A Juan Alberto González lo mataron por error cuando esperaba a un amigo para ir a bailar en Villa Gobernador Gálvez. La familia de “Beto”, como le decían al joven repartidor, siempre dijo que las balas no eran para él. En mensajes de un celular secuestrado en la cárcel de Piñero se comprobó que los sicarios se equivocaron de persona. Buscaban al amigo, que se estaba bañando mientras Beto revisaba su celular en la puerta y, sin saberlo, ofrecía el cuerpo a una lluvia de balas que no lo buscaban. Los dos acusados de matarlo afrontan ahora pedidos de altas penas, a 32 y 35 años de prisión, por ese crimen de abril de 2019.
“Estuvo en el lugar y en el momento equivocado. ¿Qué querés que haga? Ya no me podía frenar, hermano”. Quince días después del crimen, quien está preso como el tirador que acribilló a Beto intentó de ese modo justificar el error. Fue en una charla con un preso de Piñero que, lejos de lamentar la equivocación, responde: “Hay que dejar pasar un mes, vamos por el otro y lo hacemos pelota”.
La primera cita se le atribuye a Marcelo Gorosito, a quien le dicen “Pala” o “Pariente”, tiene 29 años y está preso desde junio de 2019 como el autor de los disparos. En septiembre del año pasado fue imputado Ariel Antonio López, de 34 años, como quien conducía la moto de la que partió la ráfaga de tiros alrededor de las 23 del 1° de abril de 2019. Los dos participaron ayer de una audiencia preliminar al juicio oral y público por el caso donde el fiscal de Homicidios Gastón Avila formalizó el pedido de pena para ambos.
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Ante el juez Alejandro Negroni el fiscal requirió 35 años de cárcel para Gorosito como autor de un homicidio agravado y la portación de arma, además de la declaración de reincidencia por contar con una condena previa. Para López solicitó 34 años de prisión como coautor del crimen. Los dos están presos en Piñero. Avila pidió que continúen en prisión preventiva y que en el caso de “Pala”, cuya detención vence la semana que viene, se prorrogue ese plazo de manera extraordinaria un año más. Luego de un receso, la audiencia reanudará el viernes.
López está además imputado en otra causa junto a su pareja Eliana Segovia, en su caso en libertad, por la tenencia de tres armas de fuego halladas en un allanamiento a su casa de agosto de 2019. Entre esas armas, dos consideradas de guerra y una de uso civil, se encontró la pistola homicida. En esa oportunidad fueron también acusados en una causa federal por el hallazgo de droga.
A los acusados se los vincula a la banda de René “Brujo” Ungaro, condenado la semana pasada a 7 años de prisión por comandar una asociación ilícita que cometía robos, amenazas, usurpaciones, abusos de armas y decenas de homicidios en el Fonavi Municipal de Grandoli y Lamadrid y en los barrios Tablada y República de la Sexta. Según una fuente de la investigación, Gorosito era pareja de Ramona Elvira “La Gringa” Avalos, de 45 años, quien murió el 23 de abril al sufrir una descompensación en la Unidad 5, donde estaba detenida.
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“Beto” González tenía 23 años y fue asesinado en Andreu al 1200 de Villa Gobernador Gálvez. El muchacho, que trabajaba doce horas diarias repartiendo achuras para un frigorífico, estaba parado frente a la casa de un amigo al que había pasado a buscar en su Volkswagen Bora. Iban a ir a bailar en la previa de un feriado. Su amigo Brian O., un repartidor de soda, lo invitó a esperar adentro mientras él se bañaba. Pero "Beto" se quedó en la puerta revisando el celular, cerca del auto.
En ese momento pasaron dos muchachos en una moto YBR negra y el acompañante tiró sin detener la marcha. Herido con al menos doce balazos, el joven fue trasladado al Hospital Gamen y desde allí al Heca, donde murió dos días después. En el auto quedaron diez agujeros. En la autopsia se contaron 36 heridas causadas al repartidor por el cruce de las balas.
Su familia siempre sostuvo que era un chico trabajador, que no tenía problemas con nadie y se habían equivocado de persona. Bajo esa sospecha se ordenó un allanamiento a la casa de su amigo, Brian O., quien hasta entonces nada había aportado a la pesquisa. En su casa se secuestraron tres celulares en los que detectó que había sido amenazado de muerte y extorsionado por Brian "Pocha" Sánchez, alfil de la banda de René y Los Funes que estaba en Piñero desde marzo de 2017. Cumple condena a 20 años de prisión por cuatro crímenes.
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"Estuve viendo un par de fotos tuyas y andás con una banda de enemigos míos. Te voy a mandar a cagar a tiros tu casa", lo había amenazado Pocha desde su perfil de Facebook en marzo de ese año. Brian dijo que a partir de las amenazas lo bloqueó y aclaró que los amigos con los que iba a bailar eran pibes laburantes del barrio.
La compuerta que permitió aclarar el caso fue una requisa a la cárcel de Piñero del 17 de abril en el marco de la investigación por balaceras a edificios del Poder Judicial. En la celda 131 del pabellón 13 se encontraron tres celulares en un hueco detrás del inodoro. En un aparato que pertenecía a Julio Albornoz, un preso cercano a Brian Sánchez y que había sido su compañero de celda, se detectaron conversaciones sobre el crimen de Beto con “Pariente”.
Un día antes de la requisa Pariente _quien para la acusación es Gorosito_ le envió por WhatsApp dos fotos de Brian O. con esta leyenda: "Mirá el gil". El preso, que había sido vecino de Brian, se quejó de que el muchacho de la foto había estado “hablando al pedo y molestando allá en Gálvez, en lugares que eran del Coreanito”. Tras lamentar que si hubieran esperado unos minutos quizás daban en el blanco, propuso: "Hay que darle con todo a ese gil. Hay que dejar pasar un tiempo y lo hacemos pelota”.
"Si esperaba un poquito más, si terminaba de comer el sándwich el Gordo, capaz que los enganchaba a los dos justo. Yo quería hacerlo tranquilo pero los otros estaban todos apurados", explica en la charla Pariente, preso como el tirador, quien a renglón seguido se jacta del derroche de plomo: “Dicen que fue como el crimen más violento que hubo por todos los impactos que tenía, 16 impactos y treinta en el auto”.
Su interlocutor recibe el comentario entre risas e insiste: “Vamos por el otro, vamos a dejar pasar un mes por ahí y vamos a darle a ese gil”, pero recomienda esperar “para que pase la broca”. Sobre este preso no hubo imputaciones porque son conversaciones posteriores al crimen de Beto y no se pudo comprobar una instigación previa.
El fiscal fundamentó el alto pedido de penas no sólo en que el ataque se cobró la vida de un joven ajeno al conflicto sino que, en las conversaciones posteriores, se ríen del sufrimiento de la familia: “La novia del pibe comentó que se confundieron, que los tiros no eran para él, una banda de boludeces. Que se tiene que hacer justicia. Un pibe bueno, trabajador, qué se yo. Un quilombo”, plantea el preso, que añade entre risas: “Se entretuvo con el celular y cuando aparecieron dos en moto no pudo hacer nada. Brian salió justo y lo vio tirado. Si esperábamos un segundo les dábamos a los dos, cumpa”.
Gorosito fue acusado como el tirador porque los testigos del ataque dijeron que era el más delgado de los ocupantes de la moto. En septiembre del año pasado fue imputado López como el conductor de la Yamaha YBR negra desde la cual partió la ráfaga de tiros calibre 9 milímetros que dejaron a González gravemente herido a González con lesiones en el tórax y el abdomen.