Con la intención de mejorar las condiciones ambientales en la ciudad, la edila Silvana Teisa, solicitó al Ejecutivo Municipal un estudio de ingeniería y financiamiento para la construcción de una planta de tratamientos de efluentes cloacales previo a su vertido al río. Esa iniciativa legislativa está relacionada directamente con el cuidado del ambiente y más precisamente con la contaminación de las aguas del Paraná, que es de donde surge el agua potable para Rosario.
“Es necesario contar con un proyecto de ingeniería detallado para la depuración de estos líquidos”, destacó la concejala agregando que, “históricamente se señaló la necesidad de incorporar instalaciones de tratamiento de los afluentes cloacales previo a su vertido en nuestro Paraná”.
Vale precisar que las aguas cloacales (residuales) están compuestas principalmente por el desecho de tres grupos principales:
Aguas de uso doméstico: son las que se utilizan para el aseo personal, en la cocina y limpieza.
Residuos humanos: son los que se usan para el transporte de materia fecal y orina hacia las cloacas.
Residuos no domiciliarios: provenientes de actividades industriales, comerciales y de servicios (este último grupo suele contener la mayor carga de contaminación por lo que suele exigirse un pre tratamiento de las aguas que se vuelcan a la red cloacal).
“El conocimiento de la naturaleza del agua cloacal, es fundamental tanto para el tratamiento y evacuación como la gestión de calidad medioambiental”, afirmó Teisa.
Río caudaloso
Vale remarcar que el Paraná ostenta una alta capacidad para degradar la materia orgánica que se arroja en su curso, que son alrededor de 350 millones de litros diarios de líquidos cloacales que se le vuelcan cada día en la zona del Gran Rosario. El Paraná, por segundo transporta en promedio 16.600 metros cúbicos de agua, es el séptimo río más caudaloso del planeta.
La gran masa de microfauna y microflora que lo habita le suma una segunda condición para dotarlo de una alta capacidad para autodepurarse y acotar la contaminación a niveles aceptables, pese a la enorme cantidad de desechos químicos y orgánicos que el hombre le vuelca a lo largo de su recorrido.
El volumen de efluentes cloacales que el gran Rosario vierte al Paraná equivale entre un 65 por ciento y el 70 por ciento de lo que se toma de él para potabilizar, si se adopta como criterio el porcentaje aproximado de cobertura cloacal de la ciudad.
Como la planta potabilizadora ubicada en Arroyito entrega en promedio entre 550 y 600 millones de litros de agua diarios, la cuenta da 360 millones de litros diarios de líquidos cloacales que se vierten al río. A esto habría que restar entre un 15 y un 20 por ciento de pérdidas en cañerías, según las estimaciones de Aguas Santafesinas Sociedad Anónima (Assa).
“El resto va a parar a los pozos ciegos, aunque una parte termina también en el río”, expresó la edil peronista. Además, “estas cifras se incrementarán, por la puesta en marcha de la extensión del servicio cloacal a todos los barrios rosarinos. Y con ello también aumenta la relevancia de apurar un plan para depurar los deshechos”, resaltó.
El 85 por ciento de Rosario cuenta en la actualidad con el servicio de cloacas. Esta red vierte de manera cruda sus desechos en dos lugares del río frente a la ciudad: el emisario 9 lo hace a la altura de avenida Francia (frente a la escultura del Barquito de Papel) y el emisario sur en la zona de acceso sur y Gutiérrez.
En tanto, la planta potabilizadora toma del Paraná siete metros cúbicos de agua por segundo y los volcamientos de líquidos cloacales son de cuatro metros cúbicos por segundo.
“Dotar de una planta de tratamiento de afluentes cloacales a Rosario disminuiría sustancialmente el impacto ambiental de los desechos cloacales en el Paraná”, enfatizó la concejala.