La foto del cierre de listas en Santa Fe muestra tanto en la provincia como en Rosario a dos grandes coaliciones pero atravesadas por distintas tensiones y fisuras internas.
Por Mariano D'Arrigo
La foto del cierre de listas en Santa Fe muestra tanto en la provincia como en Rosario a dos grandes coaliciones pero atravesadas por distintas tensiones y fisuras internas.
Consciente de los intereses y necesidades de su contraparte, el gobernador Omar Perotti llevó al límite la negociación con Marcelo Lewandowski y le concedió ser el candidato de su espacio pero a cambio impuso una lista de diputados casi pura.
Fueron horas de negociaciones frenéticas, presiones, tironeos y rumores pero al final del camino Lewandowski necesitaba más a Perotti de lo que el rafaelino lo necesitaba a él.
Decidido a ir por la Gobernación, y sin otro espacio nacional o provincial con una estructura potente para sostener una campaña de esa escala, Lewandowski debía acordar con Perotti.
Ya había descartado la opción de venir a pelear por la Intendencia de Rosario —donde, reconocían opositores, “ganaba caminando”— y no podía conservar en formol su capital político para dentro de cuatro años. Tenía que jugar.
Con la Cámara de Diputados como principal —y casi única— prioridad, Perotti buscaba una lista con la mayor cantidad posible de incondicionales, contaba con una estructura de gobierno, intendentes y presidentes comunales que no quería poner gratuitamente al servicio de un potencial adversario en 2027 y ya tenía un candidato a gobernador: Roberto Mirabella.
Con un peronismo que, según reconocen desde el entorno más próximo al gobernador, marcha hacia una derrota casi segura, no tenía sentido sacrificar lugares en la lista para la Cámara baja por un candidato que no es del riñón y probablemente se mueva en la banda de los 30 puntos, mientras la alianza entre la UCR, el PRO, el socialismo, el javkinismo y otras fuerzas podría arañar el 50% de los votos.
En medio de esa negociación que se estancó varias veces en el transcurso de la semana, y entre viernes y sábado parecía caerse, jugó activamente Sergio Massa para encauzar el diálogo. Según cuentan desde la cocina del peronismo, el ministro de Economía se comprometió con financiamiento y sentó en la mesa al ministro de Transporte de la Nación, Diego Giuliano, quien viajó desde Buenos Aires el viernes y se sumó al último tramo de las charlas.
Si, pese a la inflación desbocada, Massa es candidato a presidente necesita hacer pie en uno de los distritos más importantes del país y Perotti no puede ponerse en contra al titular de Economía a seis meses de entregar el poder, y menos en un año de vacas flacas.
La ausencia de kirchneristas en las listas y el armado de una fórmula de La Cámpora encabezada por Marcos Cleri es señal de que esta vez Cristina no revalidó su acuerdo con Perotti y se mantiene al margen del esquema del gobernador.
Según deslizaron fuentes del peronismo, la vicepresidenta quería que Lewandowski compitiera en Rosario. Era la posibilidad de que el peronismo gane en la ciudad después de cinco décadas, en un 2023 donde el peronismo tendrá pocas victorias resonantes para mostrar. También le evitaba al ex comentarista del Fútbol para Todos la segunda derrota en dos años.
Sin embargo, Lewandowski prefirió no bajar a una Rosario que, estiman cerca suyo, será prácticamente ingobernable si, como todo indica, cambia el signo político de los gobiernos nacional y provincial.
“Marcelo se metió solo en la boca del lobo. Si quería confrontar con Perotti tendría que haberse sentado con tiempo con Cristina, Massa y los otros caciques y una vez logrado ese acuerdo ir a la Casa Gris a poner condiciones o confrontar”, dice un dirigente que no veía con malos ojos el armado de un polo fuerte para pulsear con el gobernador.
Con ese acuerdo muerto no nato, Lewandowski parte como favorito frente el camporista Marcos Cleri, el rossista Leandro Busatto y Eduardo Toniolli, del Movimiento Evita. Tres dirigentes de la misma generación que apuestan a instalarse de cara al próximo ciclo político, pero que compiten en un mismo nicho y corren serio riesgo de neutralizarse recíprocamente.
