En el libro “Club Atlético Rosario Central, la era inicial” el diseñador gráfico, dibujante y comunicador rosarino Julio César Franco Cosenza narra con textos y fotografías -algunas imágenes sepiadas de antaño son un tesoro- la apasionante historia del origen de uno de los clubes pioneros del fútbol nacional, esa especie de crisol donde se fundieron el oro y el barro de los trabajadores ferroviarios criollos e ingleses, del que surgiera uno de los estilos futbolísticos más tradicionales: esa mezcla misteriosa de garra para recuperarla y buen juego para tratarla.
Tan increíble como real, Franco llegó al mundo en el lugar donde estaba la primera cancha en la que jugó Central. Nacido el 29 de agosto de 1965 en el viejo edificio de la Aduana, donde su abuelo materno Francisco “Pancho” Cosenza trabajaba como mayordomo y donde estaba en 1890 la cancha donde Central jugó sus dos primeros partidos contra un equipo de embarcados ingleses. “Mi abuelo Pancho, quien fue el primero que me llevó a la cancha con mi abuela y mis viejos, fue siempre una persona muy importante en mi vida. Me acuerdo de la vieja tribuna de mujeres, que no tenía acceso a los puestos de gaseosas y choripanes de la popular, entonces la gente hacía una cadena con los cinturones atados, le ataban un paraguas dado vuelta en la punta y le bajaban la plata al del puesto, que después les enviaba el pedido de la misma manera”, recuerda Franco, con la memoria prodigiosa de los hinchas.
El autor, que ha vivido en los barrios La Guardia, primero, y España, después, es un apasionado por la historia de Central y del origen de los arrabales de nuestra ciudad. “En 1890 Central jugó sus dos primeros partidos en la cancha que estaba en las actuales Bajada Sargento Cabral y avenida Belgrano, contra el equipo de la tripulación inglesa del barco Beagle, en el muelle de Comas. Conocer el origen de los barrios es fundamental para entender la formación de Rosario, es lo mismo que conocer el origen de Central”, se entusiasma Julio durante la charla interminable en un viejo café del Cruce Alberdi.
¿Cómo surgió la idea del libro?
La idea viene a colación de tener mucha data revisionista y libros de la época de la antesala del profesionalismo, pero sin mucha más información. Pero en 2012 se reconocen las copas de la era amateur y se reaviva el fuego de la década de 1910 a 1920, en la que Central cosechó cinco copas nacionales.
¿Central nació antes que la fecha de su fundación del 24 de diciembre de 1889?
Seguramente. El Central Argentino nace mucho antes, cuando Guillermo Wheelwrigth plasmaba su obra para culminarla en 1870: la estación de trenes Rosario Central inaugurada por el entonces presidente Domingo Faustino Sarmiento. Esta historia en colores sepias se va uniendo casi al ritmo de los obreros del ferrocarril que se van entrelazando entre británicos y criollos, jerarcas y obreros, que entre las vías en algún momento de descanso alguna pelota de tiento comenzaba a rodar y así, entre secciones, comenzaban a cruzarse y armar picados bravos que eran por el honor y garantizaban la tranquilidad de la semana según el resultado.
¿Qué relación tienen los orígenes de Central con los de los barrios del norte de la ciudad?
Refinería, el puerto, los talleres pegados al barrio inglés eran el circuito donde comenzaba a originarse todo. Justamente en la vieja iglesia anglicana situada en el camino al arroyito se reunirían en asamblea para formar el Central Argentine Railway Club presidido por el escocés de Dingwal, Colin Bain Calder -socio de Rosario Athletic y gran jugador de criket- pero que junto a Mulhall, Chamberlain y Green veían el arraigo del fútbol como una posibilidad concreta a través del nacimiento de esta nueva institución fundada justamente en diciembre de 1889.
¿Qué significaba el fútbol para aquellos ferroviarios criollos que lo vieron bajar de los trenes y los barcos?
Los nativos poco a poco comenzaron a copiar este juego y posteriormente a “acriollar” el fútbol de tal manera que, sin duda alguna, se convirtió en el más popular de los deportes y Central Argentine Railway Athletic Club fue pionero.
El fútbol llegó en tren.
Desde 1870, la estación Rosario Central daba paso a británicos y criollos del ferrocarril a compartir un juego donde una pelota -entre vías y andenes- era la principal protagonista. La historia empezaba a escribirse.
