El pediatra de mi hijo nos contactó con la doctora Alejandra Meneguzzi, neumonóloga pediátrica en varios centros de salud de Rosario. Ella decidió estudiar en profundidad las crisis respiratorias de mi hijo, ordenando una serie de estudios que nos permitieron saber hoy qué ocasiona sus problemas de salud. ¡Gracias! Mi hijo padeció innumerables crisis respiratorias atribuidas a otras patologías durante seis años y medio. A través de una endoscopía respiratoria solicitada por la doctora Meneguzzi, le diagnosticaron una cardiopatía congénita llamada "anillo vascular incompleto-compresión traqueal por arteria innominada" el 23 de julio de 2012. Como nos sugirieron profundizar la consulta en Buenos Aires, me puse a averiguar en internet. ¡Cuántas veces los médicos me dijeron "no quieras saber nada a través de internet"! Por suerte no les hice caso. Busqué información y la encontré. Vaya si la encontré. Descubrí una página que se llama "Cardiocongénitas" donde aprendí y entendí de qué se trataba un anillo vascular. Dibujos, videos, clarísimas explicaciones que me permitieron saber a qué se enfrentaba mi pequeño hijo. Simplemente decidí expresarle mi gratitud al autor de la página por la calidad de su publicación y ese fue el punto de partida. El autor de la página es el doctor Ignacio Lugones, prestigioso cirujano cardiovascular de la Fundación Favaloro y mejor persona. Un ser humano/profesional que no he encontrado ni parecido a lo largo de los años en que acompañó el crecimiento de mis hijos. El doctor Lugones recibió de muy buen modo los estudios de mi hijo para ofrecernos su opinión. Y no sólo eso. Organizó reuniones con destacados colegas en más de una oportunidad para estudiar el caso; entre ellos a la notable endoscopista respiratoria Graciela Sica, respetada profesional y extraordinaria mujer. El doctor Lugones nos ayudó a cambio de nada. Ni siquiera nos pidió una orden de nuestra prepaga por todo el tiempo invertido para decidir cuál sería la mejor forma de ayudar a mi hijo. Sí papás, leen bien: a cambio de nada. Nos escuchó con respeto, nos contuvo, nos explicó en detalle y nos acompañó. Contestó cada uno de mis mails de inmediato, jamás hizo esperar su respuesta, su aliento, su compromiso. Se esforzó de una manera indecible por una familia que lo contactó vía mail, por una familia a la que no conoció personalmente hasta tres meses después del primer contacto por correo electrónico. El 13 de enero de 2014 tuvimos la palabra final. Mi hijo necesita una intervención quirúrgica para estar como siempre deseamos: disfrutando a pleno de cada día de su dulce vida. Yo quería decirles que el espíritu del doctor Favaloro es invencible. Sigue intacto. Y en el quinto piso de la Fundación que lleva su nombre podrán encontrar a su mejor discípulo: el doctor Ignacio Lugones. Gracias de todo corazón, con todo nuestro afecto y admiración.