"Queremos destacar el avance del Frente Obrero como única salida, en momentos en que la crisis del sistema exige el cambio revolucionario de las estructuras y la liberación de nuestro pueblo de las cadenas de hambre y miseria que nos atan a la explotación despiadada de los intereses del imperialismo y sus aliados locales". El párrafo, extractado de un extenso artículo periodístico, fue escrito por un joven militante sindical ferroviario de izquierda, filotrotskista. Que no es Mariano Ferreyra, el joven del Partido Obrero muerto por balas de una patota sindical de la Unión Ferroviaria , el pasado 20 de octubre.
El texto periodístico, rescatado en exclusiva por La Capital y publicado bajo el título "Sin reformismo, sin conciliación, sin claudicaciones: Frente Obrero", fue escrito, paradojalmente, por quien se encuentra hoy imputado y detenido como presunto responsable intelectual de la muerte de Ferreyra: José Pedraza.
El jefe del sindicato Unión Ferroviaria se inició en las corrientes más combativas del sindicalismo y publicó este texto en la revista "Los de Abajo", en septiembre de 1967. Tenía apenas más de 20 años, como el malogrado Ferreyra, y combatía a la dictadura de Onganía en las calles.
De todos modos, Pedraza no será probablemente procesado por la notable parábola ética y política de su vida, sino por unas comprometedoras escuchas telefónicas en las que estaría demostrado su compromiso con el grupo de donde salieron las balas que terminaron con la vida del militante del PO. Ferreyra actuaba como apoyo de los trabajadores tercerizados, justamente por empresas que intermedian con las concesionarias ferroviarias, y de las que Pedraza era uno de sus dueños y beneficiarios.
El engendro de que las mismas burocracias sindicales sean las que se constituyeron en empresas que a su vez contratan trabajadores clase B mal pagos para conseguir ganancias empresariales escandalosas, y a la vez que continúan ejerciendo sus cargos gremiales sindicales como si fueron sólo eso, trabajadores, constituye otra de las vergüenzas nacionales que empieza a derrumbarse.
Las cosas que hacía, pensaba y escribía Pedraza en 1967 en contraste con el brutal giro político que inició en los años 90 no lo van a comprometer a la hora de aplicar el Código Penal.
Sin embargo, queda la pregunta sobre por qué hubo que llegar hasta 2011 para que se corra el velo y quede al descubierto la trama mafiosa. No sólo de los Pedraza, que está siendo investigado de un modo ejemplar por la jueza Wilma López, sino también de los Gerónimo "Momo" Venegas y su penosa alianza con las entidades patronales del campo, la Mesa de Enlace.
Los protagonistas de la revuelta gaucha de 2008 llenaron de banderitas argentinas sus camionetas, pero varios de esos actores fueron poco patriotas al emplear a trabajadores en condiciones infrahumanas, y mostraron sin prejuicios su alianza con un “obrero” clave, el jefe del sindicato de los peones de campo, Venegas, ahora al borde del procesamiento por la causa de medicamentos truchos.
Aunque el juez que lleve esa causa, Norberto Oyarbide, tenga propensión a la espectacularidad en evidente vocación por matizar mediáticamente sus fallos, es, al cabo, un juez en funciones, habilitado, que tiene sobre sí las cámaras de apelaciones, y hasta, eventualmente, la Corte Suprema de Justicia.
Fue Néstor Kirchner, pocos días antes de morir, el que se involucró personalmente, contactó con un testigo y buscó impulsar el esclarecimiento por el asesinato del militante del PO. A casi cuatro meses de los hechos, se empiezan a exhibir los resultados que podrían iniciar el derrumbe de la trama mafiosa enquistada en el movimiento sindical. Durante ocho años, el kirchnerismo mantuvo una tensa e incómoda alianza con distintos estamentos de los “gordos” sindicales. No tuvo la decisión ni la correlación de fuerzas necesaria para combatir frontalmente contra ese lastre.
Parece que Cristina Fernández, a la que muchos se apresuraron a tildar como la “viuda débil”, cuenta con la decisión y poder político necesarios para que surjan jueces como Wilma López, que van al corazón de la trama de negocios sindicales.
A propósito del buen momento presidencial, resultan banales las interpretaciones que insisten con fogonear respecto del desencuentro del kirchnerismo con Daniel Scioli. Todo a partir de la presunta autorización que obtendría el candidato de la centroizquierda no peronista, Martín Sabbatella, de llevar en su lista bonaerense, con candidatos propios, la fórmula presidencial de Cristina Kirchner a la cabeza.
Toda alianza que gobierna, y que aspira a continuar, se compone de conglomerados diferentes pero con una dirección política única. El poder de esta presidenta, y de los que vengan, se mide justamente en la capacidad de sumar muchos sectores diferentes –aunque no antagónicos– y conducirlos.
Es el principio básico del ejercicio real del poder. Si Sabbatella compite contra Scioli –ambos con Cristina en sus boletas– y Scioli permanece en el kirchnerismo no es porque el ex motonauta sea timorato –como se suele sugerir–, es porque, al menos por ahora no cuenta con proyección ni fuerza política para hacer otra cosa.
Mientras tanto en Santa Fe, luego de días tensos, llegó la descompresión. Sin demasiadas sorpresas, las listas de candidatos quedaron inscriptas para la elección interna obligatoria del 22 de mayo.
En el hemisferio socialista y radical, el cierre entre las distintas listas fue tranquilo y armonioso. Al cabo, piensan todos, mejor no herirse ahora. En tres meses todos deberán armonizar para dar la gran batalla contra el justicialismo. Que no está ganada de antemano.
En el peronismo, en cambio, hubo un final algo frenético con algún cruce verbal en plena madrugada que no alcanzó a convertirse en escándalo mayor. Sobre todo, al interior del armado que encabeza Rafael Bielsa fue donde se vieron las mayores desprolijidades, y algunos reproches.
Mientras tanto, para algunos, los 85 días por delante para desarrollar la campaña son un plazo escaso. Es el caso del binnerismo, que necesitaría más tiempo para instalar al candidato Antonio Bonfatti. En ese campamento confían en llevarlo a Bonfatti al triunfo, pero les resulta poco edificante, al día de hoy, ver que su contrincante, Rubén Giustiniani siga al frente en la encuestas.
Otro tanto con el candidato peronista Omar Perotti, que viene recibiendo el apoyo de obeidistas y algunos sectores de la diáspora reutemista. “Omar tiene todo el espacio para crecer, no tiene techo como los demás candidatos peronistas”, se entusiasman cerca del intendente de Rafaela. Sin embargo, con los números de encuestas de hoy en mano, Perotti sigue siendo un ilustre desconocido para demasiados santafesinos. “Pondremos la cola en el auto todo lo que sea necesario, para contrarrestarlo”, desafían desde Rafaela.