La destacada. Tras la derrota japonesa en la Segunda Guerra Mundial, el emperador Hirohito peticionó al general Mac Arthur dos proyectos urgentes para reconstruir su país: restablecer las comunicaciones mediante autopistas y ferrocarriles. El otro pedido fue construir escuelas. Argumentaron que eso era suficiente y lo demás vendría solo. Hoy en día Japón está entre los países mas poderosos del planeta. En 1985,un ingeniero argentino apellidado Veniard ocupaba un alto cargo en el Banco Mundial. En tal carácter hubo de atender a una delegación china que le solicitaba financiamiento para construir en su país una enorme red de autopistas. Veniard les dijo irónicamente que ellos tenían solo 100.000 autos. Los imperturbables chinos respondieron también irónicamente: primero las autopistas, después vendrán los autos. Ellos sabían que un auto se fabrica en minutos y las autopistas requieren décadas. En 2010 China tenía sus autopistas terminadas y por ellas circulaban ochenta millones de vehículos. Actualmente China también pertenece a los países mas poderosos del planeta. La Alemania de preguerra poseía una red de autopistas considerada la más grande del mundo. Luego pierde la guerra más un considerable porcentaje de la red vial cuya reposición inicia de inmediato. El general Eisenhower conoció esas autopistas antes de ser presidente de los Estados Unidos. Durante su mandato, se empeñó contra viento y marea en construir la impresionante cantidad de 68.000 km de autopistas y 55.000 puentes, invirtiendo así el doble de lo que costó enviar el primer hombre a la Luna. Lo que sabemos es que el resto vino solo y hoy Estados Unidos es otro integrante de los países mas poderosos del planeta. No es necesario preguntarse por qué estos cuatro gigantes dieron tamaña importancia a la construcción de autopistas: son el elemento clave para unificar una nación. Son las arterias sobre las que se desplazan rápido y económicamente la riqueza nacional y economías regionales. Nuestro inmenso territorio cuenta mayoritariamente con deterioradas rutas nacionales de 7,20 metros de ancho. Así, sin sistemas de autopistas, nunca seremos un país desarrollado.
Rubén Mario Baremberg
D.N.I. 6.012.531
El revolucionario “disfrutómetro”
Un amigo que trabaja en una famosa empresa de alta tecnología de Silicon Valley me confió que poseen información sobre un proyecto de una compañía de la competencia: estaría por presentar al mundo un revolucionario invento, denominado “disfrutómetro”. También me dijo que ese aparato se podrá acoplar sencillamente a cualquier cámara de fotos, ya sea convencional, o que pertenezca a un teléfono celular, tablet o notebook. El pequeño artefacto es una unidad inviolable que se acciona simultáneamente con el disparo fotográfico, y puede medir el grado de disfrute que experimenta en ese momento cada una de las personas fotografiadas. Ese objetivo lo logra al poder medir a distancia los niveles de endorfinas de cada uno de los presentes al momento de la exposición. La escala va del uno al diez: a esta última cifra corresponde el máximo goce. El número se sobreimprime en alguna parte bien visible de la imagen de cada retratado. Ya basta de agotadores viajes, de onerosos restaurantes, de aburridas fiestas, de largos recitales… Ya basta de tanta exageración como modo de demostrarles a los demás que sabemos vivir y que gozamos un montón de la vida. Ahora podremos certificar nuestro disfrute con este mágico adminículo electrónico, capaz de medir y plasmar en una foto la certera marca de nuestro goce. Por lo tanto, para obtener los mejores resultados nos tendremos que entregar con exclusividad a lo más obvio, a lo que perdimos de vista: a lo que realmente nos gusta. Además, tendremos que abandonar definitivamente lo que el consenso cultural nos dice que hagamos para pasarla bien.
