En el filme “La habitación de Fermat”, cuatro matemáticos son invitados por un misterioso anfitrión con el pretexto de resolver un gran enigma. Pronto descubren que se encuentran en una sala que empieza a menguar (paredes que son empujadas por cuatro prensas compactacoches) y que corren el riesgo de morir aplastados entre sus paredes, si no van resolviendo los enigmas que se les plantean. A veces siento que los argentinos nos encontramos encerrados en la habitación de Fermat, y que si no logramos descifrar rápidamente los códigos de inseguridad creciente (aumento de narcotráfico y paralelamente los índices elevados de criminalidad) moriremos por alguna de estas paredes simbólicas: guerra entre narcos, que muchas veces tiene como víctimas a terceros inocentes, corrupción de quienes tienen que combatirlos, connivencia, y la inseguridad cotidiana: asesinatos producto de falta de educación y pobreza. Un problema que empezó siendo de salud pública, terminó convirtiéndose en un problema de seguridad pública. No hay mejor aliado que el narcotráfico para las instituciones bancarias, las fábricas de armas y fuerzas policiales corruptas. Por esta razón me pregunto: quienes están a cargo de resolver estos problemas ¿están capacitados? ¿Tienen equipos interdisciplinarios que conozcan del tema? ¿O tan sólo forman parte de los aplaudidores partidarios? Lo fundamental es reconocer que el problema existe y que coincidan y aúnen esfuerzos en las investigaciones y declaraciones. El secretario de Seguridad, Sergio Berni, aseguró que “en la Argentina “no se produce droga”, discrepando con el ministro de Defensa, Agustín Rossi, quien afirmó que el país no sólo es un lugar de consumo sino de “elaboración” de estupefacientes. ¿Es que no hay coincidencias mediáticas o los informes que leen de distinta procedencia, los desorientan? Dijo Galileo Galilei: “La ignorancia es la madre de la maldad y de todos los demás vicios”.