El Papa Francisco urgió ayer a los obispos brasileños a "entrar en su noche" y a reconquistar a los fieles que abandonaron la Iglesia, tanto los que "buscan respuestas en los nuevos y difusos grupos religiosos" como los que "parecen vivir ya sin Dios, tanto en la teoría como en la práctica".
En otra jornada intensa, que cerró anoche con una multitudinaria reunión con los dos millones de asistentes a la Jornada Mundial de la Juventud, el pontífice sostuvo que, para hacer frente a esa situación, "hace falta una Iglesia que no tenga miedo a entrar en su noche". "Necesitamos una Iglesia capaz de encontrarse en su camino. Necesitamos una Iglesia capaz de entrar en su conversación. Necesitamos una Iglesia que sepa dialogar con aquellos discípulos que, huyendo de Jerusalén, vagan sin una meta, solos, con su propio desencanto, con la decepción de un cristianismo considerado ya estéril, infecundo, impotente para generar sentido", apuntó.
En su discurso (el más largo desde que asumió su pontificado en marzo último), realizado a puertas cerradas, pero que cuyo texto fue divulgado por el Vaticano, Francisco lanzó varias hipótesis para explicar "el misterio difícil" de la pérdida de fieles que ha hecho que la proporción de católicos en Brasil haya alcanzado su mínimo histórico: un 64,6 por ciento de la población.
"Tal vez la Iglesia se ha mostrado demasiado débil, demasiado lejana de sus necesidades, demasiado pobre para responder a sus inquietudes (de los fieles), demasiado fría para con ellos, demasiado autorreferencial, prisionera de su propio lenguaje rígido". "Tal vez el mundo parece haber convertido a la Iglesia en una reliquia del pasado, insuficiente para las nuevas cuestiones; quizás la Iglesia tenía respuestas para la infancia del hombre, pero no para su edad adulta", enumeró.
En este sentido, afirmó que desea una Iglesia capaz de "devolver la ciudadanía a tantos de sus hijos que caminan como en un éxodo" y "capaz de acompañar, de ir más allá del mero escuchar". "Una Iglesia que acompañe en el camino poniéndose en marcha con la gente; una Iglesia que pueda descifrar esa noche que entraña la fuga de Jerusalén de tantos hermanos y hermanas; una Iglesia que se dé cuenta de que las razones por las que alguien se aleja contienen ya en sí mismas también los motivos para un posible retorno, pero es necesario saber leer el todo con valentía", añadió.
Según Francisco, la Iglesia debe dar respuestas a los que encaran el "lado oscuro" del mundo de hoy, donde "la globalización implacable, la urbanización a menudo salvaje" han causado, entre otras cosas, "confusión del sentido de la vida", "desintegración personal" y "violencia sutil pero implacable".
El Papa también destacó como problemas de la actualidad "la ruptura interior y fracturas en las familias, la soledad y el abandono, las divisiones y la incapacidad de amar, de perdonar, de comprender, el veneno interior que hace de la vida un infierno, la necesidad de ternura por sentirse tan inadecuados e infelices, los intentos fallidos de encontrar respuestas en la droga, el alcohol, el sexo, convertidos en otras tantas prisiones".
Ante ese panorama, Francisco propuso "una Iglesia que da espacio al misterio de Dios; una iglesia que alberga en sí misma este misterio, de manera que pueda maravillar a la gente, atraerla" y preguntó a los obispos: "¿Somos capaces todavía de presentar estas fuentes, de modo que se despierte la fascinación por su belleza?".
Según el pontífice, en el ámbito social lo único que pide la Iglesia es "la libertad de anunciar el Evangelio de modo integral, aun cuando esté en contraste con el mundo, cuando vaya contracorriente, defendiendo el tesoro del cual es solamente guardiana, y los valores de los que no dispone, pero que ha recibido y a los cuales debe ser fiel".
"La Iglesia quiere hacer presente ese patrimonio inmaterial sin el cual la sociedad se desmorona, las ciudades se verían arrasadas por sus propios muros, barrancos, barreras. La Iglesia tiene el derecho y el deber de mantener encendida la llama de la libertad y de la unidad del hombre", enfatizó.
Según el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, el discurso hecho a unos 300 de los poco más de 400 miembros de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil define las principales directrices del nuevo Papa para la Iglesia del mayor país católico del mundo, que serán reiteradas y ampliadas hoy, cuando Francisco se reunirá con integrantes del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam).
Con los empresarios. El Papa también tuvo ayer duras palabras para la clase política de Brasil, que poco antes de su visita fue blanco de masivas protestas de una sociedad civil desencantada por la corrupción y la ineficiencia de los servicios públicos.
En un discurso ante autoridades, legisladores y miembros de la sociedad brasileña reunidos en el Teatro Municipal de Río de Janeiro, el pontífice de 76 años reclamó una "visión humanista" de la política y la economía que elimine el elitismo y la pobreza.
"El futuro nos exige hoy la tarea de rehabilitar la política, que es una de las formas más altas de caridad", dijo Francisco en el penúltimo día de su visita a Brasil.
"Entre la indiferencia egoísta y la protesta violenta siempre hay una opción posible: el diálogo", añadió. "Cuando los líderes de los diferentes sectores me piden un consejo, mi respuesta es siempre la misma: Diálogo, diálogo, diálogo", concluyó enfáticamente.
Los cartoneros y el pontífice
El Papa Francisco le pidió anteayer a uno de los organizadores de la Jornada Mundial de la Juventud que buscara entre los peregrinos en Copacabana a un grupo de 35 cartoneros argentinos para que subieran al escenario principal durante la celebración del Vía Crucis. Lo reveló el portavoz vaticano, Federico Lombardi, tras señalar que el encargo había podido cumplirse. "El Papa es muy amigo de estas personas", agregó Lombardi.