Sin embargo, ya sabemos que en la vida humana las cosas no siempre son “color de rosa”. Tal vez alcanzar el máximo puntaje no clausuraría la contienda en las redes sociales: la competencia seguramente se trasladaría al tiempo que alguien perduró en el máximo puntaje, o a la cantidad de oportunidades en que es capaz de alcanzar excelentes marcas. Paralelamente, no faltaría aquel que pudiera alterar el resultado, por ejemplo, ingiriendo estimulantes. Además —y dado que gran parte del disfrute humano es producto de experiencias singulares y simples—, no habría que descartar el ataque que le podrían iniciar a alguien que goce bastante de un modo sencillo. De seguro, sus atacantes, los hipotéticos personajes de sofisticada sensibilidad, les endilgarían “la falta de gusto refinado”, o “el deleitarse con vulgaridades”. En conclusión, una vez agotada la novedad, es probable que todo vuelva a los carriles anteriores, es decir, a las populares selfies que intentan capturar el supuesto disfrute de los internautas, basado en lo que el sentido común indica sobre el modo de gozar.
Jorge Ballario
Feliz Día de la Madre
El Día de la Madre tiene tonalidades grises que a veces, por no haber sido testigos, podemos pasarlas por alto, ni siquiera imaginarlas o no querer verlas. Déjenme contarles acerca de un grupo de madres que son distintas, que están atravesando un momento real y palpable dónde todo lo que solía ser significativo y trascendental queda ensombrecido, y donde la festividad del Día de la Madre no sería ni acertada, ni oportuna. Existe un grupo de madres que esperan. Mientras unas dan a luz y vuelven a sus casas, en otro rincón del hospital hay otras que están detenidas en el tiempo, que permanecen, respiran, aguantan, confían, se quiebran y velan por sus hijos. Hay un grupo de madres que no duerme. No existe el día y la noche, siempre es de día, bajo la luz artificial que no quiere entender de agotamiento. Transpiran miedo y lloran silenciosas. Son madres que dependen de un saturómetro, de una bomba, de los resultados de laboratorio, de los niveles de creatina en el cerebro, de un electrocardiograma o de una ecografía o de una resonancia o de una tomografía, de un donante o de un milagro. La mayoría de ellas son forzadas a entender de medicina avanzada en pocos días. Algunas tienen la suerte de poder recostarse junto a su hijo en la cama de las mil posiciones; las que no tienen esa fortuna, pasan horas reclinadas sobre ellos besándoles la frente y sosteniendo sus manos con suavidad; y las más desdichadas, gravitan alrededor de una incubadora atravesando el vidrio con su mirada maternal y el anhelo en su piel de sostenerlos desnudos junto a su pecho. En todos los casos, manan amor. Estos grupos de madres viven entre cuatro paredes, toman demasiado café, rezan en exceso, y se conmueven, inquietan y enternecen con la dicha o desgracia de sus tocayas que se vuelven familia en poco tiempo. Este grupo de madres no está pendiente del Día de la Madre, sino del día a día de su hijo. Este grupo de leonas latirá en mi corazón toda la vida. Las historias, sus tragedias, sus pérdidas, sus tan deseadas y codiciadas altas, todo resuena dentro mío. Las veo, las escucho y todavía puedo olfatear sus miedos. Cada una con su problema. La del temita cardiológico, la de las apneas, la de las convulsiones, la que no tiene leche, la que vino de Santa Clara de Buena Vista y no tiene donde dormir, la que pudo tocarlo por primera vez, la que no aumenta de peso, la que le hicieron el procedimiento, la desdichada que no volverá y dejó la cunita vacía, la que no para de llorar, la que no sabemos nada porque no se levanta de su silla ni habla con nadie, la que es sola, la que la pasan a piso, la que le dieron el alta pero tuvo que volver. No quería borrarlas de mi memoria porque fueron pilares fundamentales durante esa etapa tan intensa y donde los sentimientos se mantenían tan a flor de piel. Juré que nunca olvidaría a ese grupo de madres, de ayer y de hoy, que vive en Unidad de Cuidados Intensivos de Neonatales o la Unidad de Cuidados Intensivos Pediátricos de un hospital o sanatorio cualquiera, de acá o de allá. A ese grupo de madres les digo dos cosas: No bajen los brazos y sepan que para mí y sobre todo para ese hijo de ustedes, el Día de la Madre, es más suyo que de nadie. ¡Feliz día especialmente para ustedes, mamás de Neo! Y gracias, eternamente gracias Hospital Italiano de Rosario. Al doctor Ferrario y equipo, a las genias de la Neo. Ojalá salgan a flote porque se merecen lo mejor de la vida por tanto amor, tanta voluntad y tanto sacrificio.
