Miley Cyrus, Lady Gaga y Rihanna explotan su sexualidad para lograr repercusión y promocionar sus trabajos. Malú, Soraya o Marta Sánchez son artistas españolas que también se han lanzado a desnudarse para vender sus discos. Expertos en comunicación aseguran que todo forma parte de “estudiadas campañas de marketing que dañan la imagen de la mujer”. Desde Femen comentan que estos reclamos “responden a la demanda de una sociedad machista”. En cierta medida, se podría decir que la publicación de los comportamientos de ciertas artistas que usufructan con su cuerpo y su privacidad, es responsabilidad de cada una de ellas. Pero mi pregunta va al periodismo que sin contemplaciones publican fotos detalladas de una persona que momentáneamente o definitivamente ha perdido la lucidez de sus actos y sale a la calle desnuda. ¿A quién corresponde la responsabilidad de publicar su intimidad y recorrido detallado hasta su vivienda? En un documento académico, Douglas Lackey examina ciertas conductas de quienes en su actuación profesional, violan criterios de la moralidad ordinaria. Ofrece una serie de pistas, en que un grupo humano se escuda en la verticalidad para exonerarse de culpa y cargo. Lackey afirma que es moralmente responsable de las consecuencias de las propias acciones si, en el momento de actuar, cualquier persona razonable se encuentra en condiciones de anticipar las consecuencias que resultarán de su acción. Quizás en esta verticalidad quienes publican una nota de tal carácter crean ser liberados de su culpabilidad por ser receptores y transmisores de tal noticia. Lackey afirma que la culpabilidad no es divisible y proporcional si uno es subalterno, en el caso de que dos personas disparen a otra, ambos son enteramente culpables y no “medio culpables.” Facebook y otras tecnologías han hecho de la vida privada una vitrina de la zona roja de Amsterdam, donde todo se mediatiza y no existen límites a la privacidad, tampoco se miden consecuencias. La vorágine de ser “primicia en las noticias” no mide la responsabilidad moral que le atañe a cada periodista, desde el que dirige el medio, hasta el último eslabón de la cadena periodística.