apoyó el pito en la chochi (por la vagina), que le pedía de jugar a los novios" y "le metía la bombacha en la cola".
También la progenitora de la nena de ocho años se plegó a la denuncia de un hecho que por razones lógicas se omiten datos o identidades de los involucrados. Dos días después la propia mujer del acusado se presentó en el MPA para instar la acción penal.
Informe. Entre varias medidas de aseguramiento de evidencias, como la declaración de otra menor que no fue víctima pero sí testigo, la fiscal Cerliani ordenó que un equipo de psicólogos entrevistara a las víctimas y elabore un informe.
En esa instancia las nenas ratificaron los padecimientos y brindaron detalles escabrosos. Para las profesionales que las asistieron, los relatos fueron "claros, coherentes y no manipulados", pero con lógicos síntomas de "miedo, angustia y vergüenza"
La hija del acusado le contó a las psicólogas que su padre la sometió sexualmente y con acceso carnal entre los 6 y 10 años de edad, que él le prometía regalos y no recordaba puntualmente las fechas por la reiteración de las violaciones. Pero sí le quedó marcado que las vejaciones cesaron cuando ella tuvo su primera menstruación.
La médica forense Alicia Cadierno realizó una pericia donde se constató que la adolescente presentaba la membrana que recubre el himen con "múltiples desgarros", compatibles con el sufrimiento de la penetración vaginal y anal con "desfloración de vieja data".
Preventiva. Con esas evidencias, y otras pendientes que aún se deben producir como la declaración en cámara Gesell de las víctimas, la fiscal Cerliani solicitó la prisión preventiva del imputado por el plazo máximo de la ley bajo la acusación del delito de abuso sexual simple, y abuso sexual calificado por el acceso carnal y por el vínculo.
La defensa, encabezada por el abogado Marcos Cella, se opuso a la petición de la fiscal (ver aparte). Pero los pesados argumentos de la acusadora determinaron la decisión de la jueza. "Es un hecho muy grave con una expectativa de pena alta. Pongo el acento en los informes psicológicos preliminares en los cuales se constata que los relatos fueron verosímiles y coherentes", puntualizó Bernardelli.
Al darle razón a la fiscalía, la magistrada remarcó además que "existen elementos de convicción suficiente para sospechar" que el policía fue el autor de los abusos que le achacan. Por ello dispuso su prisión preventiva por el plazo máximo que estable el Código Procesal Penal.