La sanción de la nueva de Riesgos del Trabajo aprobada el mes pasado—cuya modificación venía siendo reclamada intensamente— no alcanzó a convencer al universo de sectores que trabajaron intensamente para cambiar un sistema que había nacido al calor del neoliberalismo y llevaba consigo esa impronta. Pese a que hubo un conjunto de propuestas para el cambio, el oficialismo en el Congreso terminó aprobando una norma que “beneficia especialmente al trabajador y también al empresario”. Así lo definió el titular de la Superintendencia de Riesgos del Trabajo, Juan Horacio González Gaviola, quien defendió la iniciativa y señaló que se trata de una ley que “termina resarciendo bien y rápido al trabajador y actualiza los valores”.
El funcionario participó en Rosario del 9º Congreso de Seguridad y Salud Ocupacional y el 1º Congreso de Calidad y Productividad realizado en la sede de la Universidad Católica, que contó con el apoyo de la UNR, la UTN y el Instituto Superior Federico Grote del Círculo de Obreros del Rosario. En diálogo con LaCapital destacó que pese a que la Argentina atravesó en los últimos años un proceso con altas tasas de crecimiento, “hay menos accidentes laborales, los comunes bajaron 25% y la mortalidad 30%”.
—¿Qué es lo que cambia del sistema con la nueva ley de Riesgos del Trabajo?
—Es una ley que viene a resolver uno de los problemas que antes no pudimos resolver y que afecta a 50 mil trabajadores. El sistema cubre a 8,7 millones de trabajadores. La ley plantea un plan A, que tiene que ver con hacer prevención para que los trabajadores no se accidenten y se enfermen por su trabajo. Si falla esto está el plan B, para que el trabajador tenga un adecuado tratamiento médico y recupere su salud. También, un plan C que es que cuando fallan estas dos cosas, el trabajador que quedó con una lesión tenga una indemnización adecuada. Una de las críticas a la ley es que no aborda la prevención y nosotros venimos haciendo eje en eso hace mucho y eso se nota en los indicadores. Pese a que el país está con altas tasas de crecimiento, tenemos menos accidentes, bajamos la mortalidad un 30% en pocos años y un 25% los accidentes comunes. Cuadruplicamos la cantidad de inspectores. Por otra parte, las ART hacen denuncias de incumplimientos de sus asociados y se las trasladamos a las provincias que tienen la autoridad de sancionar.
—Una de las críticas que tuvo esta ley es que fue hecha a medida de las empresas. ¿Qué opina?
—Esta es una ley que beneficia especialmente al trabajor y también beneficia al empresario. En la Argentina tuvimos una dicotomía, parecía que este era un partido de fútbol de empresarios vs. trabajadores. La primera demostración de que esto no es así es que en los 90 dijeron “hay que embromar a los trabajadores para tener más competividad”. ¿Cuál fue el resultado de eso? El Producto Bruto Interno y el empleo se amesetaron y después se fundieron centenares de pymes y tuvimos la peor crisis. Desde el 2003 en adelante demostramos que capital y trabajo pueden tener una conviviencia y una suma en la que todos ganan. El país creció, los trabajadores tienen mejores salarios y los empresarios hicieron plata. Esta ley es en primer lugar mejor para el trabajador, porque es el que sufre la lesión y al que tardan para que le reparen. Ahora le estamos pagando muy bien. En segundo lugar, es a favor del empresario para que tenga previsibilidad, porque si paga un seguro pero después le cae un juicio y es una pyme no tiene como pagarlo, se funde y genera desempleo y esto no es bueno para nadie.
—¿Cómo se controla el sistema de prestaciones médicas para los trabajadores afectados?
—En cuanto a las prestaciones médicas vienen siendo más controladas porque tenemos un sistema de auditoría que va al hospital para ver cómo están actuando con el trabajador. La cantidad de trabajadores que quedan con incapacidad permanente se ha estabilizado en 52 mil personas a pesar de que tenemos cada vez más gente empleada. Lo que nos quedaba por resolver era el régimen indemnizatorio. Esta ley nació con severos pecados originales al respecto, abrevaba la teoría de (Domingo) Cavallo de que había que ganar competitividad en base a sacarles derechos a los trabajadores. Hicimos un intento de modificación en 2009, con una mejora sustancial de las indemnizaciones pero quedaban algunos elementos que por decreto no pudimos resolver, como por ejemplo, que es el sistema de reparación integral, que podríamos englobar como el daño moral. Esta ley se va al otro extremo, ahora se paga mucho más del doble de lo que una persona tendría que cobrar si tuviera un accidente por vía civil. Se aumentaron sustantivamente los montos fijos. Desde 2009 hasta ahora se han quintuplicado. Todos pueden discutir las cifras de inflación, pero nadie dice que en dos años fue del 500%. Es muy generosa la ley.