Lewandowski irá a una campaña compleja. Si bien busca imprimir su línea editorial al mensaje y no presentarse como una mera continuidad de un gobierno muy golpeado por la violencia en Rosario —la principal ciudad de la provincia y donde el senador nacional tiene su base política—, se verá cuánto margen tiene para criticar la política en seguridad siendo en los hechos el candidato del oficialismo.
Más nítido aparece el panorama en Unidos, donde Carolina Losada y Maximiliano Pullaro, cada uno con sus fortalezas y debilidades, se perfilan como los animadores principales de una interna donde a ambos lados de la polarización creen que saldrá el próximo gobernador.
La presentación de listas legislativas sí resultó más tumultuosa, sobre todo en la escudería de la senadora nacional. En principio, Pullaro mostró un frente más cohesionado con una parte del PRO, UNO y el PDP.
Los chispazos se registraron en el grupo de Losada, Federico Angelini y Pablo Javkin. Disconforme con el quinto lugar que le daban a su diputado, Ariel Bermúdez, el intendente rosarino amagó con armar una lista con Roy López Molina y buscó la banca de los intendentes Emilio Jatón y Alberto Ricci. Pese a que la jugada no prosperó, alcanzó para ubicar al javkinista en el tercer lugar de la lista encabezada por Dionisio Scarpin.
También el socialismo expuso a cielo abierto sus problemas. Lejanos los tiempos en que el PS conducía al no peronismo y disciplinaba a sus aliados en base a contar con gobiernos y los candidatos que más medían, la fractura entre el lifschitzmo y Antonio Bonfatti y el enroque entre Clara García y Mónica Fein muestran al partido tratando de resguardar a su principal referente y conseguir una cosecha legislativa que será muy inferior a las 14 bancas que obtuvo en 2019, con Lifschitz a la cabeza.
La ida de Federico Lifschitz hacia el sector de Pullaro y del secretario de Salud municipal Leonardo Caruana hacia el Frente Amplio por la Soberanía —ambas, de mayor impacto simbólico que electoral— evidencian las dificultades del PS en esta fase para contener y generar expectativas de poder.
Por su lado, en Rosario se librará una batalla decisiva en ambas coaliciones.
En Unidos, Javkin aparece desafiado por Miguel Tessandori, con Enrique Estévez, Germana Figueroa Casas y Carlos Cardozo partiendo desde más atrás.
“Es jugar contra Holanda en octavos de final”, grafica un operador opositor sobre el peligro para el intendente rosarino de enfrentar a un rival de fuste en una instancia eliminatoria temprana.
Con el desgaste a cuesta que sufrieron todos los que gobernaron en el período fatídico 2019-2023, Javkin podría pagar electoralmente las dificultades para criticar abiertamente al gobierno de Perotti por la espiralización de la violencia, la ausencia de un política pública que simbolice a la gestión y una laguna en su relato: la falta de un adversario. Paradójicamente, la política de consenso y el esquema de gobernabilidad que le permitieron sobrellevar su debilidad en el Concejo lo dejaron sin adversarios tangibles en la escena pública.
De cara a la Paso con Juan Monteverde Roberto Sukerman consiguió una pequeña gran victoria política: ser el único candidato peronista y no dividir los votos del PJ.
La apuesta de ambos es sumar al caudal propio votantes progresistas a los que Unidos les produce urticaria y también capitalizar el desgaste de las experiencias del viejo Frente Progresista, que ganó las últimas dos elecciones por un margen estrecho.
Sukerman y Monteverde tratarán de rosarinizar la elección, convertirla en un plebiscito sobre la gestión Javkin y abonar a la misma ola antioficialista que golpea al peronismo tanto a nivel nacional como en la provincia.
Pese a que los cargos ejecutivos concentran la atención, tanto en la provincia como en Rosario, la boleta única abre una pequeña ventana a las terceras fuerzas, tanto por derecha como por izquierda, a pedir el voto para cargos legislativos.
Es la misma boleta única que profundiza la personalización de la política y abre la puerta a que dirigentes que se sienten perjudicados en la rosca salgan a buscar famosos para ganar lugares en las listas.
Terminada la etapa más endogámica del proceso electoral, la dirigencia santafesina camina hacia las Paso exponiendo fracturas internas y la debilidad de los liderazgos. Una situación que deriva en una sobreoferta electoral, justo cuando la demanda mira con escepticismo a la góndola política.