“Esteban Alvarado. Dejá de batir la cana ortiva. Estás entregando a los pibes. Date cuenta que ya no jugás más acá. La próxima aguantátelas”. Con esas palabras, todas en mayúsculas y sin faltas de ortografía salvo las tildes, junto a una vieja foto del presunto destinatario de la amenaza, un prolijo panfleto impreso a color apareció en las escenas de cuatro balaceras ejecutadas ayer a la mañana contra los domicilios de gente del entorno del empresario sindicado como narco preso en Piñero. Los cuatro ataques se registraron en la zona oeste —tres en barrio Belgrano— y uno de ellos, perpetrado por dos hombres en moto registrados por una cámara, fue contra una vivienda equivocada según denunció su dueña, quien deslizó que el atentado debió haber sido contra el ex suegro de Alvarado que vive enfrente.
Hasta anoche los investigadores no podían asegurar a quién podría atribuirse los ataques ni sus móviles. Tampoco podían descartar que, teniendo en cuenta los antecedentes de Alvarado de plantar pistas falsas como hiciera en el crimen de Lucio Maldonado (ver aparte), las balaceras hayan sido orquestadas por el presunto destinatario de las amenazas quién sabe con que fines.
Como sea, y mientras la policía y la fiscalía de ataban cabos y e indicios los ataques que no causaron heridos cumplieron con su cometido, sea cual fuera: generar miedo a los destinatarios y a sus vecinos. Los atentados son investigados por el equipo de fiscales que aborda las balaceras en colaboración con la Agencia de Criminalidad Organizada y Delitos Complejos.
Alvarado está preso desde principios de enero de 2019 cuando quedó en la mira por el crimen de Maldonado. Sin embargo la investigación sobre sus actividades lo pusieron en el centro de una trama de empresas mediante las cuales financiaba y blanqueaba sus negocios narco. Alrededor de 30 personas fueron imputadas como miembros de una asociación ilícita cuyo liderazgo le atribuyen, aun desde la cárcel. De ellos, varios admitieron su participación mediante juicios abreviados; entre ellos cuatro policías y quien fuera su abogado durante casi diez años, Claudio Tavella, quien el jueves pasado aceptó una condena a tres años con una multa de 44 millones de pesos.
Aun cuando se ignoren los motivos de los ataques de ayer, lo que se confirmó es que todas las viviendas son de personas vinculadas al entorno de Alvarado, algunas imputadas como miembros de esa asociación ilícita. Salvo el ataque contra una casa equivocada, los otros no fueron denunciados.
Por error
El primer ataque que trascendió ocurrió sobre las 6.30 en una casa de pasaje Pirayú al 1200, sobre Juan B. Justo al 7200. Al menos cinco balas de grueso calibre impactaron contra un portón e incluso algunas lo atravesaron para perforar un vehículo que estaba estacionado. Una cámara registró la acción de los pistoleros, que llegaron al lugar en una moto y antes de disparar arrojaron los panfletos con el mensaje mafioso.
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“No tenemos ninguna relación con Alvarado. Somos vecinos de los suegros de él. Pero no tenemos absolutamente nada que ver”, se empeñó en aclarar Romina Jurado, quien vive allí con su pareja y tres hijos pequeños. Estaba furiosa y temerosa tanto por lo ocurrido como por lo que pudo haber pasado. “Escuchamos los impactos. Salí a la puerta y encontré un rollo de papel con una amenaza a Alvarado. Gracias a Dios no lastimaron a nadie. Mis hijos dormían en la parte de atrás de la casa, pero hubiese sido un desastre si esto pasaba cuando estaban en la pileta o jugando adelante”.
Romina se quejó de que llamó a la policía “a las 6.39 y llegaron a las 8.30”. Respecto de sus dichos sobre el error cometido por los tiratiros, fuentes de la investigación lo confirmaron: en esa misma cuadra vive Jorge Capuano, padre de la ex mujer de Alvarado, Rosa, quien también está imputada en la causa por asociación ilícita. El hombre tiene una verdulería frente a la casa de Romina y dijo a la prensa que no tiene contacto con Alvarado desde hace un par de años.