Martín R. Bonetto
Jaime, el fugitivo
¿Qué es una dádiva? Lo que un funcionario toma como regalo para poder facilitar el negocio a sus controlados, en buen romance una coima para hacerse el distraído y mirar para otro lado, o sea una estafa al erario público, por carácter transitivo a nosotros los giles de siempre. Vergonzoso el fallo del juez, vergonzosa la probation, vergonzoso que simples delincuentes de guantes blancos rediman sus pecados ante la ley penal restituyendo mínimamente lo robado. Como parte de su arrepentimiento se le achica la pena que además no es de cumplimiento efectivo, y se lo amonesta con una suspensión de dos años para ejercer cargos públicos. Es un chiste de mal gusto de la Justicia pero como estamos acostumbrados a la corrupción que evidentemente es genética, propongo el beneficio de la muerte por ejecución sumarísima por un tribunal popular o eventualmente concederle el destierro en el desierto del Sahara y el decomiso de todos sus bienes. Curiosamente responsable de 51 muertes por negligencia compartida con sus socios empresarios. A Jaime el fugitivo no hay que darle ventajas por que en cualquier momento y ante los juicios que se le avecinan podrá pasar a la clandestinidad sin sujeción al derecho. ¿Qué derecho?
Roberto Rubén Sánchez
DNI 8.634.022
No somos un país libre
Hay tres feriados que determinan nuestra independencia, el 25 de Mayo, el 9 de Julio y ahora el 24 de Noviembre. Los países libres y del Primer Mundo sólo tienen uno. Sin embargo, no somos un país libre, ya que en un país libre se pueden hacer cosas que no se pueden hacer en la Argentina. Por ejemplo, en un país del Primer Mundo hay respeto, por el prójimo, por el país y por uno mismo. Son los padres los responsables de enseñarles a sus hijos a respetar todo. Los peatones tienen derecho a cruzar la calle sin ser atropellados. Las calles y las veredas están limpias y arregladas, los servicios de luz, agua potable, electricidad y teléfono funcionan. También se puede construir una empresa sin necesidad de contratar a gente a través de un sindicato. Si los empleados no trabajan como corresponde, a cambio de un sueldo, se le puede dar la oportunidad a otro que quiera cumplir con su trabajo y lo valore. Si el empleado no es feliz en su puesto se puede ir. En la Argentina, el empleador no puede echar al empleado que no trabaja como corresponde sin pagar una indemnización, pero el empleado puede abandonar su trabajo cuando se le da la gana. Esto hace que el empleado trabaje lo menos posible. Habría muchas más empresas y más trabajo para el pueblo si el patrón tuviese más derechos. Y habiendo más empresas no serían necesarios tantos planes, que incentivan la vagancia. El que quiere comer, tiene que trabajar. El pan del día no es gratis y alguien lo tiene que ganar. La educación se valora. En la Argentina aparentemente no se le da importancia. Si a lo que antecede le agregamos que la mayoría de los argentinos practica la tan cacareada “viveza criolla” que consiste en priorizar siempre lo individual sobre lo colectivo, perjudicando de todas las formas posibles al prójimo con tal de obtener alguna pequeña ventaja personal, debo concluir que vivir en mi país, se ha transformado en una aventura para nada gratificante.
Inés Colombetti