El crimen de Juan Alberto “Beto” González, acribillado de doce balazos en 2019 cuando esperaba a un amigo para ir a bailar en Villa Gobernador Gálvez, comenzó a debatirse este lunes en un juicio oral. Ante un tribunal integrado por los jueces Román Lanzón, Gustavo Pérez Urrechu y Hebe Marcogliese, el fiscal de Homicidios Gastón Avila pidió altísimas penas para los dos acusados: 35 años de prisión para Ezequiel “Pala” Gorosito y 32 para Ariel “Gordo” López. En tanto la pareja de éste último, Eliana Segovia, afronta una pena de cuatro años de cárcel por tenencia ilegítima de tres armas de fuego.
Por su parte, el defensor público Darío Pangrazi pidió la absolución de los acusados alegando que la fiscalía “no podrá probar los hechos con el grado de certeza necesaria ya que no hay testigos presenciales que los ubiquen en la escena del crimen ni tampoco se secuestró la moto que dicen que usaron”.
Ajeno
Beto González tenía 23 años y era “ajeno al mundo armas y drogas” tal como lo definió Avila, en sintonía con la hipótesis que sostiene que el ataque había sido planeado contra un amigo de la víctima a quien estaba esperando en la puerta de su casa par ir a bailar. En su alegato de apertura el fiscal describió el asesinato ocurrido la noche del 1º de abril de 2019 como “un claro ejemplo de cómo operan las bandas criminales que se financian con la venta de drogas”, que “cuando algo o alguien no les gusta proceden a la violencia, armada, letal y sin miramientos”.
Beto estaba esperando a Brian a bordo de su VW Bora gris, estacionado frente a la casa de su amigo en Andreu al 1200 de Villa Gobernador Gálvez. Su amigo lo había invitado a pasar a su casa mientras se bañaba pero el joven prefirió esperarlo afuera mientras chequeaba mensajes en su celular. Minutos más tarde pasaron por allí dos hombres en una moto YBR negra: para la acusación el rodado era manejado por López con Gorosito como acompañante.
Desde el rodado comenzaron a disparar a mansalva contra el Bora aunque la intención habría sido amedrentar a Brian. Lo cierto es que González sufrió unas 30 heridas producto de 12 disparos y fue trasladado por su padre y Orellano al Hospital Gamen, desde donde fue derivado al Hospital de Emergencias Clemente Alvarez (Heca) donde falleció la madrugada del 3 de abril.
La familia de Beto sostuvo siempre que el muchacho era un chico trabajador que no tenía problemas con nadie y que se habían equivocado de persona.
Detenidos
Por ello se ordenó allanar la casa de Brian y en los tres celulares secuestrados se detectó que había estado recibiendo amenazas de muerte por parte de Brian “Pocha” Sánchez, por entonces alfil de la banda de René Ungaro con los hermanos Funes, quien cumple una condena a 20 años por cuatro crímenes.
>>Leer más: Mensajes y llamadas echan luz a un crimen cometido por error
Dos semanas después se realizó una requisa en el pabellón 13 de la cárcel de Piñero. Si bien el procedimiento se había ordenado en el marco de la investigación por balaceras contra objetivos judiciales, en ese marco se secuestraron elementos cuyo análisis desembocó en la detención de Gorosito el 3 de junio de 2019 por parte de la Policía Federal.
Meses después, el 9 de agosto, fueron detenidos López y su pareja en un allanamiento de la Tropa de Operaciones Especiales (TOE) a un domicilio de Ayacucho y Estado de Israel donde se secuestró droga, un revólver calibre 32 con dos cartuchos y dos pistolas calibre 9 milímetros con sus respectivas numeraciones suprimidas. Según fuentes judiciales una de las armas habría sido empleada en el crimen de González. Tanto López como su pareja tenían sendas condenas a tres años de cárcel.
El carácter erróneo del crimen fue corroborado entre la evidencia colectada. "Estuvo en el lugar y en el momento equivocado. ¿Qué querés que haga? Ya no me podía frenar, hermano”, sostuvo Gorosito 15 días después del homicidio en una charla con un preso de Piñero. Al parecer el Pala se lamentaba de que de haber esperando unos minutos habrían agarrado a quien era el objetivo del ataque: “Si esperaba un poquito más, si terminaba de comer el sándwich el Gordo, capaz que los enganchaba a los dos justo. Yo quería hacerlo tranquilo pero los otros estaban todos apurados”. Su interlocutor, lejos de lamentar la equivocación, le respondía: “Hay que dejar pasar un mes, vamos por el otro y lo hacemos pelota”.