"El marginal 2" expuso más crueldad y violencia con su capítulo debut en la tv Pública. El pulso de caetano es clave y marcará a fuego la estética de la serie
Por Pedro Squillaci
"El marginal 2" expuso más crueldad y violencia con su capítulo debut en la tv Pública. El pulso de caetano es clave y marcará a fuego la estética de la serie
De un partido en un Mundial a un desafío en el Penal. La batalla es la misma, pero es hora de conocer la génesis de estos personajes, entre sangre, crueldad, miserias y venganza.
Así comienza la continuación de "El marginal", que en un antojadizo juego en el tiempo arranca desde el final de la primera temporada para poner el foco en lo que pasaba tres años antes.
En aquella oportunidad, en pleno Mundial de Brasil, la guerra de los grupos en la prisión llegaba a un punto álgido cuando el fuego se apropiaba del patio y las celdas de San Onofre. Y Pastor (Juan Minujin, que no aparece en esta temporada) se disfrazaba de bombero y se escapaba, en un recurso ya visto en "Expreso de medianoche".
Ahora, en esta precuela que logró en su debut un rating histórico en la TV Pública, un partido de fútbol servirá para distraer otra vez a la autoridad y dejar el camino allanado para la fuga de Mario Borges (Claudio Rissi, que vuelve a su memorable personaje). Un final y un principio que se tocan, y la pelota va y viene como en aquel Mundial o este desafío del Penal.
La producción de Underground vuelve a destacarse por la calidad técnica, los escenarios naturales (la ex Cárcel de Caseros) y el pulso de Israel Adrián Caetano, que tuvo a su cargo la dirección del capítulo debut y el que se verá pasado mañana, en un ciclo que irá cada martes, a las 22, por la pantalla estatal.
En los restantes seis capítulos de esta entrega las cámaras estarán supervisadas por Alejandro Ciancio, pero ya "El marginal 2" tendrá delineado un perfil que se mantendrá hasta el final. Y es que la crueldad de las situaciones y los protagonistas está cada vez más expuesta.
Porque a la pareja protagónica de los hermanos Borges, con un Diosito (Nicolás Furtado) que vuelve a sorprender por su mixtura de ser un tierno pero a la vez tan violento como pocos, se sumará otro villano temible, el Sapo (Roly Serrano, brillante) y Patricio (Esteban Lamothe), un médico que aparentemente entró a la cárcel por un crimen que no cometió y en los capítulos siguientes tendrá una sorpresiva mutación.
Las alianzas comienzan a aflorar y los que regentean el Penal son los dueños de esos presos pero también los socios en la desgracia. Todos están encerrados y eso se respira. Por eso una escena de una pelea entre dos internos la disfrutarán tanto los que están entre rejas como el mandamás de San Onofre (logradísimo rol de Gerardo Romano), en una suerte de Circo Romano donde parece que todos bajan el pulgar para que un muerto sacuda la arena.
La asistente social Rita (Verónica Llinás, siempre en lo más alto) junto a la recién llegada Emma (Martina Gusmán) intentarán poner a su manera la cuota de humanidad a esta historia.
Pero su trabajo no será nada sencillo, porque se toparán en la cárcel con distribuidores de cocaína, mafias y contramafias, en un escenario donde los límites están tan difusos que es muy difícil percibir las víctimas y los victimarios.
Esta precuela sigue fiel a la impronta de "El marginal", no sólo porque su dos autores (Guillermo Salmerón y Silvina Olschansky) integraron el staff de aquella serie, sino también porque transmite verdad en cada diálogo. Y el infierno tan temido aparece cada vez más cerca.