New York tiene Little Italy y Chinatown. Y, como en las grandes urbes del mundo, Rosario también cuenta con un pequeño país en un barrio. En Agote ya lo llaman la Mini Brasil. Y no para de crecer. Luego de tantos años de oleadas de estudiantes extranjeros, la zona de la Facultad de Ciencias Médicas, en la que vive la mayoría, se ha convertido en una sucursal verdeamarela.
En 2009 entró el primer alumno brasileño al instituto italiano. Desde entonces, siempre creció. Hasta 2016 eran 20. En 2021 ya eran 89. Este año son 96, 65 de los cuales entraron a Medicina. En los primeros años el 30% son de Brasil. También estudian Enfermería, y un poco menos Odontología. "El mayor aumento se dio en pandemia, quizás porque desarrollamos un fuerte soporte de educación a distancia, algo posible al tener un número más manejable de estudiantes", analizó el rector Mario Secchi.
Una de las causas principales de esta llegada masiva es que en Brasil es muy difícil ingresar a las grandes universidades públicas, se hacen filtros muy rígidos con exámenes complicados. Las privadas tienen un alto nivel de demanda por la gran densidad de población, son muy caras y cuentan con muy pocos cupos. Eligen Rosario por el tamaño amigable de la ciudad, y porque el nivel educativo es alto. Pero también crecen en otros lugares como Tucumán, Buenos Aires o Mar del Plata.
En este marco, ven en Argentina una posibilidad dado el sistema de educación superior en universidades nacionales con ingreso libre, gratuito e irrestricto. "El médico que se recibe en Argentina está más preparado que muchos médicos de otros países. El nivel académico de Medicina es increíblemente exitoso y bastante exigente. Por eso se reciben buenos profesionales, ustedes tienen a Favaloro como un maestro de la medicina", explicó un estudiante avanzado de la carrera de origen brasileño.
Cambio
Pero detrás de este incremento, obviamente hay razones macroeconómicas, las mismas por las que vienen más turistas a Argentina: el país está muy barato para ellos por el tipo de cambio. "La gente que venía no conocía las privadas, y por el costo tampoco se interesaba mucho. Pero ahora el valor del real permite pagar un instituto, si existe la posibilidad", señaló un estudiante brasileño avanzado en la carrera. En el Iunir la cuota se ubica entre los 70 y 80 mil pesos por mes. Antes quizás una familia no podía mantener a un chico con sus gastos de vivienda tan lejos, pero hoy pueden además pagar la privada.
Aunque también esta elección se explica por cuestiones pedagógicas. Muchos brasileños no se adaptan al método PBL de la UNR, con la estructura problema-solución. Es una estructura educativa más integral en la que se aplican tutorías, se presentan casos y temas, y los estudiantes los discuten en grupo buscando resolverlo. Las privadas tienen un esquema más tradicional por materias divididas, que se asemeja más al sistema brasileño.
"Al principio les cuesta porque en Brasil no hay cultura de exámenes orales. En el método PBL tenés que tener un poco más de disciplina en el estudio personal y cotidiano. En primer año hay una materia muy larga que es Crecimiento y Desarrollo, que representa un choque bastante grande de información. Vos venís de otro país, con un idioma diferente, y a primera vista parece ser algo de otro mundo", relató el estudiante.
Algunos vienen directamente a la privada, y otros primero prueban en la pública. "No es masivo, pero percibimos que a algunos no les ha ido bien y prueban. No hay grandes diferencias en cuanto al nivel de exigencia, en todas tienen que estudiar, porque los estándares de acreditación son los mismos para todas las facultades de Medicina del país. Pero en la UNR se da un ingreso de mayor número, en la privada la educación es más personalizada, y eso puede ser un atractivo", señaló Secchi.
