Tal vez ser o sentirse viejo ocurre cuando nos encontramos frente a jóvenes que ya no entendemos su forma de expresarse, a saber: sus tatuajes por todo su cuerpo, su manera de comunicarse por internet o cómo aceptan la mediocridad. Si de esto se trata para ser joven, entonces es cierto ya no soy más joven. Y es ahí donde veo el distanciamiento generacional, porque el mismo se hace más distante en esa mediocridad que comprende todo. Por ejemplo, ya no les interesa leer, no les interesa proyectarse en la vida, no les interesa una pareja estable, no les interesa saber quiénes fueron sus ancestros, etcétera. A veces me pregunto, ¿es nuestra culpa de que sean así? Y me contesto que no, sino que se trata de esta nueva generación que vive el momento y nada más.Tal vez podamos echarle la culpa en parte a la televisión, pues en la misma cada vez más basura es lo que se ve. Pero también el asunto viene por los malos gobiernos que existen y que ayudan a que las nuevas generaciones no crean en nada. Mientras esta situación existe y es una triste realidad, ellos, es decir los gobiernos de turno, hacen como si estuvieran en una pileta de natación, la plancha, no tratando de establecer verdaderos dogmas políticos, para que la juventud se interese y les crea. De esa manera, esta nueva generación podría despertar de su letargo. Se trata de creer en serio que existe un mundo nuevo y mejor para ellos, proponer programas y temas importantes para las nuevas generaciones; por ejemplo, hacia dónde vamos, qué enfrentamos con el cambio de clima. Es decir, hay que adoptar toda una filosofia de vida nueva para enfrentar esta y otras situaciones que tendrán que superar estas nuevas generaciones, y que si no cambian posiblemente corran el riesgo de desaparecer. Por todo lo expuesto, me tomo el atrevimiento de sugerirles a ellos que sepan pensar y discernir; no todo lo que se ve y lee es cierto, y que es muy importante saber diferenciar sabiduría y discernimiento de adoctrinamiento.