Una mejor competitividad del tipo de cambio tras la fuerte devaluación del peso apenas arrancó su gobierno, le permitió a Javier Milei, tirar al río de la economía argentina un ancla monetaria que le facilitó en poco tiempo recomponer las reservas del Banco Central. De hecho, la entidad monetaria logró acumular desde el 13 de diciembre compras por u$s 7.160 millones. Eso fue reduciendo la brecha cambiaria y haciendo retroceder levemente el riesgo país.
Sin embargo, esa acumulación objetiva de dólares y licuación de pesos, acompañada de una reducción del gasto fiscal sin emisión para financiarlo, se hicieron en el marco de un freno abrupto de la economía y una reducción de las erogaciones de un Estado que ahora busca desentenderse _incluso al límite de incumplir con leyes como las que fijan las partidas del Fondo Nacional de Incentivo Docente_ de funciones que recaerán sobre las provincias, por caso, las verdaderas generadoras de actividad, producción y recursos que vuelven bajo la forma de recaudación impositiva.
Sin los dólares es difícil, sólo con los dólares no alcanza para ordenar una economía que venía con problemas pero a la cual se le aplicó una receta de shock que la dejó “tecleando”.
El cuadro que acompaña esta nota fue elaborado por el equipo del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (Celag) y muestra cómo en sólo dos meses de gobierno de Milei logró ordenar únicamente el frente cambiario, una condición necesaria para estabilizar la economía, pero no suficiente para lograr esa meta en su totalidad.
Quedó claro cuando se repasan los indicadores de inflación de los últimos dos meses, que acumulan una aceleración del 51%. Y, aunque esta semana el gobierno festejó la reducción de cinco puntos entre diciembre y enero, los porcentajes _aún muy altos_ se paran sobre una nominalidad aún más elevada que llevó a distintos bienes y servicios a duplicar e incluso triplicar sus valores, con una caída del salario real de los trabajadores registrados del sector privado (para los informales es mucho más) de 20% en dos meses.
Algo similar ocurre con las jubilaciones y pensiones mínimas, que, según el último relevamiento de Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa) en febrero serán en términos reales inferiores a los niveles de la crisis económica del 2002.
Por otra parte, la caída de casi 26% en el rendimiento real de los plazos fijos obedece a una característica novedosa de los ajustes ortodoxos, que en general vienen acompañados de tasas altas. Para el economista del Centro de Estudios Scalabrini Ortiz (Ceso), Federico Zirulnik, es un paso hacia la dolarización. “Si se licua la mayor cantidad de pesos posible”, desalentando el ahorro en pesos y devaluando al 2% mensual, “la cantidad de dólares que pueden comprar esos pesos es mayor”, dijo. Aunque, si la competitividad del tipo de cambio se torna negativa como ya comenzaron a hacer notar los agroexportadores, nada haría descartar una nueva devaluación que atentaría contra esa primera estrategia.
Como dato, la Bolsa de Rosario (BCR) indicó que la comercialización de trigo viene demorada. En base a datos oficiales indicó que “en lo que va del 2024 se anotaron Declaraciones Juradas de Ventas al Exterior de trigo pan 2023/24 por 544.600 toneladas, lo cual sumado a las 525.700 toneladas que se habían declarado durante diciembre asciende a un total de apenas 1,1 millones de toneladas”, muy por detrás de las 10,1 millones promedio que se anotaron para igual fecha de los últimos cinco años.
En un reportaje concedido al canal de cable LN+, el Jefe del Estado dijo que “el déficit fiscal cero y el saneamiento del Banco Central no se negocia, y una vez alcanzados esos dos objetivos, se levantarán las restricciones cambiarias”.
Y consideró este tránsito como la solución de todos los males. “Una vez que eliminás el cepo, el exceso de demanda desaparece, cae la tasa de interés, se expande la actividad económica, se expanden los salarios y la cantidad de pobres e indigentes caen”, dijo Milei, quien también valoró como exitosas otras medidas que están impactando fuerte en la vida diaria de los argentinos, los mismos que viven en las distintas provincias a las que pretende aleccionar a fuerza de billetera. “Hemos echado 50.000 empleados públicos, bajamos transferencias discrecionales, eliminamos la obra pública y eliminamos planes sociales truchos”, describió.
Esta situación comenzó a tocar tierra rápidamente y se agudizará en marzo cuando se materialicen otras medidas de ajuste. Por ahora, los indicadores sectoriales son una suma de signos negativos. Industria (-12,8% en enero), construcción (-12,2%), producción automotriz (-16,7%), despachos de cemento (-20%), las ventas minoristas (-28,5%) entre otros muestran que la actividad económica se deteriora progresivamente. A eso se le suma el incremento en el precio de bienes y servicios clave para la vida cotidiana como el combustible y el transporte urbano de pasajeros tanto en Amba y Caba como en el resto de las provincias; las cuotas de las prepagas y las tarifas de agua, luz y gas.
El fracaso de la ley ómnibus obligará al gobierno de La Libertad Avanza a repensar las “asociaciones” políticas de cara al futuro, porque los escraches y los insultos vía redes sociales tienen mecha corta para definir una verdadera estrategia de gobernabilidad. Pero allí actuará como contrapeso la presión social en una Argentina cuyos habitantes tienen cada vez menos claro qué entiende el presidente por “la casta”.