¿Cuál es tu lectura de la era del amateurismo?
Antes del 39 había pasado algo. La historia es una sola y puede ser contada en etapas. Esa década gloriosa coincide con el amateurismo y también con un racconto de torneos de la Liga Rosarina, como el primer clásico de 1905, jugado en Plaza, cuyo predio se llamaba el Gran Park, cuando los Jewell tenían los terrenos de España y Salta, donde ahora está el Colegio San José, que eran las calles Independencia y Del Buen Orden.
¿Cómo llega Plaza Jewell al actual predio de Córdoba y Crespo?
En 1867 Jewell les dona ese terreno de España y Salta a los salesianos y se va al actual, de Córdoba y Crespo. Ese terreno de España y Salta era “la cancha de los ingleses locos”. En la última década del siglo XIX la tarea ardua consistía en tratar de buscar rivales para medir fuerzas -más allá de que en la esquina de Buen Orden y Progreso se originaban años antes encuentros con los ingleses que desembarcaban en el puerto y venían a medir fuerzas en terrenos de los Jewell, que luego se mudarían hacia el oeste rosarino para fundar en 1869 aquel pionero Rosario Athletic- y así llegarían los primeros partidos frente a marineros británicos en la bajada Sargento Cabral y el río. Era una cancha parecida a la del Bar de Williams, que estaba en la bajada de Laprida, donde los ferroviarios que ya jugaban en Central se juntaban a jugar al fútbol contra los embarcados de los barcos que llegaban al puerto.
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¿Cuál fue el clásico más largo, que citás en el libro?
El clásico de la final de la Copa Vila de 1919, que empezó un día, se suspendió y terminó otro. Central y Newell’s terminaron invictos y compartieron la punta. Entonces jugaron la final el 11 de enero de 1920, en Gimnasia y Esgrima de Rosario. Según La Capital “a las 16:20 se cerraron las puertas porque había más de diez mil personas, y hasta hubo unas 200 en el techo del vestuario”. Salieron 2-2 y cuando faltaban siete minutos se suspendió por una invasión del campo, entonces el partido continuó el 25 de enero, cuando se mantuvo el empate y jugaron dos tiempos suplementarios de 30 minutos cada uno hasta que Central ganó con un gol de Jacinto Perazzo, a los 141 minutos, y salió campeón de la Copa Vila de 1919.
¿Central fue el primer club argentino que jugó por los puntos?
En 1897 los ferroviarios jugaron el primer torneo oficial transformándose en el primer club que jugó por los puntos en los últimos tres siglos, dato no menor. Ya independizado de la empresa británica y bajo el nombre de Rosario Central accede en 1903 a jugar copas nacionales, algo que fue un salto de calidad magnífico a tal punto que con la creación de la Liga Rosarina, en 1905, Central debutó con su equipo de segunda en la Copa Pinasco ya que la organización local consideraba que era -junto a Atlético- de primera categoría.
ENTREVISTA A JULIO FRANCO CASENZA
¿Cuál fue la época dorada de Central en el amateurismo?
Los logros comenzaron con la Copa Vila en 1908, y así las canchas rosarinas serían testigo de jugadores a modo leyenda, tales los casos de Harry Hayes, Ennie Hayes, Zenón Díaz, Serapio Acosta, Federico Flynn, Juan Acosta, José Podestá y Octavio Díaz entre otros, cosechando títulos a nivel local, que lo erigieron en el club más ganador con 16 conquistas, y a nivel nacional, con cinco copas.
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El histórico Harry Hayes.
¿Cómo llegó Central al barrio Arroyito?
La gloriosa era amateur comenzaría a apagarse con el correr del tiempo y las exigencias. En Buenos Aires había vientos de cambio y ya nada detendría la irrupción del profesionalismo, pero antes, en 1927, Central encontraría su lugar definitivo en este mundo después de tanto peregrinar: Arroyito. La inauguración oficial sería ganándole al clásico rival Newell’s Old Boys 4-2. En 1931 la Asociación Rosarina era una realidad y comenzaba una nueva etapa, pero esa es otra historia dentro de la gran historia. Aquel 1889 quedaba allá lejos, pero grabado a fuego entre la legión de cientos de miles de centralistas que hacen hoy de Rosario Central uno de los clubes más importantes de la Argentina.