Jorge Serrano no es un nombre mediático, ni es sinónimo de fama ni de popularidad. Pero sus canciones hacen bailar hace tres décadas a multitudes, en las fiestas de 15, en los casamientos, en los recitales y también las corean en las canchas de fútbol dentro y fuera de las fronteras del país. El compositor de "Vení Raquel", "La guitarra", "La marca de la gorra" y "Loco (tu forma de ser)", entre otros éxitos, y una de las voces de Los Auténticos Decadentes le contó a Escenario cuál es la fórmula para llegar a los 30 años de escena y que no se les mueva un pelo al salir de adentro de una torta de cumpleaños. "Tomamos a la música como algo celebratorio", dijo Serrano, quien hoy estará junto a Cucho Parisi al frente del show de los Decadentes, a las 21, en Vorterix (Salta y Cafferata). Los piratas quieren que siga el baile.
—Sí, seguro, en realidad nosotros tomamos a la música como algo celebratorio y nos daban risa las posturas rígidas con respecto a las morales de los géneros, de decir "esto se puede" y "esto no se puede". Al mismo tiempo éramos un rejunte y tocábamos cualquier tipo de música, dentro del mismo ska, sobre todo en el segundo disco que sacamos que tiene temas muy distintos. Nos daba esa gran paraguas de mezcla de músicas, una cosa medio world music ¿no?
—De todos modos, no dejaba de ser atípico en esos días.
—Es que también incorporamos las músicas desclasadas, que se veían peyorativamente, como la cumbia, el cuarteto, la música tropical romántica, y lo hacíamos de una forma no paródica sino apologética. O sea, yo voy a hacer una canción que tenga el mismo contenido y emoción de cualquier evento artístico pero el género que voy a elegir es un género que no está considerado artístico, para que se sienta que el género es una tontería, en realidad. Y que trae toda la arbitrariedad de la cosa de un fundamentalismo absurdo, porque la música es celebratoria y de comunicación. A partir de eso habrá gente más o menos talentosa, gente que hace las cosas más apasionadas o más interesantes, y otros serán más aburridos y con menos ideas. Y bueno, es un paraguas enorme, pero todos los géneros pueden mezclarse, pienso yo.
—Hoy la música divertida tiene otros referentes, como Márama y Rombai ¿Cómo ves esta movida de la cumbia pop?
—Esa es una prueba de que no importa el género sino cómo se lo haga. Estos grupos que me nombrás, a los cuales yo tengo mi mayor respeto, porque respeto a cualquiera que hace música y que le guste a otro, eso es respeto al oyente y a quien lo toca ¿Por qué tengo que meterme yo en esa relación? Obviamente me puede gustar más o no, pero lo que estamos hablando acá es que ahí hay menos ideas, es una cosa más producida y pensada. No sé Márama de donde viene, pero creo que también viene de la onda de Agapornis, que salió de un ambiente de rugbiers como una humorada de hacer canciones de rock nacional en tiempo de cumbia, ¿no?
—Algo así, ¿pero qué opinión te merecen estos grupos?
—Lo que pasa es que hay una cosa atrás de esta supuesta licencia que se tomaron, y es que la cumbia es un ritmo formidable para bailar, que le gusta a todo el mundo y de todos los géneros, y eso les permitió de alguna manera a gente que los veía como un género de otro mundo, a decir "ah, bueno, que venga a mi fiesta ese grupo". Quizá alguien los pueda ver despectivamente, pero yo no porque creo que todas esas cosas son puentes.
—¿A qué te referís con puentes?
—Claro, a que esa misma persona verá con menos desprecio al güiro, como instrumento por ejemplo, que se ha categorizado ese instrumento y nosotros en el grupo tenemos un güirista permanente. Fue una espada de declaración de principios, bueno, pienso que nosotros tuvimos suerte, y no queriendo hacer falsa modestia, pero creo que tuvimos buenas canciones y buenas ideas, y eso a la gente le gustó. También tenemos buenas melodías y lo que nos faltaba de efectividad musical lo suplimos o con ideas o con carisma o con lo que fuera y logramos hacer una sintonía con la gente. Lo demás es misterio.