Movida
Pero no todo queda en el estudio: como todos los que emigran, ante el desarraigo crean comunidad. Tienen su propia movida gastronómica, comercial y nocturna, con bares específicos y locales que venden comida brasileña. En las facultades públicas y privadas, se reúnen en la puerta jóvenes extranjeros que arman viandas más ligadas a su alimentación, con mucha presencia de porotos y arroz.
En el Mercado del Patio siempre se pueden ver grupos de jóvenes tomando alguna cerveza. También hay en la zona negocios de venta de alimentos brasileños para preparar las comidas y bebidas típicas como feijoada, caipirinha, tapioca o açaí. Esporádicamente, hay fiestas (sambas, cantantes brasileños, o una temática llamada Bora Brasil), clases de capoeira, de percusión (tambores y ritmos africanos), y cursos de portugués.
Uno de los epicentros es el bar Viking Growler, de Santa Fe y Suipacha, a metros de la Facultad de Medicina. Ya se volvió un punto de encuentro para los jóvenes de esa nacionalidad: pasan los partidos de la selección verdeamarela, de la Copa Libertadores y del Brasileirao, y se escucha su música característica.
Gabriel Batista (30) es el dueño del bar y lo define como "un pedazo de Brasil en Rosario". Brasileño, empezó a trabajar en Viking mientras estudiaba y lo terminó comprando. El público reúne a muchos chicos que van a la Facultad de Medicina, y de vez en cuando hacen fiestas con temas típicos. "El bar se convirtió en el lugar donde la gente va para despejarse un poco de la locura de estar lejos de casa y de la facultad que exige bastante", comentó.
Ahora, superado el momento duro que fue la pandemia, sumaron un nuevo proyecto de café en Santa Fe 2937 donde también sirven comidas típicas. "La cultura argentina y brasileña están muy conectadas. Es algo increíble, pero muchos argentinos también pegan muy buena onda con nosotros, y por suerte Viking se instaló como un lugar para relajarse después de un día laboral o estudiantil bastante intenso", indicó Batista.
Comunidad
Sin embargo, no todo es diversión: también se integran a la vida comunitaria del barrio. Hace poco, en la inauguración del nuevo local de la vecinal Maradona (Iriondo 340), sortearon un mes de clases gratis de portugués y tocó una banda de chicos brasileños que vivía en la zona. Algunos militan: Rebeca Oliveira (27), una chica brasileña que estudia Medicina y vive en el barrio, participa de las reuniones que mantienen los vecinos para hacer reclamos sobre las problemáticas que los afectan.
Rebeca llegó a Rosario a mediados de 2018 proveniente de Salgadália, una ciudad cercana a Salvador de Bahía. Durante los primeros meses estudió español y se familiarizó con la cultura argentina. Ya con más experiencia, en 2019 ingresó a Medicina en la UNR. Pero, paralelamente, comenzó a tejer lazos con los vecinos.
"Siempre busqué ayudar a las personas y, al llegar a Argentina, continué en ese camino. Acompañando a compatriotas para aprender el idioma o alquilar un departamento, que es muy difícil al principio, hasta en pandemia con la gente mayor del barrio, haciéndoles sus mandados", contó Rebeca.
Así conoció muchas personas que a su vez participaron de su adaptación social y cultural. En 2020, luego de un terrible hecho en el que una compatriota sufrió un abuso sexual por parte un hombre que se trepó por un balcón, se acercó a la vecinal para representar la comunidad brasileña del barrio, buscando crecimiento, seguridad y soluciones para mejorar la vida en Agote.
Mientras estudia, hoy se dedica a dar clases de portugués, presenciales y virtuales. "Así puedo enseñar un poco de mi cultura, como canciones, reglas, dichos, comidas típicas y costumbres de cada provincia. Es muy satisfactorio ver a la gente aprendiendo y dedicándose a la evolución cultural", apuntó. Y pintó de esa manera el intercambio virtuoso que se da entre dos culturas vecinas que a veces parecen muy diferentes, y en las que, sin embargo, el contacto termina produciendo la aparición de muchos puntos en común.