Se entiende por ruido a un sonido molesto, indeseado, inoportuno y desagradable. En un edificio de departamentos bajo el régimen de propiedad horizontal hay ruidos generados afuera y otros cuyas fuentes son internas, como abuso de electrodomésticos, radios, televisores, instrumentos o equipos musicales; arrastre de muebles pesados; portazos; ladridos de perros en balcones-jaula; tertulias en el palier. Una conversación normal entre cinco personas genera un ruido de 65 decibeles (db) que aumenta 3 db cada vez que se duplica el número de individuos que hablan a la vez. El nivel de ruido de un piano se ubica entre 75 y 85 db, pero también produce vibraciones que se transmiten al piso y por conducción sólida a toda la estructura del edificio. Además de afectar el desenvolvimiento de la normal, respetuosa y solidaria convivencia que debe existir entre vecinos, cuando son reiterados y alcanzan ciertos niveles (el máximo nivel admitido por la Organización Mundial de la Salud es de 65 db) los ruidos pueden causar molestias o daños en la salud, como aumento del ritmo cardíaco y de la presión arterial; aceleración de la respiración; disminución del peristaltismo digestivo causando gastritis o colitis; dificultad para dormir; fatiga; estrés agudo; aumento de la intolerancia y de la agresividad; estados histéricos y neuróticos; disminucion de la concentración y del rendimiento intelectual; disminución de la capacidad y del apetito sexual. Si de día los ruidos pueden parecer menos perceptibles por la sinfonía sonora que nos ofrece la ciudad, durante la noche son insoportables y hasta torturantes. No dudemos en denunciar a quienes hagan oídos sordos a nuestros reclamos.