En la campaña escuchamos a Daniel Scioli pregonando que él es el único candidato a presidente que puede llevar al país a la senda del bienestar. Dentro de sus discursos se observan mentiras y hasta un dejo de caradurismo. No podemos olvidar que primero como vicepresidente y luego, como gobernador, fue un partícipe directo durante doce años del gobierno más corrupto de todos los tiempos. Fue partícipe y cómplice del millonario desvío de fondo en la obra pública, del lavado de dinero, del descomunal enriquecimiento ilícito de los funcionarios y amigos del poder, del criminal decreto del veto del 82 por ciento que condenó a millones de jubilados a una muerte prematura, de la destrucción del Indec y el fraude de los índices de inflación (considerado como delito de traición a la patria), del manejo de la Justicia para conseguir impunidad a los graves delitos de corrupción, de la muerte de hambre de niños en las provincias del norte, de la miseria en esas provincias y en el conurbano bonaerense, de la introducción de la violencia, la inseguridad y el narcotráfico por el cual millones de niños y jóvenes están quedando enfermos por la droga. El no puede alegar que no era responsable, pero él sabe que el que calla otorga. Además, en todo momento afirma que estuvo y está en un todo de acuerdo con el modelo K. Por otro lado, sus ocho años de gobierno dejan a la provincia de Buenos Aires hecha un desastre. Últimamente dejó algunas perlitas que son indignantes: una, aprobó y festejó el fraude político más escandaloso de la historia argentina, las elecciones en Tucumán; dos, le pidió a los agricultores que siembren porque él les garantizará la rentabilidad. Esta actitud es de un caradurismo bajo y vil, pues él junto con los K quisieron destruir el campo: Scioli avaló la resolución 125 y el envío de gendarmes para reprimir con ferocidad a los piquetes en las rutas. Y por último, una chicana barata e indigna con burla incluída, dijo que echó a los narcotraficantes y que estos se vinieron a Rosario. De ser presidente Scioli, al país le esperan días muy aciagos. Qué pena para los argentinos.