Duratierra es una banda con casi veinte años de historia, con raíces en el folklore y la música latinoamericana. Después de la pandemia, movilizaron un cambio de era con una nueva formación. En el último año, lanzaron dos discos que funcionan como opuestos complementarios y que dan cuenta de la versatilidad del grupo: “La fuerza” (2023) y “A los amores (El folklórico Vol.1)”. Con la premisa de la presentar de último, que como su título indica se asienta integralmente en el género, vuelven a Rosario para reencontrarse con un fiel público local. El show es este sábado 24, a las 21, en Teatro Lavardén (Sarmiento y Mendoza).
A sus miembros fundadores, Micaela Vita (voz), Juan Saraco (guitarra y voces), Nicolás Arroyo (batería, percusión y voces) y Tomás Pagano (bajo), se sumaron hace más de dos años Valen Bonetto (guitarras, percusión y voces), Silvia Aramayo (teclado, acordeón y voces) y Martín Beckerman (percusión y voces), para conformar un potente septeto que cada vez atrae a más personas.
“Es difícil hablar de este momento sin ir un poco más y contar cómo viene se gestando todo este proceso, un poco conciente y un poco inconcientemente”, afirmó Nicolás Arroyo en diálogo con La Capital. Con la misma impronta íntima y vital que transmite la banda en sus canciones, el músico recordó aquel momento de quiebre: en plena pandemia, se embarcaron en un proceso de terapia grupal. “Empezamos a limar un poco nuestras rispideces no solo musicales sino de tantos años, ya casi veinte, de compartir esta familia Duratierra. Creo que ahí empieza a encenderse la llama de estos dos discos. Se empieza a gestar la música, y a partir de la música también esta nueva formación ”, aseguró.
En sus primeros quince años de historia, habían publicado tres discos. El debut “Floralia” de 2010, con versiones de clásicos latinoamericanos, fue elegido por la revista Rolling Stone como uno de los cinco mejores discos de folklore de ese año. En 2013, lanzaron “Enobra”, formado completamente por canciones originales que forjaron la identidad artística del grupo. En 2017, publicaron “Cría”, también seleccionado como trabajo destacado por la presa especializada. En 2019, salió el EP “Trinchera”, una palabra clave para la idiosincrasia de Duratierra.
En esta nueva etapa, la banda gestó una suerte de díptico discográfico, estrenado en un lapso de diez meses (entre junio del año pasado y abril del corriente). “Con la nueva formación ya en giro la sonoridad de la banda empieza a tomar una nueva dimensión, a partir de estas dos ideas tan contrastantes en un punto, de ‘La Fuerza’ y ‘A los amores’. Cuando estábamos mezclando uno ya estábamos grabando el otro, lo cual para nosotros fue muy extraño porque antes nos llevaba mucho tiempo grabar un disco. Uno es la antítesis del otro, el primero es muy eléctrico y el segundo es completamente acústico”, detalló Arroyo.
Un disco como los de antes
Además, con el último lanzamiento, Duratierra también cumplió un sueño de larga data: grabar en cinta abierta de dieciséis canales, a la vieja usanza, para evocar las sonoridades folklóricas tradicionales. “Tiene una identidad y una sonoridad muy definida y muy criolla. Es algo que sabemos hacer, nos criamos con eso y sabemos de lo que estamos hablando. Decidimos llevarlo más allá. Así que investigamos todas la maneras de plasmar eso que soñábamos, esa sonoridad que nos remitía a entrar a la casa de nuestros abuelos. Yo entraba a mi casa y se escuchaban Los Hermanos Ábalos, Mercedes Sosa, en esas grabaciones que, más allá de composición y la canción, tenían ese grano, como ver una foto en papel de otra época”, contó el músico.
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La banda dio con el único estudio de Buenos Aires donde todavía se puede grabar en cinta abierta. Bajo la dirección de Tatu Estela, y con los desafíos y aventuras que implica el trabajo analógico, construyeron las ocho canciones que integran “A los amores”. Un compendio de melodías que propone un viaje por el territorio, y que incluye huayno, zamba, gato, chacarera, aire de estilo y milonga canción.
A pesar de que el “Volumen 1” del nombre sugiere una continuidad, desde la banda prefieren concentrarse en el presente, pero dejar la puerta abierta a seguir recorriendo este camino fructífero y virtuosos que inauguró “La fuerza”. “Canciones hay muchísimas. No sabemos si va a haber otro volumen pero está la semilla ahí brotando. Por ahora estamos con esto”, aclaró Arroyo.
El disco cuenta además con la participación de dos invitados muy especiales. Por un lado, Raly Barrionuevo (vecino de Juan y Micaela en las sierras cordobesas), pone su voz y guitarrón en “Te miré por vez primera”. Por otro lado, Sara Arroyo Fatovich, la hija de diez años de Nicolás, se suma para cantar junto a él “Las flores del jardín”.
“Son amores, como dice el título del disco. Fue una sensación tan maravillosa y tan particular ir al estudio con mi hija y grabar una canción que encima Juan me dedica a mí, y que habla de la amistad. Este fin de semana vino Sara a cantarla en vivo así que todavía estoy tratando de recuperarme de tanta emoción”, compartió Arroyo, conmovido.
El pasado 17 y 18 de agosto, estrenaron el disco en vivo con una doble presentación (por entradas agotadas) en el Teatro Margarita Xirgu de Buenos Aires. Con la puesta en escena a cargo de Giselle Hauscarriaga, el show que traerán a Rosario (y llevarán también a San Luis, Mendoza, San Juan y Córdoba) invita a “habitar otro tiempo”, un encuentro genuino con los otros a través de las canciones.
“Vamos a mostrar toda esta paleta de colores criollos que hablan de cosas que están sucediendo. Este fin de semana fue la presentación en Capital y fue muy hermoso. No quiero spoilear nada de lo que va a pasar, pero está todo muy cuidado, como también están los discos. Cada detalle, cada sonido, cada compás, cada palabra. Estamos super contentos de poder llevar a Rosario esta música nueva. La puesta es preciosa”, anticipó Nicolás.
En el último tiempo, la música y los conciertos de Duratierra se convirtieron en un refugio de sensibilidad y ternura (con conciencia política), en un contexto hostil y de crisis. “Debo confesarte que es sorprendente también para nosotros. Nuestra trinchera es Duratierra pero nos empezamos a dar cuenta y a tratar de hacernos cargo que también es la trinchera de un montón de otra gente, que viene a los conciertos a emocionarse, a encontrarse, a pensar en otra cosa o a profundizar la idea de que esto tiene solución, de que hay formas de llevar adelante esta realidad que estamos viviendo”, describió Arroyo.
“Es muy fuerte para nosotros porque a veces no sabemos si estamos preparados para semejante cosa, pero estamos en esta. Y así como te digo que no sabemos, la música sí sabe evidentemente. Empezamos a tocar y es magia”, cerró el artista.