La ampliación del cupo de exportación de carne argentina a Estados Unidos —de 20.000 hasta 80.000 toneladas — representa un avance estratégico que consolida el regreso del país a un mercado premium y altamente regulado. Este acuerdo no solo amplía el volumen, sino que refuerza la posición de Argentina como proveedor confiable de carne de alta calidad, basada en trazabilidad, sanidad y competitividad de precios.
Algunos sectores del oficialismo y de la producción ganadera han expresado inquietud por una posible discrecionalidad en la asignación del nuevo cupo. Sin embargo, el mecanismo más transparente que se ancla en el principio de “primero en llegar” (first in) permite que el propio mercado asigne las oportunidades a quienes estén mejor preparados, impulsando la competencia y la eficiencia. Este esquema, utilizado en otros países exportadores, estimula la inversión en tecnología, logística y calidad sanitaria, al tiempo que evita el reparto político o el favoritismo sectorial.
Lejos de concentrar beneficios en pocos actores, el sistema first-in premia a los productores capaces de responder con rapidez y altos estándares, permitiendo que frigoríficos y plantas de distintas escalas participen de acuerdo con su capacidad real de exportar. Además, garantiza la continuidad de los envíos y el cumplimiento contractual, factores clave para sostener la reputación de Argentina como proveedor confiable en el mercado global.
Es importante subrayar que este nuevo acuerdo no se traducirá en aumentos del precio de la carne para los consumidores locales. Por el contrario, las políticas de restricción aplicadas en años anteriores solo lograron desalentar la inversión y reducir la oferta interna, debilitando al propio sector que ahora busca fortalecerse mediante reglas claras y previsibles.
Dólares genuinos, crecimiento real
Los nuevos flujos de exportación implican un ingreso genuino de dólares comerciales, sin endeudamiento ni mecanismos financieros transitorios. Es una fuente de divisas estables que fortalece las reservas netas del Banco Central y mejora el balance externo, al tiempo que ayuda a reducir la brecha cambiaria de forma gradual y previsible.
A diferencia de la exención temporal de retenciones aplicada en septiembre a las exportaciones de granos —una medida que solo adelantó liquidaciones, redujo la recaudación y distorsionó los precios del mercado—, el acuerdo con EE. UU. genera divisas reales y sostenibles, sin costo fiscal. Mientras que aquella iniciativa fue un parche de liquidez con efectos efímeros, esta constituye una política de expansión comercial orientada a consolidar el crecimiento económico y a reforzar el perfil exportador argentino.
El acuerdo no se limita a un gesto coyuntural: se proyecta como una política comercial de largo plazo, en línea con la agenda de apertura y desregulación que impulsa el gobierno. Su correcta implementación —sin intervenciones discrecionales ni controles burocráticos— permitirá que el país mantenga un flujo sostenido de divisas, promueva la inversión privada y consolide su presencia en los principales mercados mundiales.
Una señal de reforma real
Este avance se inscribe en la agenda liberal del gobierno de Javier Milei, que busca sustituir la discrecionalidad por reglas claras, la burocracia por competencia y las políticas reactivas por una apertura basada en mérito y eficiencia productiva. En un contexto de tensiones comerciales globales, el acuerdo con Estados Unidos constituye una muestra tangible de que Argentina puede crecer exportando calidad, no protegiendo privilegios.
(*) Director del Centro de Gestión Agropecuaria de Fundación Libertad