El gobierno afgano suspendió ayer las tareas de búsqueda y rescate de más de 2.000 personas que fueron dadas por muertas tras quedar enterradas el viernes por un alud de ocurrido en el pueblo de Ab-e-Barik, en el distrito de Argu, situado en el noreste de Afganistán.
La continuación de la búsqueda sería infructuosa, ya que no se localizarían supervivientes, afirmó el vicepresidente afgano, Karim Jalili, tras visitar a damnificados por el corrimiento de tierras.
“Todos nuestros hermanos y hermanas que se encontraban bajo toneladas de barro murieron, y rezamos por ellos”, afirmó Shah Waliullah Adib, gobernador de la provincia de Badakshan, donde se ubica Argu.
Hasta anoche se habían recuperado los cadáveres de 277 personas, mientras que los cuerpos de cerca de otras 2.000 seguían enterrados.
Unas 2.000 personas lograron huir del área del deslave ocurrido el viernes tras la caída de fuertes lluvias en la montañosa provincia, que sepultó un pueblo entero, informó la policía.
El alud de tierra y grava arrastró en primer lugar a los asistentes a una boda, explicó el gobernador del distrito de Argu, Hadshi Abdul Wadud. “Allí murieron 250 personas”, afirmó. Después, el alud enterró el pueblo casi por completo.
“Todo el mundo perdió a un miembro de la familia... o a amigos”, explicó un líder tribal que se desplazo a la zona para ayudar a las víctimas.
“Lo que vi es una tragedia. Más de 2.000 personas están todavía bajo toneladas de barro, mientras que otras 300 fueron encontradas muertas”, dijo a DPA por teléfono Abdul Maroof Rasekh desde Ab-e-Barik.
Según Rasekh, la mayor parte de la gente murió cuando acudió a ayudar a las víctimas. “Hubo dos aludes. Hubo gente que murió en el primero, mientras que el segundo enterró a quienes acudieron a ayudar”, explicó.
Para los musulmanes el viernes es el día sagrado, por lo que la mayor parte de las familias se encontraban probablemente en sus hogares en el momento de la tragedia. Las viviendas de esa zona de Afganistán están construidas normalmente con barro, por lo que es relativamente fácil que resulten dañadas si hay inundaciones.
La semana pasada murieron más de 100 personas debido a inundaciones en cuatro provincias del norte de Afganistán. “En los últimos siete días murieron más afganos por catástrofes naturales que en todo 2013”, dijo el coordinador de ayuda de emergencia de la ONU en Afganistán, Mark Bowden.
El presidente afgano, Hamid Karzai, se mostró “profundamente triste” por lo ocurrido y decretó el domingo día de luto. El presidente estadounidense, Barack Obama, ofreció apoyo a Afganistán. También la Unión Europea y las fuerzas internacionales lideradas por la Otán se mostraron dispuestas a ayudar.
La tragedia ocurrió el viernes en el distrito de Argo de la provincia de Badajshan, una región pobre y montañosa fronteriza con Tayikistán, China y Pakistán, y relativamente resguardada de la violencia de los insurgentes talibanes.
Tras unas lluvias torrenciales, se formó un torrente de lodo y de piedras que llegó por un valle encajonado hasta la localidad de Aab Bareek donde vivían varios centenares de familias.
El peligro de nuevas avalanchas frenó los esfuerzos de los socorristas.
“Un equipo de intervención ha constatado que las laderas de una colina vecina se estaban agrietando”, lo que anticipa otro posible alud, dijo a la AFP Sayed Abdulá Homayun Dehqan, director de la rama local de la agencia afgana de gestión de situaciones de crisis.
“La gente necesita comida, refugio, ayuda médica. Lo han perdido todo”, dijo una fuente de los servicios de emergencia.
Un portavoz del Programa Mundial de Alimentos (PMA), Wahidullah Amani, declaró que un equipo de esta agencia de la ONU fue al lugar ayer “para evaluar la situación, y llevó raciones alimentarias que serán repartidas a la población”.
Según el vicegobernador de la provincia, Mohammad Baidaar, “el pueblo fue alcanzado por dos aludes en el espacio de una hora”.