“Me da lástima lo que pasó. Hubiese preferido que me disparen a mí. Pero yo nada me sorprende. Todos tenemos que tener miedo porque no estamos a resguardo de nada”, expresó, para que calificó a su ex yerno como “una buena persona, nunca me trajo un problema, siempre se ocupó bien de mis nietos y a mi hija nunca le faltó respeto. Después está todo lo que se dice de él”.
“Nunca le llevé el apunte a sus cosas. Sabía que andaba con el tema de los autos, pero nada más”, dijo Capuano a El Tres antes de que por la tarde su casa fuera blanco de una requisa ordenada por la Fiscalía Regional. En la requisa, indicaron fuentes judiciales, se secuestró un vehículo al parecer “emponchado” o “mellizo”.
“Somos familia”
A las 5.45 una moto pasó por la puerta de la casa de Pérez Bulnes al 5900. Allí, según fuentes judiciales, vive la familia de Rodrigo Sánchez, un hombre ligado a Alvarado que fue asesinado a balazos en Wilde y San Lorenzo en marzo de este año en un aparente ataque de sicarios. Ayer por la tarde el portón mostraba al menos seis orificios de bala.
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Una mujer que estaba allí comentó que “pasaron primero en a moto dos personas, uno se bajó y tiró el cartel por debajo de la puerta. Se subieron a la moto y fueron hasta la esquina; pegaron la vuelta y cuando llegaron a la altura de la puerta pararon y dispararon”, aseguró y acotó: “Está todo grabado por la cámara de seguridad”. La vivienda estaba casi amurallada y los ocupantes hablaron detrás de las rejas.
“Esteban no va a balearnos a nosotros, somos familia. Lo que dicen los noticieros de que podría ser un autoatentado a gente ligada a él es un verso total . Además el está vigilado als 24 horas y solo tiene el teléfono de la cárcel. Puede ser cualquiera, hay gente que no lo quiere”, sintetizó.
En White al 7300 se encuentra un taller de chapa y pintura de vehículos. El dueño del taller es Adrián Fernández, conocido con el apelativo de “Muertito”, un hombre ligado a la causa de asociación ilícita que le atribuyen liderar a Alvarado. “No recibí amenazas de ningún tipo nunca, Simplemente a las 6 de la mañana pasaron y dispararon. Con Esteban nos conocemos y tenemos una relación casi familiar. Es más, de vez en cuando hablamos por teléfono pero sobre cosas de la familia”. El hombre descartó todo tipo de mensajes o otra persona o de tipo personal. “No tengo la menor idea de qué o quien pudo ser”, enfatizó.
Errores sin denunciar
En Perú al 1500 B vivió, al menos un tiempo, Facundo “Lapo” Almada con su esposa conocida como “Eli”. El hombre está detenido junto con Alvarado, señalado como un todoterreno de la asociación ilícita que entre otras cosas se encargaba de cuidar los caballos de carrera de su jefe.
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En esa cuadra balearon entre las 5 y las 6 de ayer una casa de pasillo que recibió un solo tiro. Un hombre de unos 60 años atendió por la tarde la puerta del pasillo no corroboró la información surgida de fuentes de la investigación. “No sé qué pudo pasar. Acá no vive nadie que esté en nada con este hombre Alvarado, lo conozco del barrio, pero nada más”, aseguró. Las distintas versiones que conmovieron el mundo subterráneo en el que se mueve Esteban Alvarado indicaban que “Eli” es una “mujer que le maneja “algunas cosas al Esteban”, pero la versión no fue confirmada por fuentes de la investigación.
Llamó la atención a los investigadores que, salvo el ataque equivocado, los otros tres hechos no fueron denunciados siquiera al 911. Sin embargo las balaceras contra esos blancos no tardaron en trascender a la prensa que terminó dando cuenta de los ataques antes de que las noticias llegaran a oídos de fiscales y policías.