—¿Misterio decís?
—Sí, misterio, porque así como hay gente a la que le gusta más Márama, hay otros que le gusta sólo a una persona o a muy poca gente, y son todos universos paralelos y que se pueden superponer. Pero la gente elige un artista y a otro no. Claro, visto desde afuera alguien podría decir que hacen lo mismo, pero sin embargo uno sabe que no son lo mismo y eso se puede explicar. Como dijo Joaquín Sabina "una gran canción es una gran música, una gran interpretación y una cosa que no se puede explicar, que es lo más importante de todo".
—Con lo primero que la gente asocia a Los Auténticos Decadentes es con la fiesta ¿Ustedes también lo sienten así?
—Es el espíritu de lo que hacemos, porque somos el grupo que más se hizo cargo de la música como evento celebratorio. Podemos salir desde adentro de una torta de cumpleaños o en un casamiento, no tenemos problemas, somos un grupo para la fiesta, para todas las edades y para celebrar eso hermoso que es la canción, el bailar y la comunión que se da en una reunión festiva. Nosotros lo hacemos como algo muy abstracto y universal, pero esa misma fiesta sucede en un concierto de los Redondos, de los Nocheros, de Luis Miguel o, si querés, también de Márama.
—Pero cuando ustedes surgieron la fiesta era mala palabra, atacaban a Virus, a Los Cadillacs, a Los Abuelos de la Nada, por ejemplo. ¿No creés que el tiempo puso las cosas en su lugar y que hoy viven una especie de revancha?
—En 30 años nos pasó muchas veces eso, pero sucedió hace mucho tiempo. Cuando cumplimos 10 años o 15, no me acuerdo, la prensa empezó a darse cuenta que no éramos un grupo de una canción sola, sino que teníamos un concepto y que seguíamos. Y que terminamos conquistando a todo el mundo y hasta a la prensa, de alguna manera.
—¿Te emociona cuando muchas de tus canciones son elegidas para los cantitos de la hinchada en los partidos?
—Lamentablemente no lo puedo vivir de esa manera, porque no soy nada futbolero, pero a la vez siento una emoción enorme que te elija el inconsciente colectivo, que te elija lo insobornable, es la coronación impecable, que te elija la gente. El que se queja de eso es aquel que podría decir "qué melodía sencilla que hacen los Decadentes porque la canta la hinchada", pero esa es la coronación de cualquier músico, es lo mejor, lo incorruptible.
—Ahora, también ciertas canciones de ustedes fueron furor en otro contexto, porque hoy un tema como "Entregá el marrón" o "Vení Raquel" se podría interpretar por algunos como un tipo de violencia de género.
—Y sí, pero lo que pasa es que ahora, si mirás para atrás, queda como ingenuo. Nosotros nunca fuimos un grupo decididamente grosero, siempre tuvimos tías, madres y familia alrededor nuestro, que de alguna forma iban a escuchar nuestras canciones y nos generaba el mismo pudor que vos podés tener para no decir una mala palabra delante de tu tía. Entonces no éramos rebeldes en ese sentido, lo que se ve de nosotros está atrás de eso, no hace falta que sea provocador por otro lado, lo que planteamos es universal y son puentes, conexiones de generaciones, de géneros y de lo que sea.
—Pero coincidís en que si las sacaban ahora hubiese estallado la polémica en las redes sociales y sufrirían una catarata de tuits en contra por lo menos?
—Está muy bravo lo que está sucediendo con lo políticamente correcto o incorrecto, porque es muy difícil ver dónde está el límite. Es difícil determinar que si una cosa llega al extremo no se puede hacer humor, porque entonces no se puede hacer ningún chiste con ninguna connotación sexual o lo que fuera. No sé, no me quiero meter en una cosa tan rara, pero debería entenderse el contexto de que ha veces una canción nuestra es una humorada simplemente y tiene una marca. Por eso pienso que sobredramatizarlo es un peligro también.